CAPITAL FEDERAL, (Agencia Paco Urondo, publicado en Informevip.com) Pensar el complejo fenómeno del presidente venezolano en Argentina exige un pequeño esfuerzo de teoría política. Veamos.
Chávez lleva a cabo una lucha contra ese Goliat posmoderno con residencia en Washington tan esforzada que le costó un golpe de Estado el 11 de abril de 2002. Por ello se ha convertido en el portavoz de esa Nación sin Estado (o con demasiados Estados) que es el Pueblo latinoamericano. Pero, aceptemos, ese proyecto iniciado por Bolívar y San Martín todavía está muy verde. Y como dice Hobsbawm, el destino social y económico de los países todavía se juega dentro de sus fronteras políticas. Entonces pensemos las consecuencias inmediatas de la visita del caribeño en nuestra Patria chica.
En el muy televisado siglo XXI, las movilizaciones masivas todavía son un buen muestrario del apoyo político a determinados proyectos. ¿A cuál representó el acto del pasado viernes? El venezolano logró unificar a toda la izquierda del campo nacional: desde los muy kirchneristas Movimiento Evita y Libres del Sur hasta los sectores filopopulistas del trostkismo (si acaso esto no es una contradicción) como el MST. También es justo destacar el rol aglutinador de Hebe de Bonafini y la altura moral de sus Madres.
No obstante, esa unidad es la clave de la fortaleza y debilidad del campo popular de izquierda. Tal como quedó lúgubremente demostrado a mediados de los 70, con la mitad del campo popular no alcanza. Porque si en el acto de Ferro estaban bien representados los sectores más castigados del modelo neoliberal junto a la mejor intencionada clase media, el gran ausente eran las estructuras sindicales. Faltaron las autoridades de los trabajadores, que comulgan con una tradición ideológica bien distinta al socialismo tantas veces pregonado aquel viernes.
Para profundizar el modelo industrialista actual, para que retome el camino mercado-internista que fue sustento del Estado de Bienestar, todo el campo popular debe estar unido. No alcanza con su mitad izquierda.
Pero, ¿existe un campo popular de izquierda y otro de derecha? En términos generales, a la izquierda se la pudo ver nítidamente en Ferro. Pero también existe una derecha del campo popular, que no estuvo. Desde que Marx definió al proletario industrial como sujeto revolucionario, nadie puede etiquetar a los trabajadores como partidarios de la concentración de la riqueza. Pues bien, resulta que en Argentina esos mismos metalúrgicos heredan una percepción ideológica diferente al marxismo. Aún así, su lucha salarial y distributiva comulga con un Movimiento nacional de vasta pluralidad ideológica. La UOM, Camioneros y el conjunto de la CGT conforman el ala derecha del campo popular.
El izquierdista Norberto Galasso o la nacional-popular Alcira Argumedo enseñan que para nosotros, los latinoamericanos, la contradicción principal no es trabajadores – burguesía, sino Patria versus Imperio. Esto se debe a que la parte del león de nuestros esfuerzos no la acumula los capitalistas argentinos, sino las trasnacionales noratlánticas. Por ello, el campo popular puede tener su izquierda y derecha, y hasta su propia burguesía nacional.
Chávez es el gran referente del proyecto latinoamericano inconcluso, pero como símbolo del campo popular argentino se ha mostrado insuficiente. Esta es una tarea que nadie puede hacer por nosotros. (Agencia Paco Urondo)
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