miércoles, 3 de marzo de 2010

Bernardo de Monteagudo, un tucumano de la Patria Grande

Mar del Plata (Agencia Paco Urondo)

Al igual que Mariano Moreno, Monteagudo inicia su militancia revolucionaria en el Alto Perú y viene (al igual que Moreno), fugado a Buenos Aires, donde continúa resistiendo al imperio español

Texto original en Wikipedia

Bernardo José de Monteagudo (Tucumán, 20 de agosto de 1789 - Lima, 28 de enero de 1825), abogado, político, periodista, militar y revolucionario tucumano, que tuvo actuación destacada en los procesos independentistas en el Alto Perú, Buenos Aires, Chile y Perú. Fue hombre de confianza de los libertadores José de San Martín, Bernardo O'Higgins y Simón Bolivar y se ubicó en el ala más radicalizada de la revolución independentista hispanoamericana.

Fue uno de los precursores de la independencia de las colonias españolas en América y, con 19 años, uno de los líderes de la Revolución de Chuquisaca del 25 de mayo de 1809, de la que fue el redactor de su proclama.

Vinculado al revolucionario porteño Juan José Castelli, adhirió al sector más radical del movimiento independentista. En 1811, fue autor del primer proyecto de constitución para las poblaciones que luego constituirían Argentina, Bolivia y Uruguay. En 1812 reorganizó la Sociedad Patriótica del partido morenista, con cuyos miembros ingresó a la Logia Lautaro.

Influyó en el Segundo Triunvirato, la Asamblea del Año XIII, de la que fue miembro, y el gobierno del director supremo, Carlos María de Alvear. Acompañó al libertador José de San Martín como auditor del Ejército de los Andes y redactó el Acta de la Independencia de Chile que firmó el libertador Bernardo O’Higgins en 1818. En Perú, fue ministro de Guerra y Marina y, posteriormente, también ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores de San Martín, durante el primer gobierno independiente de ese país.

Luego del retiro de San Martín, integró el grupo de confianza del libertador Simón Bolívar. Para entonces había desarrollado una visión americanista de la revolución hispanoamericana, que lo llevó a proponer y diseñar la organización de una gran nación hispanoamericana. El sueño de Monteagudo entusiasmó y se confundió con el sueño idéntico de Bolivar, quien le encargó organizar el Congreso Anfictiónico de Panamá para establecer una confederación hispanoamericana. Algunos historiadores sostienen que la muerte de Monteagudo influyó negativamente en la concreción de la confederación hispanoamericana, contribuyendo a su fracaso.

Fundó y dirigió periódicos independentistas en tres países, como la Gaceta de Buenos Aires, Mártir o Libre y El Grito del Sud, en Argentina; El Censor de la Revolución en Chile, y El Pacificador en el Perú.

Monteagudo murió a la edad de 35 años, en Lima, asesinado en circunstancias que son motivo de debate historiográfico. Su figura ha sido y sigue siendo objeto de fuertes controversias política e historiográficas. En algunos casos se elogia su pasión, su compromiso con la causa de la independencia y su determinación para tomar decisiones drásticas en momentos revolucionarios. En otros casos se lo cuestiona, sobre todo por las ejecuciones y asesinatos con los que se lo ha involucrado, así como por la política de persecución y expulsión de los españoles peninsulares.

En Tucumán y Córdoba

Bernardo de Monteagudo nació en Tucumán según afirman unos historiadores, siendo su padre el español Miguel Monteagudo y su madre la tucumana Catalina Cáceres. Otras versiones afirman que su madre era esclava de un canónigo, y que más tarde casó con un soldado de origen español que puso una pulpería con el que pagó la carrera de abogacía de su hijastro.

Ya de adulto, sus enemigos políticos buscaron discriminarlo utilizando los criterios establecidos en las colonias españolas por los Estatutos de limpieza de sangre, sosteniendo que su madre descendía de indígenas o esclavos africanos y aplicándole los insultos racistas de "zambo" o "mulato".

Fue el único sobreviviente de once hijos y pasó su infancia en una relativa escasez económica: al morir, luego de gastar su fortuna en ayudar a su hijo, su padre era propietario de una pulpería y una esclava.

Cursó estudios de abogacía en Córdoba.

En el Alto Perú

Recomendado por un sacerdote amigo de su padre, ingresó a la Universidad de Chuquisaca, donde se graduó en leyes en el año 1808, y comenzó a ejercer como defensor de pobres.

Ese mismo año, al conocerse la invasión francesa de España, Monteagudo escribió una obra titulada Diálogo entre Atahualpa y Fernando VII. En la misma Monteagudo recrea un imaginario diálogo entre Atahualpa, último monarca del Imperio incaico asesinado por los invasores españoles, y Fernando VII, desplazado de la Corona española por los invasores franceses. En esa obra Monteagudo, con apenas 18 años, formuló el famoso silogismo de Chuquisaca:

¿Debe seguirse la suerte de España o resistir en América? Las Indias son un dominio personal del rey de España; el rey está impedido de reinar; luego las Indias deben gobernarse a sí mismas.

Bernardo de Monteagudo (Diálogo entre Atahualpa y Fernando VII, 1808.

El escrito de Monteagudo circuló de manera clandestina y fue uno de los que inspiraron las sublevaciones independentistas de Chuquisaca, La Paz y Buenos Aires.

El 25 de mayo de 1809 estalló la Revolución de Chuquisaca, una de las primeras sublevación contra las autoridades españolas en América. Monteagudo fue el redactor de la proclama:

Hasta aquí hemos tolerado esta especie de destierro en el seno mismo de nuestra patria, hemos visto con indiferencia por más de tres siglos inmolada nuestra primitiva libertad al despotismo y tiranía de un usurpador injusto que degradándonos de la especie humana nos ha perpetuado por salvajes y mirados como esclavos. Hemos guardado un silencio bastante análogo a la estupidez que se nos atribuye por el inculto español, sufriendo con tranquilidad que el mérito de los americanos haya sido siempre un presagio cierto de su humillación y ruina.
Se incorporó como teniente de artillería del ejército revolucionario, dirigido por Juan Antonio Álvarez de Arenales. Cuando las fuerzas realistas recuperaron el control del Alto Perú, Monteagudo fue encarcelado junto a los demás líderes independentistas, acusado del “abominable delito de deslealtad a la causa del rey”. A fines de 1809, luego de fugarse de la carcel de Chuquisaca, se dirigió a Potosí y se incorporó como auditor al Ejército del Norte que, al mando de Juan José Castelli, había tomado esa ciudad luego de la batalla de Suipacha.

Monteagudo estrechó lazos con Castelli, quien integraba el ala radical de la Revolución de Mayo de Buenos Aires, liderada por Mariano Moreno y enfrentada a la corriente conservadora liderada por el presidente de la Primera Junta de Buenos Aires, Cornelio Saavedra. Monteagudo apoyó irrestrictamente las medidas radicales adoptadas por Castelli en el Alto Perú, que incluían la abolición de los tributos a los indígenas, la eliminación de la Inquisición y la supresión de los títulos de nobleza y los instrumentos de tortura.

También apoyó la decisión de Castelli de ejecutar a los militares realistas que lideraron la represión de los movimientos independentistas, Francisco de Paula Sanz, Vicente Nieto y José de Córdoba, atribuyéndoles la responsabilidad por las masacres de Chuquisaca y La Paz. Monteagudo apoyó también la política ordenada por Mariano Moreno de vigilar, restringir y desplazar a los españoles sospechosos de apoyar a los realistas; esa política se manifestó en ese momento, en la decisión de Castelli de desplazar de Potosí hacia Salta a 56 españoles sospechosos de no apoyar la independencia.

Finalmente, Monteagudo compartía una actitud hostil hacia la Iglesia Católica, debido a su postura contraria a la independencia, que Castelli hizo manifiesta en el Alto Perú, y que resultó un importante factor de disgusto por parte de la población.

Luego de la batalla de Huaqui, que terminó con la victoria de las tropas realistas al mando del General José Manuel de Goyeneche, Monteagudo se dirigió a Buenos Aires, continuando con su militancia revolucionaria

(Agencia Paco Urondo)

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