jueves, 16 de diciembre de 2010

Controlando al Capital, por Exequiel Cunibertti

Capital Federal (Agencia Paco Urondo, publicado por Diario BAE 10/12/2010)

En la Republica Argentina, el desarrollo económico y social ha sido reinstaurado a partir del año 2003. Es importante señalarlo, dado que economistas del campo ortodoxo y algunos del heterodoxo todavía presentan reticencias en reconocerlo. El desarrollo económico que Néstor Kirchner instauró y que esta profundizando la presidenta Cristina Fernández presenta un alto grado de inclusión social, de redistribución de la riqueza, un fuerte crecimiento de todos aquellos indicadores que permiten determinar el grado de desarrollo económico y social de un país.

Tanto la tasa de actividad, como la cantidad de trabajadores declarados, el salario mínimo, vital y móvil, el índice de nivel de empleo industrial, en construcción, en comercio y el índice de nivel de empleo total, el nivel de alfabetización, los niveles de esperanza de vida y la capacidad de desarrollar nuevas tecnologías han tenido un fuerte crecimiento sostenido durante el presente período. Pero además, ha contado con una fuerte disminución de las tasas de desempleo y subocupación, la tasa de mortalidad infantil y las tasas de desigualdad, entre otros indicadores.

De esta manera, podemos afirmar que este modelo de desarrollo es, sin lugar a duda, el más importante en los últimos 60 años. Sin embargo, debemos contemplar algunas situaciones que impiden profundizar aún más el modelo. Cabe destacar que ciertos aspectos en materia económico-tributaria continúan presentando rasgos de desigualdad. Mismo caso se presenta en materia financiera con el acceso al crédito. Estos ejes centrales de discusión han tenido una fuerte modificación, en su modo de operación y su capacidad de respuesta, durante estos últimos años. Han desarrollado grandes avances en materia de controles, en materia de investigaciones, y por sobretodo, en romper con los ejes centrales del neoliberalismo acompañando el proceso con políticas fiscales y monetarias muy importantes.

La discusión sobre el sistema tributario argentino es amplia e importante, dado que afecta a sectores económicos poderosos y a la población argentina en su totalidad. Pero es necesario indagar el siguiente interrogante: ¿porque grupos económicos fuertes y consolidados adhieren a mecanismos poco claros que permiten suavizar su contribución fiscal?

Debemos considerar que, gracias a los cambios tecnológicos en materia de controles e investigación, la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) durante el presente año ha podido determinar graves casos de evasión fiscal que desfinancian al fisco, defraudan al erario público y cuyo sustento legal deriva de la Ley Penal Tributaria que concibe infinitos grises dentro del concepto de elusión fiscal. Los casos más relevantes han sido los de Bunge, Cargill y en estos últimos días el de Molinos Río de la Plata. Grandes multinacionales que utilizaron un mismo mecanismo base: la triangulación.

¿Qué es triangular? Es vender, o declarar que se vende, desde Argentina hacia un país con una minima o nula carga fiscal de manera de contribuir poco o nada sobre dicha operación, y luego desde ese país vender a países con contribuciones más elevadas. Es decir, que la triangulación es un mecanismo por el cual las empresas utilizan un intermediario para pagar una menor cantidad de impuestos.

Veamos un caso. Uruguay tiene dentro de su territorio lo que se denominan zonas francas. Zonas de escasa o nula tributación que no llegan a ser considerados Paraísos Fiscales o zonas Off-Shore, pero que se le parecen bastante. Durante el año 2009, de acuerdo a la información que proporciona Aduana, las exportaciones que Argentina realizó a Uruguay fue de US$ 2.015 millones. Hasta aquí uno podría considerar que no existe ningún tipo de inconveniente. Pero al analizar los datos que AFIP recibe, en base a las declaraciones juradas (DDJJ) de IVA, sobre empresas argentinas en operaciones con empresas del país hermano, esa cifra asciende a US$ 8.842 millones. Por lo tanto, existe una diferencia del 338.81%.

Ante esto podemos preguntarnos de lo declarado por facturación, ¿donde fue a parar la diferencia de las mercaderías exportadas por US$ 6.827 millones? Y desde aquí se debe analizar el problema. Si esas mercaderías salieron del país hacia Uruguay, según los declarado en la DDJJ de IVA, donde fueron a parar dado que Uruguay sólo recibió el 22,8% de esa mercadería. La evidencia ante la razón indica que el saldo restante de las mercaderías nunca cruzaron el charco, sino que fueron enviadas hacia otros destinos. De esta manera, estamos ante un caso de evasión fiscal a niveles muy importantes.

Comparémoslo con alguna cifra relevante en materia socio-económica nacional. Por ejemplo, el programa de asignación universal por hijo, la medida social más importante de los últimos 60 años, que brinda cobertura a más de 3,5 millones de niños en todo el país y que generó la inserción o reinserción de más del 25% de niños en establecimientos educativos, tiene una inversión aproximada de US$ 2.500 millones. Por lo tanto, lo evadido en las operaciones comerciales con Uruguay permitiría generar más de 2,5 programas de asignaciones universales. Con esto vemos que este hecho es relevante y reviste una importante gravedad a la profundización del modelo económico argentino.

Otros países presentan las mismas diferencias entre aduana y las declaraciones juradas: Suiza, Barbados, Islas Caimán, Singapur, y la lista continua. Ante esto, ¿Como podemos explicar esta situación? Muchas empresas multinacionales con sede operacional en el país han creado filiales en distintos países del mundo, y entre estos, en algunos de escasa tributación. A partir de ello, las operaciones comerciales que realizan, las efectúan a través de dichas filiales.

La triangulación directa refiere al siguiente esquema. Una empresa con sede en Argentina, realiza operaciones con su filial uruguaya y el envío de mercaderías se hace desde la aduana nacional, en una parte por la empresa sede y en otra mediante la facturación de la empresa filial hacia la importadora real. A través de esto, la empresa con sede en Argentina sólo contribuye de la manera correspondiente en el porcentaje que exporta de por si, mientras que lo exportado por su filial ingresa en el marco de operaciones fraudulentas desfinanciando al estado nacional en los parámetros que anteriormente describimos.

Las triangulaciones con subfacturación responden a otro modelo: vender a precios inferiores que los de mercado desde las filiales hacia otros destinos, generar quebrantos contables para luego reabsorberlos en la sede central en Argentina y pagar menor cantidad de impuesto a las ganancias.

Ambos mecanismos traen las mismas consecuencias fiscales de desfinanciamiento y vaciamiento del Estado por parte de algunas empresas nacionales, y recaen en primera medida en materia de elusión. Debido a este tipo de procedimientos, los casos Bunge y Cargill se encuentran en manos de la Justicia Penal Económica y el caso de Molinos esta en proceso de investigación.

Pasando al plano financiero, también existen inconvenientes. Según una investigación realizada por Cefid-Ar (Centro de Economía y Finanzas para el Desarrollo de la Argentina) la fuga de capitales, que atenta contra la Republica Argentina, desde hace décadas tuvo un punto de impacto muy grande en el trienio 2007/2009 con un nivel de salida de capitales en términos de US$ 30.000 millones (debido en gran medida al lock-out patronal de algunos sectores agropecuarios, a la reestatización del sistema previsional y a la crisis financiera mundial). De esos US$ 30.000 millones, tan sólo US$ 1.119 millones fueron vendidos desde el Banco Central, que dirigía Martín Redrado. Por lo tanto, algo más de 29.000 millones de dólares fueron fugados por parte de los sectores privados vía el comercio exterior (dos conglomerados empresarios, como el sector Cerealero y Aceitero, están bajo un fuerte proceso de investigación por dichas operaciones).

La fuga de capitales durante el presente 2010 ha presentado una importante disminución, lo cual resulta coincidente con el arribo de Mercedes Marco del Pont y las medidas adoptadas. Los niveles de control y de cruce de información son ahora precisos e indispensables. Y ante la evidencia de este tipo de fraudes comprobados, los niveles de control han dejado de ser individuales de cada institución, y ahora son interinstitucional con una importante participación del BCRA, AFIP, UIF, Anses entre otras.

Por lo antedicho, queda reflejada la imperiosa necesidad de realizar una fuerte modificación del sistema tributario nacional para que estos marcos de elusión fiscal sean reconsiderados desde el punto de vista legal, donde el sistema tributario se convierta en un sistema más justo y equitativo, y donde el sistema financiero no repita las practicas históricas y se comience a repensar el sistema de créditos como un derecho y no como un privilegio. Y donde la contribución de los empresarios se corresponda con los niveles de actividad que presentaron en el marco que se ha creado desde las decisiones políticas y se distribuyan con los agentes que generan la riqueza de la nación, que son sin lugar a dudas el pueblo trabajador, manteniendo los mecanismos de control Inter-institucionales existentes. Pues sin lugar a dudas, “los muchachos son buenos, pero controlados son mejores”.

El autor es integrante del Grupo de Estudio de Economía Nacional y Popular (GEENaP), www.geenap.com.ar (Agencia Paco Urondo)

El modelo económico kirchnerista, por Juan Santiago Fraschina

Capital Federal (Agencia Paco Urondo, publicado en Revista 2010, Noviembre 2010)

El golpe de Estado de 1976 tenía fundamentalmente dos objetivos centrales y fuertemente entrelazados: desperonizar la sociedad argentina al mismo tiempo que romper con el modelo de industrialización por sustitución de importaciones. El general Aramburu creía que simplemente prohibiendo los símbolos y las liturgias relacionadas con el peronismo, la sociedad en general y la clase obrera en particular se olvidarían del legado de Juan Domingo Perón y de Eva Duarte. Sin embargo, y a contraposición de lo pensado por los autores del golpe de Estado de 1955 el resultado fue el crecimiento y la radicalización de la resistencia peronista que obligaron a los militares permitir el retorno del general Perón a la escena política a principios de la década del setenta.

Por tal motivo, los militares que pergeñaron el golpe de 1976 llegaron a la conclusión de que la única forma de poder efectivamente desperonizar a la sociedad argentina era a través de la destrucción del modelo económico que se traducía en un fortalecimiento de la columna vertebral del peronismo, es decir, el movimiento obrero organizado. Esto es, desindustrializar a la economía argentina para debilitar a la clase obrera y sostener la construcción de un nuevo modelo económico a favor de los sectores dominantes. Este nuevo régimen de acumulación fue el modelo neoliberal de valorización financiera que tuvo distintas etapas en su construcción y consolidación y que implicó la apertura comercial, la libre operación de los mercados de capitales, la desregulación de los mercados, la flexibilización laboral y un proceso de privatizaciones.

La dictadura militar y la implementación del modelo neoliberal (1976-1983): la implementación del modelo neoliberal durante la dictadura militar tuvo dos etapas. La primer etapa consistió en la concentración del ingreso a través de tres medidas que se tomaron durante el primer año de la dictadura. En efecto, el congelamiento del salario nominal, la eliminación del control de precios de las mercancías junto con una fuerte devaluación de la moneda generaron una significativa reducción del salario real de los trabajadores a partir del proceso inflacionario que desató.

Este fenómeno generó una transferencia de ingresos desde los asalariados a los sectores dominantes rompiendo con la “sociedad del empate” que se había constituido durante la industrialización sustitutiva y fundamentalmente a partir de los dos primeros gobierno de Perón. De esta manera, la clase trabajadora pasó de participar del 44% del PBI en 1975 al 28% en 1976; por lo que el capital que se apropiaba del 56% del producto en 1975 pasó a participar del 72% en 1977. Por lo tanto, durante el primer año del modelo neoliberal se produjo una fuerte concentración del ingreso generando una pauperización social, rompiendo con uno de los rasgos centrales que había caracterizado a la sociedad argentina durante el modelo de industrialización por sustitución de importaciones.

Luego de pulverizar el salario real, concentrar el ingreso y comprimir el mercado interno se desarrolló la segunda etapa en la implementación del modelo neoliberal: la construcción de un modelo de valorización financiera y la desarticulación del aparato manufacturero nacional. Este objetivo se logró a través de la reforma financiera introducida por la dictadura militar en 1977 que consistió básicamente en dos puntos. Por un lado, la liberalización de la tasa de interés y la prohibición al Banco Central de la República Argentina a financiar el déficit fiscal. De esta manera, a partir de la reforma el desequilibro fiscal comenzó a ser financiado a través del endeudamiento público. El resultado fue un crecimiento de la tasa de interés local.

Junto con la reforma del sistema financiero la dictadura militar estableció la liberalización de la cuenta de capital de la balanza de pagos, permitiendo de esta forma que el sector privado, y básicamente los grandes grupos económicos, pudieran pedir prestado dinero en el extranjero y fugar sus recursos libremente. A partir de estas medidas se modificaron en la economía argentina las rentabilidades relativas de los distintos sectores económicos. Al ser más rentable el sector financiero que invertir en la producción industrial. Además debemos agregarle la tablita cambiaria impuesta por Martínez de Hoz que implicaba un tipo de cambio fijo que devaluaciones pre-anunciadas. En otras palabras, todos loas agentes económicos sabían que día y cuanto el gobierno nacional devaluaría la moneda.

En este modelo de valorización financiera junto con el crecimiento de la deuda pública tanto interna como externa para poder financiar el déficit fiscal se produjo un significativo crecimiento de la deuda externa privada como consecuencia de la denominada “bicicleta financiera”. A partir del fuerte crecimiento de la liquidez del sistema financiero internacional como resultado de la aparición de los petrodólares a principio de la década del setenta la tasa de interés internacional era reducida en comparación a la tasa de interés interna que aumento como resultado de la reforma financiera de 1977.

En este contexto, el capital concentrado interno comenzó a endeudarse en el extranjero a una tasa de interés relativamente reducida, luego compraban pesos en el mercado local y lo depositaban en el sistema bancario interno que les daba una tasa de interés más alta a la que se habían endeudado. Es importante destacar que la tasa de interés de los depósitos en pesos era mayor a la que podían recibir en dólares, por tal motivo cambiaban los dólares por pesos teniendo en cuenta que el tipo de cambio era fijo y que conocían de antemano cuando se devaluaría la moneda.

De esta manera, obtenían una renta financiera a partir de la valorización de la masa dineraria que obtenían de endeudarse en el extranjero. Pero que además esa ganancia que obtenían luego la fugaban al extranjero. Es así que al mismo tiempo que crecía abruptamente la deuda externa privada se expandía la fuga de capitales al extranjeros de los grandes grupos económicos. La renta financiera era superior a la renta productiva por lo cual se tradujo en una de las causas centrales del proceso de desindustrialización y crecimiento del desempleo durante la dictadura militar.

Por último, en 1982 Domingo Cavallo presidente del Banco Central decidió estatizar la deuda externa privada. Es decir, la deuda externa de los grande grupos económicos pasó al Estado nacional, por la cual la tuvo que pagar la población argentina a través del pago de los impuestos. Se estatizó la deuda externa de los grandes empresarios pero no los dólares que tenían fugados en el extranjero, esto es, se estatizaron los costos pero no las ganancias que la “bicicleta financiera” le había generado al capital concentrado interno. De esta forma, una de las consecuencias más nefasta del modelo neoliberal y de la dictadura militar fue la deuda externa pública que paso de 8.600 a 46.000 millones de dólares aproximadamente. El legado de la dictadura a partir de la instauración del modelo neoliberal fue entonces desarticulación del aparato manufacturero nacional, aumento del desempleo, la pobreza y la indigencia, concentración del ingreso, desaparición de una gran cantidad de pequeñas y medianas empresas y un aumento abrupto de la deuda externa y la fuga de capitales. Este modelo económico pudo ser instaurado a partir del terrorismo de Estado que generó el inició de la despolitización de la sociedad argentina.

Legitimación y profundización del modelo neoliberal (1983-2003):el retorno de la democracia implicó incipiente retorno de la política como eje ordenador de la sociedad argentina. Sin embargo, la legitimación y profundización del modelo neoliberal se tradujo en un alejamiento creciente de la sociedad en general y de la juventud en particular con respecto a la política. Despolitización y modelo neoliberal son dos caras de la misma moneda.

Con el gobierno de Alfonsín la Argentina inició el camino de la subordinación al FMI que comenzó a actuar como representante de los acreedores externos. De esta manera, el organismo internacional empezó a imponerle a la Argentina distintos modelos económicos con el único objetivo de garantizar el cumplimiento del pago de la deuda y sus intereses a los acreedores.

En este sentido, el FMI refomento dos programas de reformas estructurales para la economía y la sociedad argentina. El primero fue el programa de ajuste estructural impuesto en la década del ochenta al gobierno radical que consistía en la reducción del gasto público para generar un superávit fiscal suficiente para así de esta manera poder pagar los distintos servicios de la deuda pública. Dicho de otra forma, el gobierno de Alfonsín redujo los gastos del Estado en educación, salud, gasto social, infraestructura para utilizar esos recursos para pagarle a los acreedores externos. Pagar la deuda externa con el hambre y la pobreza de los Argentinos. La década del ochenta termino con una de las perores crisis económica y social de nuestra historia que fue la crisis hiperinflacionaria de 1989 y que implico la salida anticipada de Alfonsín de la presidencia.

En este contexto, el FMI redoblo la apuesta. Según el organismo internacional el problema había sido que la reducción del gasto público no fue acompañado por un reforma estructural de la economía nacional. De esta forma, nos impuso en la década del noventa el Consenso de Washington que se caracterizaba por disciplina fiscal junto con un conjunto de políticas neoliberales como por ejemplo las privatizaciones, la apertura comercial, la desregulación de los mercados y la liberalización financiera.

El gobierno de Menem junto con el modelo de Convertibilidad que replicaba la tablita cambiaria de Martínez de Hoz se encargó de imponer las políticas recomendadas en el Consenso de Washington. Luego, este modelo fue legitimado y profundizado a través de distintas medidas como por ejemplo la flexibilización laboral por el gobierno de la Alianza encabezado por el radical Fernando De La Rua. El nuevo paquete del FMI terminó en la crisis de 2001, la pero crisis económica y social de la historia argentina en términos de caída del producto y en relación al aumento de la pobreza y la indigencia que genero.

A partir de la crisis se fue delineando la salida neoliberal de la crisis diseñada por el FMI: la salida duhaldista. El proyecto económico de Duhalde era una maxi devaluación de la moneda acompañada por un congelamiento del salario nominal que se tradujo en proceso inflacionario que provocó una caída del salario real de los trabajadores con el objetivo de beneficiar exclusivamente a los grandes exportadores. La salida neoliberal de la crisis de 2001 era una nueva transferencia de recursos desde los sectores asalariados (caída del salario real) a los sectores dominantes en este caso los grandes exportadores del sector agrario e industrial).

Nos esperaba nuevamente la desolación. Nos esperaba nuevamente más pauperización social y económica, más despolitización, más impunidad. La sensación era que la degradación de la Argentina no tenía final. Sin embargo, la resistencia popular que terminó con dos muertos a partir de la represión policial se tradujo en el adelantamiento de las elecciones y el triunfo de un desconocido: Néstor Carlos Kirchner que asumió la presidencia en mayo del 2003.

Con estos treinta años de neoliberalismo, dependencia económica y despolitización rompió el kirchnerismo. La construcción de un modelo de reindustrialización con inclusión social y distribución del ingreso fueron los rasgos centrales de la economía argentina a partir del 2003. Esto necesito de dos cosas. Por un lado, el pago al FMI para aumentar los márgenes de independencia económica para la construcción del nuevo modelo de desarrollo. Por otro lado, volver a poner a la política en el centro de la sociedad argentina para la defensa por parte de los sectores populares del nuevo modelo. Modelo nacional y popular y politización de la sociedad argentina son dos caras de la misma moneda. Por todo esto y mucho más, gracias Néstor, Fuerza Cristina.

El autor es economista del Grupo de Estudio de Economía Nacional y Popular (GEENaP) www.geenap.com.ar(Agencia Paco Urondo)

lunes, 6 de diciembre de 2010

¿VIENTO DE COLA O HURACAN INTERNO?, por Juan Santiago Fraschina

Capital Federal (Agencia Paco Urondo, publicado en Diario BAE, el 3/12/2010)

Existe consenso entre los economistas ortodoxos – neoliberales, incluso con algunos economistas autodenominados como heterodoxos – progresistas, y el arco opositor al gobierno nacional de que el éxito en términos de crecimiento económico y reducción de la desocupación y pobreza de la economía actual se debe únicamente a los altos precios internacionales de los commodities que la Argentina exporta, como por ejemplo la soja. Lo que estos sectores llaman el viento de cola. Incluso algunos economistas sostienen que si en la Convertibilidad se hubiera tenido estos precios internacionales, el modelo instaurado en la década del noventa hubiera sido exitoso.

¿Hay que negar los beneficios que trae el aumento de los precios internacionales de los alimentos y las materias primas? Por su puesto que no. Es importante para el aumento de las exportaciones, el superávit comercial y el crecimiento de las reservas en mano del Banco Central de la República Argentina. Ahora bien, ¿el actual modelo de desarrollo sólo puede ser explicado por las condiciones favorables en el mercado externo? La respuesta también es no. Para lo cual es interesante realizar algún resumen de las políticas económicas y sociales que se vienen aplicando desde el 2003 hasta la actualidad y que no responden al contexto internacional sino más bien a una decisión de carácter puramente político. Pero que además estas políticas son las que explican la mayor parte del éxito del nuevo modelo de acumulación instaurado por Néstor Kirchner y profundizado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Tipo de cambio competitivo: la devaluación del tipo de cambio permite que los sectores industriales sean competitivos y de esta forma poder detener el “boom” importador de la década del noventa que generó la desindustrialización de la economía argentina debido a que con el régimen convertible era más baratos los productos importados que los producidos nacionalmente. Con el nuevo tipo de cambio competitivo se retornó a un período de industrialización, debido a que el sector manufacturero y principalmente la pequeña y mediana empresa que es mano de obre intensiva volvió a ser competitiva. Por otro lado, este proceso de reindustrialización es la causa central que produjo la reducción significativa de la desocupación.

Las retenciones: que permiten dos cosas. Primero, desacoplar los precios internacionales de los internos. De esta manera, las retenciones actúan como política antiinflacionaria. En efecto, si no hubiera retenciones los sectores productores de alimentos exportarían la mayor cantidad de productos posibles, desabasteciendo el mercado interno lo cual provocaría una suba en los alimentos y un aumento de la pobreza y la indigencia. Por otro lado, las retenciones le permite al Estado nacional aumentar la recaudación tributaria para sostener el aumento de la inversión publica en infraestructura que permite el crecimiento del mercado interno. Pero que además permite obtener más recursos para subsidiar a la economía y a la población en servicios básicos como el transporte público. Asimismo, es importante destacar que las retenciones es un impuesto progresivo, es decir, lo pagan más los sectores de altos ingresos. En resumen, las retenciones es una política de distribución del ingreso.

Convenciones colectivas de trabajo y aumento del salario mínimo, vital y móvil: se volvió a establecer las convenciones colectivas de trabajo que permiten que todos los años los asalariados no sólo discutan los aumento del salario, sino además las condiciones de trabajo. Sin embargo, las convenciones colectivas de trabajo abarca a los asalariados en blanco o registrados. Por eso se aplicó un aumento constante del salario mínimo, vital y móvil que pasó de 200 pesos en el 2003 a 1.740 en el 2010. Esto es importante porque todo aumento del salario mínimo, vital y móvil genera un aumento del salario de los trabajadores en negro o no registrado. Por lo tanto, con esta política se generó la recomposición de los salarios tanto de los trabajadores en blanco como de los trabajadores no registrado, lo cual también se traduce en un incremento mayor del mercado interno.

Política de desendeudamiento externo: se logró un fuerte desendeudamiento externo del sector público a través de la reestructuración de la deuda externa pública (2005 y 2010) que permitió la reducción de la misma. Es decir, se disminuyó el capital de la deuda externa pública y los intereses, permitiendo liberar recursos del Estado para que puedan ser destinados a otros objetivos como por ejemplo la inversión pública. Por lo tanto, la reestructuración de la deuda permitió a partir de la reducción de la deuda externa pública que recursos que se hubieran ido al extranjera para pagar la deuda se pudieran destinar para el incremento del mercado interno.

Política fiscal expansiva: en el modelo actual existe un aumento constante del gasto público y la inversión del Estado que permite el crecimiento permanente del mercado interno al mismo tiempo que la construcción de la infraestructura económica y social necesaria para sostener el crecimiento económico (ejemplo, inversión en energía). Pero al mismo tiempo que se aumenta el gasto público el gobierno sostiene el superávit fiscal que le da fortaleza al Estado nacional y a la economía en general. Este rasgo el Estado nacional lo puede lograr a partir de un aumento constante de la recaudación tributaria como resultado del crecimiento económico y la instauración de las retenciones. Conclusión: el Estado invierte más al mismo tiempo que mantiene un superávit fiscal.

Reforma previsional: la reforma previsional consistió en el aumento de la cobertura. En este sentido, se incluyeron aproximadamente 2.200.000 nuevos jubilados que no se podrían haber jubilado porque no tenían los aportes necesarios (a partir de esto el sistema previsional argentino es el que presenta la mayor cobertura de America Latina). Pero además, se les garantiza dos aumento jubilatorio por año, es decir, uno cada semestre. Asimismo, se aumenta en forma constante la jubilación minima que pasó de 150 pesos en el 2003 a 1.045 pesos en el 2010. Por lo tanto, la reforma previsional implica más jubilados y aumento permanente de las jubilaciones; lo cual esto también se traduce en un fuerte crecimiento del mercado interno.

Reestatización de las AFJP: recuperar recursos que estaban en manos de las AFJP y que eran destinados a la valorización financiera (por ejemplo a la compra y venta de acciones de las empresas) y empezar a utilizar esos recursos para la distribución del ingreso y el fortalecimiento del mercado interno. Con la estatización de las AFJP esos recursos se empezaron a utilizar por ejemplo para la asignación familiar por hijo, el plan conectar igualdad y el otorgamiento de distintos créditos para la generación de puestos de trabajo.

Planes sociales: en este sentido se destaca la asignación familiar por hijo y las cooperativas de trabajo. Permiten por un lado mejorar la distribución del ingreso y la reducción de la pobreza. Pero también permite el aumento constante del mercado interno y por lo tanto el crecimiento del producto.

Políticas anticíclicas: en la crisis financiera internacional desatada en el 2008, el gobierno nacional, y a contraposición de los sucedido durante la década del ochenta y del noventa, en lugar de aplicar políticas de ajuste que hubieran implicado una contracción del consumo interno, llevó a cabo un conjunto de políticas anticíclicas como por ejemplo el aumento de la inversión públicas o el programa REPRO (que implicaba que el Estado nacional subsidiaba el sueldo de los trabajadores de las empresas con problemas financieros con la condición de no despedir a los trabajadores) permitiendo el sostenimiento del mercado interno y poder amortiguar de esta manera los efectos de la crisis en la economía nacional.

A partir fundamentalmente de estas medidas se puede entender que el éxito del modelo actual es la reindustrialización con crecimiento del mercado interno y que se traduce en la reducción del desempleo, la pobreza y el mejoramiento en la desigualdad social depende en mayor medida del impulso interno generado por las distintas medidas económicas y sociales aplicadas por el gobierno nacional.

¿Qué tiene que ver las convenciones colectivas de trabajo, la asignación familiar por hijo, la estatización de las AFJP, la reforma previsional, las políticas anticíclicas, las cooperativas de trabajo, las retenciones, la política fiscal expansiva y la política de desendeudamiento externo con el precio alto de las commodities? Nada. Dicho de otra manera, podría existir precios internacionales de las commodities elevados y no hacerse nada de los que se viene haciendo desde el 2003 que es lo que permite el crecimiento constante con reindustrialización e inclusión social.

Hay una frase que dice “yo te empujo pero hay que ponerle rueditas para que esto funcione”. El viento de cola es el empujón, pero las políticas económicas y sociales aplicadas desde el 2003 es el huracán interno que permite el éxito del nuevo modelo de desarrollo actual.

El autor es Economista del Grupo de Estudio de Economía Nacional y Popular (GEENaP), www.geenap.com.ar(Agencia Paco Urondo)

LA DECADA MARAVILLOSA, por Juan Santiago Fraschina

Capital Federal (Agencia Paco Urondo, publicado en Diario BAE, el 26/11/2010)

Estas últimas semanas aparecieron excelentes noticias desde el punto de vista económico que reafirman el éxito del camino iniciado por Néstor Kirchner en el año 2003. En primer lugar, el Club de Paris aceptó la renegociación de la deuda sin la interferencia del Fondo Monetario Internacional. De esta forma, la Argentina comienza a salir definitivamente del default declarado por Rodríguez Saa en la semana que fue presidente de la Nación.

Con la asunción de Néstor Kirchner a la presidencia en mayo de 2003 se inició un doble proceso de desendeudamiento externo del sector público junto con la salida del default, lo cual lo convertía en un objetivo difícil de conquistar. Pero al mismo tiempo, esto se intentaba lograr en un modelo macroeconómico que no implicará el ajuste permanente del gasto público que se traduciciría en un incremento constante del desempleo y la pobreza, lo cual lo hacía aún más difícil.

Una tarea complicada: salir del default, reducir la deuda externa y generar un modelo económico que reduzca la desocupación, la pobreza y mejore la distribución del ingreso y sin la auditoria del Fondo. Para los economistas ortodoxos misión imposible. Para estos economistas era más fácil seguir en el Fondo, proseguir con el endeudamiento que nos permitiera salir del default rápidamente y que sea el organismo financiero internacional el que decida cuales eran las políticas económicas que debíamos aplicar.

La independencia económica tiene sus costos. Ser independiente económicamente implica que debes generar tus propios recursos para sostener el modelo y decidir uno mismo cuales son las políticas eficientes para poder generar crecimiento e inclusión social. Es más fácil en el corto plazo abrirles las puertas al organismo internacional, conseguir recursos en forma inmediata y que sea el FMI el que piense las políticas económicas. Pero al mismo tiempo más costoso en el largo plazo. El ejemplo más paradigmático de esto fue la década del noventa.

Pensar que los economistas neoliberales denominan gobiernos populistas (como el de Néstor Kirchner y el de Cristina Fernández) a los que privilegian el corto plazo por sobre el largo. En efecto, aumentar la inversión pública es, según estos economistas, una medida populista porque genera beneficios en el corto plazo pero hipotecando el futuro debido a que conducirá a un déficit fiscal que obligaría tarde o temprano a una política de ajuste. Sin embargo, los gobiernos que los economistas ortodoxos consideraron como serios (ejemplos, los gobierno que prevalecieron en los años noventa) fueron los que en definitiva tuvieron una preeminencia del corto por el lago plazo: aceptar los recursos del sistema financiero internacional y del Fondo que permitían un alivio en el corto plazo a cambio de las políticas de ajuste impuestas por el organismo internacional que generaron problemas estructurales y de largo plazo que terminarían en la peor crisis de la historia económica argentina, es decir, la crisis del 2001.

En contraposición, los gobiernos “populistas” iniciados en el 2003 prefirieron un camino más arduo, pero que hoy tienen sus resultados positivos a la vista. En el 2005 se finalizó el primer canje de la deuda externa pública en forma exitosa en donde aproximadamente el 80% de los acreedores externos privados aceptaron los nuevos bonos de la deuda y que además se tradujo en una quita de aproximadamente 60.000 millones de dólares de deuda externa pública. Recursos que se hubieran destinado al pago de los servicios de la deuda; a partir del canje estuvieron dispuestos para el aumento constante de la inversión pública que generaron puestos de trabajo y crecimiento

En el 2006 se le pagó al Fondo los 10.000 millones de dólares que se le debía con parte de las reservas del Banco Central de la República Argentina. El pago al organismo financiero internacional no sólo implicó una reducción de la deuda externa sino además evitar las auditoria del FMI que se traducían permanentemente en “recomendaciones” de políticas ortodoxas de ajuste. El año 2006 fue, en este sentido, un año clave en la recuperación de la independencia económica para la consolidación del modelo de reindustrialización con inclusión social.

Por último, en el 2010 se produjo el nuevo canje de la deuda para aquellos bonistas que no aceptaron el primero y que también terminó en un éxito permitiendo salir del default con los acreedores privados. Sólo quedaba la deuda con el Club de Paris. El año termina y el Club de París acepta la renegociación de la deuda sin la intervención del Fondo como quería la Argentina. Un síntoma más de recuperación de independencia económica. De esta forma, se va cerrando con éxito la historia de salir del default al mismo tiempo que el proceso de desendeudamiento. Un camino más difícil, pero más sustentable y perdurable.

Asimismo, esta última semana se dieron a conocer tres noticias positivas más. Por un lado, un fuerte crecimiento de la recaudación tributaria y de los recursos del sistema de seguridad social que permite entre otras cosas sostener el aumento del gasto público, el superávit fiscal y dar un aumento de 500 pesos para los jubilados que reciben la minima jubilatoria. Es cierto, este incremento es por única vez, pero se suma a los dos incrementos de las jubilaciones que se produjeron por ley este año.

Por otro lado, el último dato vuelve arrojar un superávit comercial y se estima que el año cierre con una balanza comercial positiva cercana a los 10.000 millones de dólares. Nuevamente, este superávit de la balanza comercial que se tradujo a lo largo de todo el 2010 en un saldo positivo de la cuenta corriente de la balanza de pagos que permitió continuar con la política de acumulación de reservas por parte del Banco Central de la República Argentina, llegando al nivel de reservas record de aproximadamente 52.000 millones de dólares.

Es importante destacar que el aumento de reservas se produjo en un año en el cual se utilizaron parte de las reservas (cercano a los 6.000 millones de dólares) para la política de desendeudamiento externo. En otras palabras, se pago deuda externa pública con reservas y estas no sólo que no cayeron sino que además siguieron creciendo. Recuerdo nuevamente el debate del verano donde la oposición se negaba a utilizar reservar para el pago de la deuda argumentando, al igual que cuando se pago al FMI, que el Banco Central se quedaría sin reservas y que esto generaría entre otras cosas un aumento de la desconfianza en la economía argentina.

Pero también esta semana se dio a conocer el dato del producto industrial, el cual volvió a registrar un importante aumento sosteniendo de esta manera el proceso de reindustrialización que se viene dando en la Argentina desde el 2003. El sector manufacturero durante el 2010 nuevamente fue una de las actividades centrales, junto con la construcción, que impulsó la fuerte expansión económica que se viene dando a lo largo del presente año.

Pero el dato más importante que se conoció esta semana fue el de la tasa de desocupación. Efectivamente, en el tercer trimestre de 2010 el desempleo en la Argentina fue del 7,5%, siendo una de las tasa de desocupación más baja de los últimos 20 años. Y este es el dato más significativo. Pues los otros datos son positivos siempre y cuando se traduzca en un mejor nivel de vida para los Argentinos. Y la década actual se caracterizó justamente por la reducción del desempleo, subocupación, pobreza, indigencia y desigualdad social.

El siglo XXI comenzó para los Argentinos con una de las peores crisis económica y social de su historia. Reinaba la desesperanza. El FMI nos reclamaban nuevos ajustes, más privatizaciones, más reducción de salarios y jubilaciones. Sin embargo, con la asunción de Néstor Kirchner a la presidencia se produjo el hecho más notable: la política volvió a tener preeminencia por sobre la economía y las políticas económicas no eran fijada ni desde el FMI ni desde el palacio de hacienda sino más bien desde la Casa Rosada. El mensaje era claro: es la política la que fijará desde ahora en más el destino de los Argentinos. La política volvió a tener sentido como espacio de transformación del destino del país.

A partir de este fenómeno se produjo dos de las consecuencia más importante y las cuales están íntimamente relacionadas entre sí. Por un lado, se produjo desde el punto de vista económico y social un proceso de reindustrialización con crecimiento del mercado interno y una fuerte inclusión social. Pero por otro lado, volvió la juventud a la política a partir de la revalorización de la política como eje ordenador de la sociedad y de la economía Argentina.

La presente década es un contrapunto de la década del ochenta del siglo pasado. Los años ochenta comenzaron con una efervescencia inusitada debido al fin de la dictadura y el retorno de la democracia con una fuerte participación de los jóvenes a la política. Sin embargo, terminó con una fuerte despolitización de la sociedad al sentirse traicionados debido a la sumisión a los grande poderes económicos como el FMI (la aplicación de los planes de ajustes estructural impuesto por el organismo internacional) y los militares (leyes de punto final y obediencia debida). Y desde lo económico finalizó con la crisis hiperinflacionaria que implicó la salida anticipada del gobierno de Alfonsín. No es casual el nombre con la cual se caracterizó a la década del ochenta: la década perdida. En este sentido, la década actual que implicó el camino opuesto se la puede denominar por lo tanto como la década maravillosa.

El Autor es economista del Grupo de Estudio de Economía Nacional y Popular (GEENaP). www.geenap.com.ar (Agencia Paco Urondo)