Capital Federal (Agencia Paco Urondo, en Crítica Digital) Aunque nunca comulgué con un Frente Amplio (FA) en Uruguay, que hizo más neoliberalismo que medidas de izquierda, no puedo salir de mi consternación con las declaraciones del presidente Pepe Mujica llamando a la concordia, a la reconciliación y a la “unidad nacional” con unas Fuerzas Armadas que aún tienen numerosos miembros en actividad que deberían estar presos por crímenes de lesa humanidad. Muchos militantes del FA y del progresismo argentino se sorprendieron por esas declaraciones. A mí, luego de su discurso frente a los empresarios argentinos y uruguayos –que fueron los que pergeñaron los golpes de Estado en el Río de la Plata–, si bien no me sorprendieron, me afectaron personalmente.
El 17 de agosto de 2007 fui a declarar a Montevideo como testigo. Mis padres, uno argentino y otra uruguaya, fueron parte de una serie de seis traslados clandestinos de presos políticos desde la Argentina hacia Uruguay, en lo que se llamó el Plan Cóndor. Yo estuve apropiada por los represores hasta mis 9 años, cuando me recuperaron las Abuelas de Plaza de Mayo. La justicia uruguaya, luego de 25 años, condenó a sólo ocho ex represores, entre ellos a los ex dictadores Juan María Bordaberry y Gregorio Álvarez. Mujica, utilizando una supuesta autoridad moral por su pasado guerrillero y sus años en prisión, promueve la absolución de los genocidas con la excusa de que hoy son unos pobres viejitos inofensivos.
En mayo de 2009, varios hijos de desaparecidos fuimos declarados “ciudadanos ilustres” en Montevideo. Yo participé de ese acto sólo para transmitirles a los uruguayos que “los ciudadanos ilustres son nuestros padres y todos sus compañeros que han luchado por una sociedad distinta, una sociedad sin miserias, una sociedad sin explotados ni explotadores”. Mujica quedó muy lejos de esta lucha. Hoy está en la vereda de enfrente, planteando la reconciliación con los verdugos del pueblo trabajador uruguayo, con los verdugos de mis viejos. Hace muchos años que viene renegando de su pasado. Allá él. Somos muchas y muchos los que vamos a continuar la lucha de nuestros viejos, con el “sindicalismo de base”, como los trabajadores de Kraft, Zanon y el subte, que de a poco empiezan a recuperar las tradiciones que fueron mutiladas por los genocidas con los que Mujica se quiere congraciar. Como homenaje a nuestros 30 mil desaparecidos, este 24 de marzo voy a marchar a la Plaza de Mayo con el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, junto a Elia Espen, Madre de Plaza de Mayo. Más que nunca no perdonamos, no nos reconciliamos: juicio y castigo a los genocidas responsables del Plan Regional.
*Nieta recuperada. Miembro del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos.
(Agencia Paco Urondo)
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