Capital Federal (Agencia Paco Urondo, publicado en Buenos Aires Economico 04/06/2010)
Existe un argumento fuertemente difundido de que es desproporcionado sostener que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner superó a gobiernos como el de Sarmiento o Mitre, que permitieron la consolidación del modelo agroexportador en la Argentina. Esta concepción hace referencia a corrientes migratorias que llegaron al país durante ese período, sobre todo entre 1890 y 1900, inmigrantes en busca de oportunidades de trabajo y progreso que Europa no podía brindarles.
Según esta argumentación, no se percibió bajo el gobierno de Néstor Kirchner, ni se percibe ahora en la gestión de Cristina Fernández, que tengamos una inmigración de esa magnitud. Más bien nuestros hijos se plantean, según esta concepción, en qué país vivir que no sea éste.
Describen a la Generación del ’80 como aquella que llevó a cabo la transformación más importante del país, que pasó de ser un desierto a ser uno de los países más prósperos del mundo. Para tal justificación, contrastan las exportaciones que representaban en ese momento histórico el 50% del conjunto de nueve países vecinos. En contraposición, en el período 2003/2007 configuran tan sólo un 15 por ciento.
Para finalizar, expresan que en un modelo de país exitoso, los padres deberían poder mantener a sus hijos sin requerir de una asignación universal. Observan también la conducta de los empresarios que, según esta argumentación, analizan en qué país les conviene invertir fuera de la República Argentina.
En definitiva, el país del Centenario era el de la gente que venía a radicarse a sabiendas que con trabajo y esfuerzo se aseguraban el progreso de su familia. En cambio, hoy en día la gente vive de la subsidiariedad del gobierno de turno.
Ahora bien: ¿qué país teníamos en el Centenario? Si seguimos la línea editorial expuesta, vemos que el primer centenario fue un país de oportunidades, próspero para los inmigrantes que venían a trabajar las tierras en busca de mejores condiciones de vida, donde tenían un futuro asegurado para sus familias. El “granero del mundo”, del cual partían las materias primas sin elaborar hacia el Viejo Continente, una Argentina inmersa en el modelo agroexportador, del que tanto se ha hablado, en el que crecían las exportaciones año tras año, donde el PBI aumentaba y que llegó a ser el séptimo país más rico del mundo. ¿Se podría decir entonces que fue similar a la belle époque de Europa?
Las exportaciones: respecto del nivel de exportaciones sobre el volumen latinoamericano y donde atribuye a la Generación del ’80 la prosperidad de nuestro país, es curioso que este tipo de argumentación no mencione que ese 50% se desvanecía por la avalancha de importaciones de la época, dado que la Nación no producía nada.
Para complementar la refutación, no deben dejar de observarse las remesas que se llevaban los británicos, dado que el gobierno aseguraba el 7% de la inversión inicial que hacía en los ferrocarriles.
Tampoco se hace referencia a las tierras expropiadas a los pueblos originarios en la Campaña del Desierto, donde se los exterminó casi por completo. El país de las grandes oportunidades y del progreso, más bien fue un país de pocos, que se repartieron las tierras entre ellos, ya que tenían el poder del Estado en sus manos, despilfarrando lo obtenido por la renta agraria diferencial, en construcciones de palacios al estilo europeo, en lugar de reinvertir el excedente en una industria nacional y redistribuir la riqueza.
La inmigración: en este sentido, debemos analizar por qué se dio el fenómeno inmigratorio desde los países europeos hacia la Argentina. Es verdad que los inmigrantes encontraron oportunidades en nuestro país, el fácil acceso a alimentos, que no tenían en Europa, por la relación precio-capacidad productiva debido a la gran fertilidad del suelo, siendo a su vez ésta la causa que contuvo a las masas, a pesar de las injusticias sociales de la época.
Sin embargo, las verdaderas causas de la oleada inmigratoria son más complejas. Hoy en día ha caído en desuso la antigua polémica de los factores de pull o de atracción de un área y push o expulsión del área de origen.
La inmigración europea fue un fenómeno policausal, donde la demográfica es la causa más importante. Veamos: en Europa se vio una tensión entre población y recursos existentes en las sociedades preindustriales, situación que se vio agravada por la transición de dos situaciones demográficas diferentes.
En este sentido, se parte de la contraposición de un modelo demográfico antiguo caracterizado por altas tasas de natalidad y mortalidad y otro moderno con bajas tasas de natalidad y mortalidad. El problema se dio en la fase de transición de uno a otro, ya que la tasa de mortalidad desciende más rápido que la de natalidad, por los avances en la medicina, lo que genera un excedente de población, que difícilmente encontraría ocupación en la economía local y se vea obligada a emigrar.
Asimismo, la oleada de inmigrantes fue una gigantesca incorporación de mano de obra con una cultura del trabajo bien marcada. Esta incorporación se hizo a través de contratos leoninos de arrendamiento, donde los arrendatarios tenían obligación de comprar insumos y herramientas a los arrendadores a precios viles y vender lo producido a valores ínfimos.
Por otro lado, la repatriación de los argentinos que en plena crisis del 2001-2002 decidieron emigrar a otros países, en especial al continente europeo; en la actualidad están regresando, consecuencia del nuevo modelo de desarrollo iniciado en el 2003 y de la crisis que atraviesan los países europeos como Grecia y España, con el agravante de las políticas que están programando llevar a cabo para subsanar dicha situación y que recaen en aplicar las viejas medidas neoliberales que el FMI impone y que ya han fracasado rotundamente en América latina.
El actual modelo económico: el modelo económico actual se basa en cinco políticas centrales macroeconómicas:
1) Tipo de cambio real competitivo: la devaluación de la moneda nacional respecto de monedas extranjeras, que permite la reapertura de industrias promoviendo también las exportaciones debido también a dicha competitividad.
2) Desendeudamiento público: que se llevó a cabo a partir de dos medidas, el pago al FMI con reservas del BCRA y la reestructuración de la deuda en default, que implicó una fuerte quita de capital e intereses, permitiendo así liberar recursos para incrementar de manera sustentable el gasto público.
3) Política fiscal expansiva: el aumento permanente del gasto público fue una de las políticas centrales que ha mantenido el Gobierno, incluso durante la crisis internacional, aumentando constantemente la inversión social, las obras de infraestructura y los subsidios para la contención de precios (aguas, gas, luz). Esto se ve reflejado en el crecimiento del mercado interno a partir de que aumenta la demanda, generando un aumento del producto y la creación de empleo.
4) Aumento sostenido de las jubilaciones, salarios e ingresos: permitiendo el aumento del poder adquisitivo de los jubilados y trabajadores a través de las paritarias. Conjuntamente la revolucionaria medida de la asignación universal por hijo.
5) Retenciones: donde el Gobierno ha aumentado las retenciones, priorizando así el consumo del mercado interno y buscando evitar la replica del modelo agroexportador.
Después de varios años del neoliberalismo, de destrucción sistemática de la industria y de los puestos de trabajo, actualmente se está llevando adelante un proceso de reindustrialización nacional, con integración social y desarrollo económico.
El desarrollo de la industria es fundamental, debido a que posee dos ventajas con respecto al agro. Una social, al crear masivamente puestos de trabajo. Otra económica, dado que es en la industria donde se producen los avances tecnológicos que permiten achicar las brechas con los países desarrollados.
Raramente los defensores del modelo económico del Bicentenario omiten mencionar que la crisis internacional no ha repercutido prácticamente en nuestro país. Por el contrario, como resultado del modelo económico actual seguimos teniendo un crecimiento sostenido y constante.
Evidentemente no se puede construir en siete años lo que se destruyó en treinta, y quedan todavía cosas por profundizar. Sin embargo, no se puede obviar que hoy tenemos un modelo económico consolidado. En la actualidad, el contexto internacional es ampliamente desfavorable por la crisis económica internacional, y aun así, por primera vez no hubo ajustes en los salarios, reducción de jubilaciones, enfriamiento de la economía y estancamiento del crecimiento económico. Todo lo contrario, vemos cómo los países centrales se hunden, sin que repercuta prácticamente en nuestro país.
Ésta es una de las grandes diferencias que hay entre el modelo actual y el modelo agroexportador del primer Centenario derrumbado por completo con la crisis de 1929. ¿Existen dudas de cuál es el mejor modelo económico?
Existe un argumento fuertemente difundido de que es desproporcionado sostener que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner superó a gobiernos como el de Sarmiento o Mitre, que permitieron la consolidación del modelo agroexportador en la Argentina. Esta concepción hace referencia a corrientes migratorias que llegaron al país durante ese período, sobre todo entre 1890 y 1900, inmigrantes en busca de oportunidades de trabajo y progreso que Europa no podía brindarles.
Según esta argumentación, no se percibió bajo el gobierno de Néstor Kirchner, ni se percibe ahora en la gestión de Cristina Fernández, que tengamos una inmigración de esa magnitud. Más bien nuestros hijos se plantean, según esta concepción, en qué país vivir que no sea éste.
Describen a la Generación del ’80 como aquella que llevó a cabo la transformación más importante del país, que pasó de ser un desierto a ser uno de los países más prósperos del mundo. Para tal justificación, contrastan las exportaciones que representaban en ese momento histórico el 50% del conjunto de nueve países vecinos. En contraposición, en el período 2003/2007 configuran tan sólo un 15 por ciento.
Para finalizar, expresan que en un modelo de país exitoso, los padres deberían poder mantener a sus hijos sin requerir de una asignación universal. Observan también la conducta de los empresarios que, según esta argumentación, analizan en qué país les conviene invertir fuera de la República Argentina.
En definitiva, el país del Centenario era el de la gente que venía a radicarse a sabiendas que con trabajo y esfuerzo se aseguraban el progreso de su familia. En cambio, hoy en día la gente vive de la subsidiariedad del gobierno de turno.
Ahora bien: ¿qué país teníamos en el Centenario? Si seguimos la línea editorial expuesta, vemos que el primer centenario fue un país de oportunidades, próspero para los inmigrantes que venían a trabajar las tierras en busca de mejores condiciones de vida, donde tenían un futuro asegurado para sus familias. El “granero del mundo”, del cual partían las materias primas sin elaborar hacia el Viejo Continente, una Argentina inmersa en el modelo agroexportador, del que tanto se ha hablado, en el que crecían las exportaciones año tras año, donde el PBI aumentaba y que llegó a ser el séptimo país más rico del mundo. ¿Se podría decir entonces que fue similar a la belle époque de Europa?
Las exportaciones: respecto del nivel de exportaciones sobre el volumen latinoamericano y donde atribuye a la Generación del ’80 la prosperidad de nuestro país, es curioso que este tipo de argumentación no mencione que ese 50% se desvanecía por la avalancha de importaciones de la época, dado que la Nación no producía nada.
Para complementar la refutación, no deben dejar de observarse las remesas que se llevaban los británicos, dado que el gobierno aseguraba el 7% de la inversión inicial que hacía en los ferrocarriles.
Tampoco se hace referencia a las tierras expropiadas a los pueblos originarios en la Campaña del Desierto, donde se los exterminó casi por completo. El país de las grandes oportunidades y del progreso, más bien fue un país de pocos, que se repartieron las tierras entre ellos, ya que tenían el poder del Estado en sus manos, despilfarrando lo obtenido por la renta agraria diferencial, en construcciones de palacios al estilo europeo, en lugar de reinvertir el excedente en una industria nacional y redistribuir la riqueza.
La inmigración: en este sentido, debemos analizar por qué se dio el fenómeno inmigratorio desde los países europeos hacia la Argentina. Es verdad que los inmigrantes encontraron oportunidades en nuestro país, el fácil acceso a alimentos, que no tenían en Europa, por la relación precio-capacidad productiva debido a la gran fertilidad del suelo, siendo a su vez ésta la causa que contuvo a las masas, a pesar de las injusticias sociales de la época.
Sin embargo, las verdaderas causas de la oleada inmigratoria son más complejas. Hoy en día ha caído en desuso la antigua polémica de los factores de pull o de atracción de un área y push o expulsión del área de origen.
La inmigración europea fue un fenómeno policausal, donde la demográfica es la causa más importante. Veamos: en Europa se vio una tensión entre población y recursos existentes en las sociedades preindustriales, situación que se vio agravada por la transición de dos situaciones demográficas diferentes.
En este sentido, se parte de la contraposición de un modelo demográfico antiguo caracterizado por altas tasas de natalidad y mortalidad y otro moderno con bajas tasas de natalidad y mortalidad. El problema se dio en la fase de transición de uno a otro, ya que la tasa de mortalidad desciende más rápido que la de natalidad, por los avances en la medicina, lo que genera un excedente de población, que difícilmente encontraría ocupación en la economía local y se vea obligada a emigrar.
Asimismo, la oleada de inmigrantes fue una gigantesca incorporación de mano de obra con una cultura del trabajo bien marcada. Esta incorporación se hizo a través de contratos leoninos de arrendamiento, donde los arrendatarios tenían obligación de comprar insumos y herramientas a los arrendadores a precios viles y vender lo producido a valores ínfimos.
Por otro lado, la repatriación de los argentinos que en plena crisis del 2001-2002 decidieron emigrar a otros países, en especial al continente europeo; en la actualidad están regresando, consecuencia del nuevo modelo de desarrollo iniciado en el 2003 y de la crisis que atraviesan los países europeos como Grecia y España, con el agravante de las políticas que están programando llevar a cabo para subsanar dicha situación y que recaen en aplicar las viejas medidas neoliberales que el FMI impone y que ya han fracasado rotundamente en América latina.
El actual modelo económico: el modelo económico actual se basa en cinco políticas centrales macroeconómicas:
1) Tipo de cambio real competitivo: la devaluación de la moneda nacional respecto de monedas extranjeras, que permite la reapertura de industrias promoviendo también las exportaciones debido también a dicha competitividad.
2) Desendeudamiento público: que se llevó a cabo a partir de dos medidas, el pago al FMI con reservas del BCRA y la reestructuración de la deuda en default, que implicó una fuerte quita de capital e intereses, permitiendo así liberar recursos para incrementar de manera sustentable el gasto público.
3) Política fiscal expansiva: el aumento permanente del gasto público fue una de las políticas centrales que ha mantenido el Gobierno, incluso durante la crisis internacional, aumentando constantemente la inversión social, las obras de infraestructura y los subsidios para la contención de precios (aguas, gas, luz). Esto se ve reflejado en el crecimiento del mercado interno a partir de que aumenta la demanda, generando un aumento del producto y la creación de empleo.
4) Aumento sostenido de las jubilaciones, salarios e ingresos: permitiendo el aumento del poder adquisitivo de los jubilados y trabajadores a través de las paritarias. Conjuntamente la revolucionaria medida de la asignación universal por hijo.
5) Retenciones: donde el Gobierno ha aumentado las retenciones, priorizando así el consumo del mercado interno y buscando evitar la replica del modelo agroexportador.
Después de varios años del neoliberalismo, de destrucción sistemática de la industria y de los puestos de trabajo, actualmente se está llevando adelante un proceso de reindustrialización nacional, con integración social y desarrollo económico.
El desarrollo de la industria es fundamental, debido a que posee dos ventajas con respecto al agro. Una social, al crear masivamente puestos de trabajo. Otra económica, dado que es en la industria donde se producen los avances tecnológicos que permiten achicar las brechas con los países desarrollados.
Raramente los defensores del modelo económico del Bicentenario omiten mencionar que la crisis internacional no ha repercutido prácticamente en nuestro país. Por el contrario, como resultado del modelo económico actual seguimos teniendo un crecimiento sostenido y constante.
Evidentemente no se puede construir en siete años lo que se destruyó en treinta, y quedan todavía cosas por profundizar. Sin embargo, no se puede obviar que hoy tenemos un modelo económico consolidado. En la actualidad, el contexto internacional es ampliamente desfavorable por la crisis económica internacional, y aun así, por primera vez no hubo ajustes en los salarios, reducción de jubilaciones, enfriamiento de la economía y estancamiento del crecimiento económico. Todo lo contrario, vemos cómo los países centrales se hunden, sin que repercuta prácticamente en nuestro país.
Ésta es una de las grandes diferencias que hay entre el modelo actual y el modelo agroexportador del primer Centenario derrumbado por completo con la crisis de 1929. ¿Existen dudas de cuál es el mejor modelo económico?
El autor del articulo es integrante del Grupo de Estudios de Economia Nacional y Popular GEENap. www.geenap.com.ar (Agencia Paco Urondo)
Muy buena la nota grande el geenap
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