jueves, 16 de diciembre de 2010

El modelo económico kirchnerista, por Juan Santiago Fraschina

Capital Federal (Agencia Paco Urondo, publicado en Revista 2010, Noviembre 2010)

El golpe de Estado de 1976 tenía fundamentalmente dos objetivos centrales y fuertemente entrelazados: desperonizar la sociedad argentina al mismo tiempo que romper con el modelo de industrialización por sustitución de importaciones. El general Aramburu creía que simplemente prohibiendo los símbolos y las liturgias relacionadas con el peronismo, la sociedad en general y la clase obrera en particular se olvidarían del legado de Juan Domingo Perón y de Eva Duarte. Sin embargo, y a contraposición de lo pensado por los autores del golpe de Estado de 1955 el resultado fue el crecimiento y la radicalización de la resistencia peronista que obligaron a los militares permitir el retorno del general Perón a la escena política a principios de la década del setenta.

Por tal motivo, los militares que pergeñaron el golpe de 1976 llegaron a la conclusión de que la única forma de poder efectivamente desperonizar a la sociedad argentina era a través de la destrucción del modelo económico que se traducía en un fortalecimiento de la columna vertebral del peronismo, es decir, el movimiento obrero organizado. Esto es, desindustrializar a la economía argentina para debilitar a la clase obrera y sostener la construcción de un nuevo modelo económico a favor de los sectores dominantes. Este nuevo régimen de acumulación fue el modelo neoliberal de valorización financiera que tuvo distintas etapas en su construcción y consolidación y que implicó la apertura comercial, la libre operación de los mercados de capitales, la desregulación de los mercados, la flexibilización laboral y un proceso de privatizaciones.

La dictadura militar y la implementación del modelo neoliberal (1976-1983): la implementación del modelo neoliberal durante la dictadura militar tuvo dos etapas. La primer etapa consistió en la concentración del ingreso a través de tres medidas que se tomaron durante el primer año de la dictadura. En efecto, el congelamiento del salario nominal, la eliminación del control de precios de las mercancías junto con una fuerte devaluación de la moneda generaron una significativa reducción del salario real de los trabajadores a partir del proceso inflacionario que desató.

Este fenómeno generó una transferencia de ingresos desde los asalariados a los sectores dominantes rompiendo con la “sociedad del empate” que se había constituido durante la industrialización sustitutiva y fundamentalmente a partir de los dos primeros gobierno de Perón. De esta manera, la clase trabajadora pasó de participar del 44% del PBI en 1975 al 28% en 1976; por lo que el capital que se apropiaba del 56% del producto en 1975 pasó a participar del 72% en 1977. Por lo tanto, durante el primer año del modelo neoliberal se produjo una fuerte concentración del ingreso generando una pauperización social, rompiendo con uno de los rasgos centrales que había caracterizado a la sociedad argentina durante el modelo de industrialización por sustitución de importaciones.

Luego de pulverizar el salario real, concentrar el ingreso y comprimir el mercado interno se desarrolló la segunda etapa en la implementación del modelo neoliberal: la construcción de un modelo de valorización financiera y la desarticulación del aparato manufacturero nacional. Este objetivo se logró a través de la reforma financiera introducida por la dictadura militar en 1977 que consistió básicamente en dos puntos. Por un lado, la liberalización de la tasa de interés y la prohibición al Banco Central de la República Argentina a financiar el déficit fiscal. De esta manera, a partir de la reforma el desequilibro fiscal comenzó a ser financiado a través del endeudamiento público. El resultado fue un crecimiento de la tasa de interés local.

Junto con la reforma del sistema financiero la dictadura militar estableció la liberalización de la cuenta de capital de la balanza de pagos, permitiendo de esta forma que el sector privado, y básicamente los grandes grupos económicos, pudieran pedir prestado dinero en el extranjero y fugar sus recursos libremente. A partir de estas medidas se modificaron en la economía argentina las rentabilidades relativas de los distintos sectores económicos. Al ser más rentable el sector financiero que invertir en la producción industrial. Además debemos agregarle la tablita cambiaria impuesta por Martínez de Hoz que implicaba un tipo de cambio fijo que devaluaciones pre-anunciadas. En otras palabras, todos loas agentes económicos sabían que día y cuanto el gobierno nacional devaluaría la moneda.

En este modelo de valorización financiera junto con el crecimiento de la deuda pública tanto interna como externa para poder financiar el déficit fiscal se produjo un significativo crecimiento de la deuda externa privada como consecuencia de la denominada “bicicleta financiera”. A partir del fuerte crecimiento de la liquidez del sistema financiero internacional como resultado de la aparición de los petrodólares a principio de la década del setenta la tasa de interés internacional era reducida en comparación a la tasa de interés interna que aumento como resultado de la reforma financiera de 1977.

En este contexto, el capital concentrado interno comenzó a endeudarse en el extranjero a una tasa de interés relativamente reducida, luego compraban pesos en el mercado local y lo depositaban en el sistema bancario interno que les daba una tasa de interés más alta a la que se habían endeudado. Es importante destacar que la tasa de interés de los depósitos en pesos era mayor a la que podían recibir en dólares, por tal motivo cambiaban los dólares por pesos teniendo en cuenta que el tipo de cambio era fijo y que conocían de antemano cuando se devaluaría la moneda.

De esta manera, obtenían una renta financiera a partir de la valorización de la masa dineraria que obtenían de endeudarse en el extranjero. Pero que además esa ganancia que obtenían luego la fugaban al extranjero. Es así que al mismo tiempo que crecía abruptamente la deuda externa privada se expandía la fuga de capitales al extranjeros de los grandes grupos económicos. La renta financiera era superior a la renta productiva por lo cual se tradujo en una de las causas centrales del proceso de desindustrialización y crecimiento del desempleo durante la dictadura militar.

Por último, en 1982 Domingo Cavallo presidente del Banco Central decidió estatizar la deuda externa privada. Es decir, la deuda externa de los grande grupos económicos pasó al Estado nacional, por la cual la tuvo que pagar la población argentina a través del pago de los impuestos. Se estatizó la deuda externa de los grandes empresarios pero no los dólares que tenían fugados en el extranjero, esto es, se estatizaron los costos pero no las ganancias que la “bicicleta financiera” le había generado al capital concentrado interno. De esta forma, una de las consecuencias más nefasta del modelo neoliberal y de la dictadura militar fue la deuda externa pública que paso de 8.600 a 46.000 millones de dólares aproximadamente. El legado de la dictadura a partir de la instauración del modelo neoliberal fue entonces desarticulación del aparato manufacturero nacional, aumento del desempleo, la pobreza y la indigencia, concentración del ingreso, desaparición de una gran cantidad de pequeñas y medianas empresas y un aumento abrupto de la deuda externa y la fuga de capitales. Este modelo económico pudo ser instaurado a partir del terrorismo de Estado que generó el inició de la despolitización de la sociedad argentina.

Legitimación y profundización del modelo neoliberal (1983-2003):el retorno de la democracia implicó incipiente retorno de la política como eje ordenador de la sociedad argentina. Sin embargo, la legitimación y profundización del modelo neoliberal se tradujo en un alejamiento creciente de la sociedad en general y de la juventud en particular con respecto a la política. Despolitización y modelo neoliberal son dos caras de la misma moneda.

Con el gobierno de Alfonsín la Argentina inició el camino de la subordinación al FMI que comenzó a actuar como representante de los acreedores externos. De esta manera, el organismo internacional empezó a imponerle a la Argentina distintos modelos económicos con el único objetivo de garantizar el cumplimiento del pago de la deuda y sus intereses a los acreedores.

En este sentido, el FMI refomento dos programas de reformas estructurales para la economía y la sociedad argentina. El primero fue el programa de ajuste estructural impuesto en la década del ochenta al gobierno radical que consistía en la reducción del gasto público para generar un superávit fiscal suficiente para así de esta manera poder pagar los distintos servicios de la deuda pública. Dicho de otra forma, el gobierno de Alfonsín redujo los gastos del Estado en educación, salud, gasto social, infraestructura para utilizar esos recursos para pagarle a los acreedores externos. Pagar la deuda externa con el hambre y la pobreza de los Argentinos. La década del ochenta termino con una de las perores crisis económica y social de nuestra historia que fue la crisis hiperinflacionaria de 1989 y que implico la salida anticipada de Alfonsín de la presidencia.

En este contexto, el FMI redoblo la apuesta. Según el organismo internacional el problema había sido que la reducción del gasto público no fue acompañado por un reforma estructural de la economía nacional. De esta forma, nos impuso en la década del noventa el Consenso de Washington que se caracterizaba por disciplina fiscal junto con un conjunto de políticas neoliberales como por ejemplo las privatizaciones, la apertura comercial, la desregulación de los mercados y la liberalización financiera.

El gobierno de Menem junto con el modelo de Convertibilidad que replicaba la tablita cambiaria de Martínez de Hoz se encargó de imponer las políticas recomendadas en el Consenso de Washington. Luego, este modelo fue legitimado y profundizado a través de distintas medidas como por ejemplo la flexibilización laboral por el gobierno de la Alianza encabezado por el radical Fernando De La Rua. El nuevo paquete del FMI terminó en la crisis de 2001, la pero crisis económica y social de la historia argentina en términos de caída del producto y en relación al aumento de la pobreza y la indigencia que genero.

A partir de la crisis se fue delineando la salida neoliberal de la crisis diseñada por el FMI: la salida duhaldista. El proyecto económico de Duhalde era una maxi devaluación de la moneda acompañada por un congelamiento del salario nominal que se tradujo en proceso inflacionario que provocó una caída del salario real de los trabajadores con el objetivo de beneficiar exclusivamente a los grandes exportadores. La salida neoliberal de la crisis de 2001 era una nueva transferencia de recursos desde los sectores asalariados (caída del salario real) a los sectores dominantes en este caso los grandes exportadores del sector agrario e industrial).

Nos esperaba nuevamente la desolación. Nos esperaba nuevamente más pauperización social y económica, más despolitización, más impunidad. La sensación era que la degradación de la Argentina no tenía final. Sin embargo, la resistencia popular que terminó con dos muertos a partir de la represión policial se tradujo en el adelantamiento de las elecciones y el triunfo de un desconocido: Néstor Carlos Kirchner que asumió la presidencia en mayo del 2003.

Con estos treinta años de neoliberalismo, dependencia económica y despolitización rompió el kirchnerismo. La construcción de un modelo de reindustrialización con inclusión social y distribución del ingreso fueron los rasgos centrales de la economía argentina a partir del 2003. Esto necesito de dos cosas. Por un lado, el pago al FMI para aumentar los márgenes de independencia económica para la construcción del nuevo modelo de desarrollo. Por otro lado, volver a poner a la política en el centro de la sociedad argentina para la defensa por parte de los sectores populares del nuevo modelo. Modelo nacional y popular y politización de la sociedad argentina son dos caras de la misma moneda. Por todo esto y mucho más, gracias Néstor, Fuerza Cristina.

El autor es economista del Grupo de Estudio de Economía Nacional y Popular (GEENaP) www.geenap.com.ar(Agencia Paco Urondo)

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