lunes, 6 de diciembre de 2010

LA DECADA MARAVILLOSA, por Juan Santiago Fraschina

Capital Federal (Agencia Paco Urondo, publicado en Diario BAE, el 26/11/2010)

Estas últimas semanas aparecieron excelentes noticias desde el punto de vista económico que reafirman el éxito del camino iniciado por Néstor Kirchner en el año 2003. En primer lugar, el Club de Paris aceptó la renegociación de la deuda sin la interferencia del Fondo Monetario Internacional. De esta forma, la Argentina comienza a salir definitivamente del default declarado por Rodríguez Saa en la semana que fue presidente de la Nación.

Con la asunción de Néstor Kirchner a la presidencia en mayo de 2003 se inició un doble proceso de desendeudamiento externo del sector público junto con la salida del default, lo cual lo convertía en un objetivo difícil de conquistar. Pero al mismo tiempo, esto se intentaba lograr en un modelo macroeconómico que no implicará el ajuste permanente del gasto público que se traduciciría en un incremento constante del desempleo y la pobreza, lo cual lo hacía aún más difícil.

Una tarea complicada: salir del default, reducir la deuda externa y generar un modelo económico que reduzca la desocupación, la pobreza y mejore la distribución del ingreso y sin la auditoria del Fondo. Para los economistas ortodoxos misión imposible. Para estos economistas era más fácil seguir en el Fondo, proseguir con el endeudamiento que nos permitiera salir del default rápidamente y que sea el organismo financiero internacional el que decida cuales eran las políticas económicas que debíamos aplicar.

La independencia económica tiene sus costos. Ser independiente económicamente implica que debes generar tus propios recursos para sostener el modelo y decidir uno mismo cuales son las políticas eficientes para poder generar crecimiento e inclusión social. Es más fácil en el corto plazo abrirles las puertas al organismo internacional, conseguir recursos en forma inmediata y que sea el FMI el que piense las políticas económicas. Pero al mismo tiempo más costoso en el largo plazo. El ejemplo más paradigmático de esto fue la década del noventa.

Pensar que los economistas neoliberales denominan gobiernos populistas (como el de Néstor Kirchner y el de Cristina Fernández) a los que privilegian el corto plazo por sobre el largo. En efecto, aumentar la inversión pública es, según estos economistas, una medida populista porque genera beneficios en el corto plazo pero hipotecando el futuro debido a que conducirá a un déficit fiscal que obligaría tarde o temprano a una política de ajuste. Sin embargo, los gobiernos que los economistas ortodoxos consideraron como serios (ejemplos, los gobierno que prevalecieron en los años noventa) fueron los que en definitiva tuvieron una preeminencia del corto por el lago plazo: aceptar los recursos del sistema financiero internacional y del Fondo que permitían un alivio en el corto plazo a cambio de las políticas de ajuste impuestas por el organismo internacional que generaron problemas estructurales y de largo plazo que terminarían en la peor crisis de la historia económica argentina, es decir, la crisis del 2001.

En contraposición, los gobiernos “populistas” iniciados en el 2003 prefirieron un camino más arduo, pero que hoy tienen sus resultados positivos a la vista. En el 2005 se finalizó el primer canje de la deuda externa pública en forma exitosa en donde aproximadamente el 80% de los acreedores externos privados aceptaron los nuevos bonos de la deuda y que además se tradujo en una quita de aproximadamente 60.000 millones de dólares de deuda externa pública. Recursos que se hubieran destinado al pago de los servicios de la deuda; a partir del canje estuvieron dispuestos para el aumento constante de la inversión pública que generaron puestos de trabajo y crecimiento

En el 2006 se le pagó al Fondo los 10.000 millones de dólares que se le debía con parte de las reservas del Banco Central de la República Argentina. El pago al organismo financiero internacional no sólo implicó una reducción de la deuda externa sino además evitar las auditoria del FMI que se traducían permanentemente en “recomendaciones” de políticas ortodoxas de ajuste. El año 2006 fue, en este sentido, un año clave en la recuperación de la independencia económica para la consolidación del modelo de reindustrialización con inclusión social.

Por último, en el 2010 se produjo el nuevo canje de la deuda para aquellos bonistas que no aceptaron el primero y que también terminó en un éxito permitiendo salir del default con los acreedores privados. Sólo quedaba la deuda con el Club de Paris. El año termina y el Club de París acepta la renegociación de la deuda sin la intervención del Fondo como quería la Argentina. Un síntoma más de recuperación de independencia económica. De esta forma, se va cerrando con éxito la historia de salir del default al mismo tiempo que el proceso de desendeudamiento. Un camino más difícil, pero más sustentable y perdurable.

Asimismo, esta última semana se dieron a conocer tres noticias positivas más. Por un lado, un fuerte crecimiento de la recaudación tributaria y de los recursos del sistema de seguridad social que permite entre otras cosas sostener el aumento del gasto público, el superávit fiscal y dar un aumento de 500 pesos para los jubilados que reciben la minima jubilatoria. Es cierto, este incremento es por única vez, pero se suma a los dos incrementos de las jubilaciones que se produjeron por ley este año.

Por otro lado, el último dato vuelve arrojar un superávit comercial y se estima que el año cierre con una balanza comercial positiva cercana a los 10.000 millones de dólares. Nuevamente, este superávit de la balanza comercial que se tradujo a lo largo de todo el 2010 en un saldo positivo de la cuenta corriente de la balanza de pagos que permitió continuar con la política de acumulación de reservas por parte del Banco Central de la República Argentina, llegando al nivel de reservas record de aproximadamente 52.000 millones de dólares.

Es importante destacar que el aumento de reservas se produjo en un año en el cual se utilizaron parte de las reservas (cercano a los 6.000 millones de dólares) para la política de desendeudamiento externo. En otras palabras, se pago deuda externa pública con reservas y estas no sólo que no cayeron sino que además siguieron creciendo. Recuerdo nuevamente el debate del verano donde la oposición se negaba a utilizar reservar para el pago de la deuda argumentando, al igual que cuando se pago al FMI, que el Banco Central se quedaría sin reservas y que esto generaría entre otras cosas un aumento de la desconfianza en la economía argentina.

Pero también esta semana se dio a conocer el dato del producto industrial, el cual volvió a registrar un importante aumento sosteniendo de esta manera el proceso de reindustrialización que se viene dando en la Argentina desde el 2003. El sector manufacturero durante el 2010 nuevamente fue una de las actividades centrales, junto con la construcción, que impulsó la fuerte expansión económica que se viene dando a lo largo del presente año.

Pero el dato más importante que se conoció esta semana fue el de la tasa de desocupación. Efectivamente, en el tercer trimestre de 2010 el desempleo en la Argentina fue del 7,5%, siendo una de las tasa de desocupación más baja de los últimos 20 años. Y este es el dato más significativo. Pues los otros datos son positivos siempre y cuando se traduzca en un mejor nivel de vida para los Argentinos. Y la década actual se caracterizó justamente por la reducción del desempleo, subocupación, pobreza, indigencia y desigualdad social.

El siglo XXI comenzó para los Argentinos con una de las peores crisis económica y social de su historia. Reinaba la desesperanza. El FMI nos reclamaban nuevos ajustes, más privatizaciones, más reducción de salarios y jubilaciones. Sin embargo, con la asunción de Néstor Kirchner a la presidencia se produjo el hecho más notable: la política volvió a tener preeminencia por sobre la economía y las políticas económicas no eran fijada ni desde el FMI ni desde el palacio de hacienda sino más bien desde la Casa Rosada. El mensaje era claro: es la política la que fijará desde ahora en más el destino de los Argentinos. La política volvió a tener sentido como espacio de transformación del destino del país.

A partir de este fenómeno se produjo dos de las consecuencia más importante y las cuales están íntimamente relacionadas entre sí. Por un lado, se produjo desde el punto de vista económico y social un proceso de reindustrialización con crecimiento del mercado interno y una fuerte inclusión social. Pero por otro lado, volvió la juventud a la política a partir de la revalorización de la política como eje ordenador de la sociedad y de la economía Argentina.

La presente década es un contrapunto de la década del ochenta del siglo pasado. Los años ochenta comenzaron con una efervescencia inusitada debido al fin de la dictadura y el retorno de la democracia con una fuerte participación de los jóvenes a la política. Sin embargo, terminó con una fuerte despolitización de la sociedad al sentirse traicionados debido a la sumisión a los grande poderes económicos como el FMI (la aplicación de los planes de ajustes estructural impuesto por el organismo internacional) y los militares (leyes de punto final y obediencia debida). Y desde lo económico finalizó con la crisis hiperinflacionaria que implicó la salida anticipada del gobierno de Alfonsín. No es casual el nombre con la cual se caracterizó a la década del ochenta: la década perdida. En este sentido, la década actual que implicó el camino opuesto se la puede denominar por lo tanto como la década maravillosa.

El Autor es economista del Grupo de Estudio de Economía Nacional y Popular (GEENaP). www.geenap.com.ar (Agencia Paco Urondo)

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