CAPITAL FEDERAL, (Agencia Paco Urondo) Recientemente, el menemista confeso Jorge Asís, se preguntaba dónde estaba el grueso de los votantes de Cristina Fernández de Kirchner. “Hablo con todo el mundo –afirmaba en el programa del menemista oculto Marcelo Longobardi- y nadie vota a Cristina. Las encuestas son una mentira del Gobierno”, remataba.
Más allá de la intencionada duda promovida por esta excéntrica caricatura de los 90, a mí me pasó algo parecido. Durante la campaña porteña, contacté más amigos que votaban a Lozano que a Filmus. En el resultado final de aquel escrutinio, Filmus superó a Lozano en 10 a 1; 20 a 1 si se cuenta la segunda vuelta. Y en Capital la incidencia del voto kirchnerista fue menos de la mitad de la tendencia nacional actual.
Las conductas corruptas de De la Sota en Córdoba y del mismo radicalismo anti-K en Chaco, le permiten a los ideólogos de la reacción instalar que las elecciones están amañadas. ¿Cómo podría ganar Cristina si nadie la vota? Para responde a esa pregunta, hay que regresar a la historia.
Los 30 años de régimen neoliberal fragmentaron al país en cuatro pedazos. Una, la Argentina de los poderosos y arrogantes. Aquellos dueños de las riquezas y las verdades: los miembros de la oligarquía trasnacional. Dos, la Argentina de su servidumbre. La clase media acomodada, gerentes, profesionales prósperos, periodistas, funcionarios y jueces. Inflexibles con los pobres, dóciles con los amos. Tres, la Argentina de los explotados. Aquellos que le ponen la mente y el cuerpo a sostener sus familias y sus sueños. Cuatro, la Argentina de los excluidos. Los marginados, los obligados a alienarse y delinquir, los temidos, los leprosos. Cada Argentina es hermética. Los miembros de un estrato superior difícilmente discuten sus opiniones con alguien de un estrato inferior. Es peor: apenas comparten cualquier espacio entre las distintas fracciones.
Sin embargo, todo el esfuerzo de genocidas y neoliberales no pudo abolir el voto universal. En esa arena, el de Paolo Rocca (Techint) vale igual al de Mónica Carranza (comedor Los Carasucias). Y la tercera y la cuarta Argentina es la abrumadora mayoría de los compatriotas. El 28 de octubre, el castigado Conurbano y todos los cinturones pobres del interior van a ser un hervidero del voto kirchnerista. Hay que defender este proceso aun con sus agudas contradicciones. Porque los compañeros de los barrios, también lo piensan así. Como decía Argumedo, hay que pensar desde los dominados, no desde los dominadores.
Será un bofetón en las expectativas de la oligarquía y sus voceros eunucos. Denunciarán fraude, pero no será la democracia lo que les importa. Hace poco, Roberto Baschetti me dijo que el gorilismo también tiene memoria histórica. El partido de la oligarquía nunca fue la República. (Agencia Paco Urondo)
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