QUILMES,BUENOS AIRES (Agencia Paco Urondo) A 60 años de la integración política de las mujeres, tenemos por primera vez una presidenta que conduce los destinos de la Patria. La victoria contundente de Cristina implica un fortalecimiento del proceso político abierto en el 2001 y que puso en marcha Kirchner, tanto en materia económica como política, extendiendo la transición y estabilizándola hacia delante.El voto del pueblo argentino expresa la voluntad de seguir fortaleciendo el Estado para el desarrollo de políticas de inclusión social, de integración latinoamericana, al fin de la impunidad, a la recuperación de la economía y el empleo; como algunas de las políticas que van en el camino a consolidar un país con soberanía política, independencia económica y justicia social. Este triunfo es absolutamente necesario, pero no es suficiente. Aunque en todos los campos ha habido mejoras sustanciales que expresan la voluntad de dirigir la acción del Estado hacia las necesidades del campo popular, el punto de medición del avance de este proceso debe relacionarse con las dos tareas, la reconstrucción del movimiento nacional y la justa distribución de las riquezas. En este sentido, nuestra tarea es abonar a la construcción de la herramienta política que nos permita derribar la matriz económica injusta e instaurar un modelo económico basado en la integración social capaz de organizar un pueblo con esperanzas de transformar esta realidad injustas, para a la vez avanzar en la construcción de las herramientas de organización que consoliden el protagonismo político y social de las mujeres y abonen la integración política, económica, social y cultural de las mujeres en el marco de la unidad nacional. Conflictividad social y renovación política.La conflictividad social derivada de la puja redistributiva la necesidad de dar respuesta a la voluntad de cambio en la representación política, que se expresa en la demanda de “renovación política”, implican con mayor urgencia construir la fuerza política y social capaz de saldar la brecha entre la representación social y la representación política.En lo social, se propone institucionalizar el conflicto mediante la convocatoria a un Pacto Social que nos permita ir definiendo las líneas centrales del nuevo modelo económico cuyo patrón de acumulación asegure el crecimiento económico con redistribución de la riqueza. El conflicto social expresado en la organización a partir de las necesidades de las mujeres debe necesariamente estar incluido en la idea de pacto social. La doble exclusión de las mujeres, a razón de pueblo y a razón de género, producto del modelo neoliberal, nos pone en el desafío de construir las herramientas de representación social que nos permitan dar cauce a la organización a partir de nuestras necesidades como mujeres.
En este sentido, la modificación de la estructura económica del hogar (jefas de familia) a partir de la economía social hace imperioso que se planifique desde el Estado la integración digna de las mujeres al mundo del trabajo, al mismo tiempo que el Estado acompañe la reconfiguración de las ideas de familias que se construyeron en la crisis, para construir una estructura familiar acorde a esta nueva realidad y basada en la justicia social.En lo político, se propone avanzar con la idea de la Concertación Plural, que implicó la ampliación del dispositivo político para sintetizar otras experiencias del campo nacional y revertir la fragmentación que se inició con el genocidio de la última dictadura. Como idea, nos invita a soñar nuevamente con un Movimiento Nacional que exprese en su seno las tradiciones más ricas de la lucha de nuestro Pueblo al mismo tiempo que dote de representación política y social a las construcciones más dinámicas. Las mujeres fuimos protagonistas de las diversas experiencias organizativas que al calor de las necesidades del pueblo se constituyeron como trincheras de resistencia a la instalación del neoliberalismo. Mientras el modelo familiar del pleno empleo se derruía, las mujeres crecimos en protagonismo en las distintas formas de organización social por fuera de las estructuras tradicionales.
La legitimidad social que construimos las mujeres al calor de la crisis, y constituyéndonos como fuerza militante de este proceso político, nos convierte hoy en uno de los sujetos sociales más dinámicos a la hora de construir una representación política acorde a las necesidades de la etapa.
Ahora bien, desde el punto de vista de la reconstrucción del Movimiento Nacional, no es posible pensar la conflictividad social escindida de la representación política, porque eso implicaría abandonar la disputa por el poder y el control del estado; y tampoco es posible pensar la representación política escindida del conflicto social, por que ello implicaría no construir la herramienta con capacidad de poner al estado al servicio de las/os más humildes que son quienes indefectiblemente ligan su vida a este proyecto de país.La transformación de las estructuras políticas, económicas, sociales y culturales aun injustas dependen de la posibilidad de saldar positivamente esta tensión y poner el ESTADO al servicio de la reconstrucción del movimiento nacional y de la distribución de la riqueza.
Movimiento de Mujeres Evita.(Agencia Paco Urondo)
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