CAPITAL FEDERAL (Agencia Paco Urondo, con la colaboración de Horacio Bustingorry) Siderúrgica del Orinoco fue nacionalizada por Venezuela el pasado jueves 10. Esta acción provocó la desaprobación de sus aliados estratégicos: Argentina y Brasil. ¿Qué lo llevó a Hugo Chávez a erosionar la relación con Argentina en un momento de fragilidad, recuérdese el plebiscito perdido?
El panorama sindical venezolano es de un caos notable. La central tradicional, con más de 40 años de antigüedad, es la Confederación de Trabajadores de Venezuela. En los 90 sufrió un profundo proceso de corrupción cuyo cenit de deslegitimidad alcanzó cuando su presidente, Carlos Ortega, promovió el golpe contra Chávez en abril de 2002. Esto provocó que los gremios que querían participar del chavismo fundaran el 2 de agosto de ese año una nueva Central, la Unión de Nacional de Trabajadores.
Dentro de la UNT, existen varias corrientes. Una de ellas es la Corriente Clasista, Unitaria, Revolucionaria y Autónoma (C-CURA), conformada a partir de núcleo de militantes que editaban la revista Marea Clasista y Socialista. Su máximo responsable, Orlando Chirino conduce desde 2007 el SUTISS, sindicato de Sidor y desde allí se convirtió en el coordinador nacional de la UNT.
Al menos desde julio de 2007 se remontan los conflictos en Sidor. En aquel entonces Chávez y Néstor Kirchner habían acordado que la firma continuara bajo conducción privada. El altísimo grado de explotación al que los trabajadores eran sometidos por una gerencia argentino – venezolana educada en el más codicioso neoliberalismo fueron el caldo de cultivo para un malestar creciente entre los obreros. El chavismo, conciente de la importancia de Techint como parte de su alianza con el kirchnerismo, se resistió varias veces a nuevos intentos de nacionalización e incluso el 14 de marzo se dio una lamentable represión con más de 50 detenidos y una quincena de heridos. Ante tamaña inestabilidad, el mismo Paolo Rocca – jefe del Grupo Techint – intervino personalmente en la disputa y aceptó dos de las tres demandas sindicales. La tercera, un aumento por encima del 200%, Rocca ofreció 130%, convirtiéndolos en cualquier caso en los mejores pagos del país.
Pero ya era tarde. El grupo de Chirino capitalizó los desmanejos gerenciales y la incapacidad del chavismo de utilizar su enorme consenso y – corriendo por izquierda - obligó a Venezuela a avanzar en la nacionalización. Chávez, en contra de su propia medida, adelantó que permitirá en Sidor un quinto del patrimonio a manos del Grupo.
Techint Argentina
El compañero Chávez es conciente que, de avanzar en esa línea, debilita a su aliado más cercano: el proceso kirchnerista, y fortalece a sus enemigos más reaccionarios. ¿Por qué Venezuela debe proteger, al menos actualmente, la alianza policlasista del kirchnerismo?
A mediados del año pasado, reconocíamos en la Revista Evita como certera la mediación de Néstor Kirchner en la nacionalización que Venezuela quería hacer de Sidor - Techint. En aquel momento señalamos causas principalmente macroeconómicas.
“En Argentina, Techint es proveedor de insumos básicos para el conjunto de las ramas industriales y cuenta con un denso entramado de proveedores nacionales, a las cuales transfiere tecnología, financiamiento y capacitación de sus recursos humanos. Es decir, desarrolla su cadena de valor hacia dentro del tejido empresario nacional. Por añadidura, es generadora de tecnología y empleo de calidad, tanto en calificación como en ingresos”.
“La sostenida extranjerización de la economía argentina se inició en los 90 con las privatizaciones y la apertura liberal, y continúa con importantes adquisiciones brasileñas. Techint es la única empresa de capitales nacionales que aún queda dentro de las diez de mayor facturación del país. ¿Puede el Gobierno Nacional desentenderse de tal empresa, aún cuando involucre a un gobierno aliado político y socio comercial de la Argentina?” Estas causas económicas no han cambiado: Techint en 2007 se ubicó primera en facturación nacional, por encima incluso de Repsol.
El frente policlasista
El proceso argentino actual está lleno de todas las contradicciones que suelen tener los frentes policlasistas. Aún así, para muchos de nosotros sigue siendo progresivo en términos sociales y económicos, y por ello participamos militantemente en su defensa. Este policlasismo está compuesto, con trazo muy grueso, por los trabajadores, las organizaciones sociales, el grueso de la corporación política (es decir, la burocracia estatal) y por los industriales, expresados por la UIA. Una corporación que como decía Perón, “no es ni muy industrial ni muy argentina”. Pero sigue siendo la burguesía que tenemos y apoyo fundamental contra el paro patronal de la semana siguiente.
Dimensionemos el paro agropecuario: fue el golpe de gracia para los golpes genocidas argentinos y chilenos. Son la base social de lo más reaccionario de nuestra sociedad y para peor, son los dueños de una porción muy importante de nuestras divisas devenidas por el comercio internacional. El kirchnerismo, avanzando, llegó al nudo de nuestra historia, el campo, y ellos, como respuesta, han puesto a todo este proceso en un grado de exposición, de fragilidad altísimo.
El kirchnerismo pudo salvarse de la ofensiva agraria, pero la nacionalización de Sidor castiga la constitución de este frente. Y no lo castiga por la rentabilidad perdida de Techint, que tiene suficiente espalda financiera, sino por las consecuencias ideológicas de la medida. En el diario La Nación, los lectores –menos sutiles que Joaquín Morales Solá – enrostraban el adagio “cría cuervos y te sacarán los ojos”, e invitaban a Techint y a los empresarios industriales que apoyan al kirchnerismo a pasarse al bando que conduce la Sociedad Rural.
La UIA, conducida por Techint, fácilmente puede abandonar el kirchnerismo. Y lo cierto es que la construcción popular que tenemos para sostener este proceso aún es insuficiente para dar una batalla frontal contra todo el capitalismo nacional, trasnacional, financiero, industrial y agropecuario unificado. (Agencia Paco Urondo)
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