martes, 8 de septiembre de 2009

La sencillez de hacer política, por Mariano Molina

Capital Federal (Agencia Paco Urondo) Un grupo de militantes se junta al costado de una populosa feria en un rincón montevideano cercano al barrio obrero de La Teja y durante minutos debaten cómo realizar la actividad prevista. Cuando llega el vehículo que tiene los materiales de propaganda, se reparten los volantes, los afiches, los pegotines y comienza la caminata.

Hay un senador, diputados y diversos funcionarios entre el grupo que va recorriendo la feria. La gente responde de una manera impensada para la mirada argentina sobre la actividad política. Con gestos de aceptación, pidiendo afiches o incluso aceptando amablemente los materiales, muestran un compromiso y un conocimiento importante de la vida política de su país.

El próximo 25 de octubre hay elecciones presidenciales en el Uruguay y el Frente Amplio está luchando por seguir manteniendo el curso de los cambios iniciados por la izquierda en el 2005.

Igual que en otros países de América Latina, la fuerza progresista que lleva adelante el gobierno cuenta con recursos más escasos que sus poderosos contrincantes. Así, las caminatas, las caravanas o los pequeños actos con los principales candidatos se suceden casi cotidianamente por toda la geografía uruguaya; una estrategia para enfrentar a las grandes campañas mediáticas.

La caminata por la feria ya lleva más de una hora y media y no quedan afiches para repartir. Mucha gente, sobre todo mujeres, reclamaban un cartel del candidato presidencial José Pepe Mujica para colocar en el frente de la casa. En el país oriental es costumbre que la ciudadanía exprese sus sentimientos partidarios colocando banderas de sus candidatos o agrupación política al frente de su casa, hecho que no implica casi nunca agresiones de ningún tipo.

Apenas pasado el mediodía la primera actividad del fin de semana va llegando al final. Al otro día se festeja el día del niño y muchos tienen que ir a comprarle un regalo al hijo, al nieto, el sobrino o el hijo de un amigo. Otros se van a organizar algunas actividades para la tarde.

Cuando va llegando la hora del mate, luego de la obligada siesta del sábado, mucha gente se va acercando a diversos locales de la ciudad. Algunos son locales partidarios, otras son casas que cumplen la función de comité, pero el motivo de las reuniones son casi siempre los mismos: conversar con algún legislador o funcionario, pasar videos, debatir sobre los logros del primer gobierno de izquierda de la historia del país o planificar las actividades de campaña electoral. Entre mates y tortas caseras o choripán y alguna cerveza, muchos locales de la ciudad y sus alrededores han aglutinado a gente de diversos sectores sociales en actividades proselitistas.

A veces cuesta recrear en el imaginario argentino y sobre todo porteño las relaciones cotidianas con la participación política en el Uruguay, donde muchas uruguayas y uruguayos concurren a las actividades de campaña electoral para escuchar candidatos y sacar sus propias conclusiones. Los individuos concurren por voluntad propia y el único nivel de “clientelismo” comparable con nuestro país es el pago extraordinario de algún micro para la gente del interior en algún acto importante. Hechos y conceptos similares a una Argentina que conocimos de chicos.

Al día siguiente casi quinientos convencionales del Frente Amplio concurren bajo una lluvia torrencial a cumplir con un trámite burocrático: la elección frente a las autoridades electorales del candidato a vicepresidente Danilo Astori, elegido internamente semanas atrás. Al final de la convención y a modo de tradición hablaron los dos candidatos de la formula presidencial recientemente oficializada.

El candidato a presidente Pepe Mujica ratifica la importancia de respetar el programa de gobierno y previene casi dramáticamente que lo importante “no es la banda presidencial, sino los valores con los cuales construir una sociedad más justa”. Asimismo advierte sobre la importancia de cuidar la fuerza política Frente Amplio “producto de la lucha incansable del pueblo uruguayo”, porque sin organizaciones políticas no son posibles las transformaciones profundas.

Por la tarde la formula presidencial realiza un acto en el club Capitol. El frío y la lluvia seguramente jugaron en contra de la masiva asistencia, pero igualmente un nutrido grupo de vecinos se acerca a escuchar a diversos dirigentes de la izquierda uruguaya y a los principales candidatos.

Con el termo y el mate cómo prolongación elemental del cuerpo, varios militantes discuten e intercambian opiniones. No falta el pequeño buffet realizado por el comité de base para recaudar dinero y las banderas de distintos sectores del Frente Amplio, quizás para reafirmar que la unidad conseguida durante largos y duros años va a ser defendida por una importante diversidad de agrupaciones políticas.

Al igual que la mayoría de los actos frenteamplistas, la relación de los dirigentes y los asistentes es profundamente cercana. Mientras Danilo Astori ratifica que “la única transformación posible en el Uruguay fue hecha por el primer gobierno del Frente Amplio”, pide reflexión sobre la posibilidad de volver atrás si gobiernan los representantes de los partidos blanco o colorado.

El Pepe ratifica la importancia de la participación popular para poder realizar cambios en la sociedad y la necesidad de cuidar la unidad interna de la izquierda, mientras camina con el micrófono en mano -como es su costumbre- frente a los asistentes al acto. Con su habitual forma de comunicarse, ese estilo campechano y profundo de metáforas populares y palabras sacadas del diccionario de lunfardo, advierte sobre el avance tecnológico para la sociedad que viene, “avance tecnológico no es equivalente a vivir mejor” y agrega que “nuestro objetivo central y nuestra lucha tiene cómo finalidad ayudar a mejorar la vida de los sectores más pobres”.

Sobre el final ratifica que “no es imposible eliminar la indigencia en el Uruguay”, pero aclara una y otra vez que ganar una elección no significa en sí mismo tener el Poder y que todo cambio importante necesita un nivel de participación popular muy fuerte.

Al finalizar el acto los asistentes que tienen ganas se acercan a los candidatos y le preguntan sobre diversos asuntos, se sacan fotos o piden firmar banderas. No hay apuros, pero tampoco miedos ni lejanía. Los candidatos son receptores de diversos pedidos y luego se retiran cómo el resto de los asistentes, ratificando que la mayoría de los dirigentes del Frente Amplio son parte natural del pueblo uruguayo y no están alejados de la vida cotidiana de cualquier habitante. Los guardaespaldas brillan por la ausencia…

Así de sencillo se va terminando un fin de semana más de la dura campaña electoral que tiene el Frente Amplio en el Uruguay. (Agencia Paco Urondo)

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