4 Septiembre 2009
Noam Chomsky |
Los Estados Unidos fueron fundados como un "imperio en la infancia", como dijo George Washington. La conquista del territorio nacional fue una gran inversión imperialista. Desde el inicio, el control del hemisferio era una de las metas principales.
América Latina mantuvo su dignidad en la planificación global de los EE.UU. Si los Estados Unidos no pueden controlar a América Latina, el país no puede esperar "establecer el orden en ningún lugar del mundo", observó el Consejo de Seguridad Nacional del entonces presidente Richard M. Nixon, en 1971, cuando Washington pensaba en deponer el gobierno de Salvador Allende en Chile.
El problema en el hemisferio se intensificó recientemente. América del Sur camina rumbo a la integración, un prerrequisito para la independencia; aumentó sus relaciones internacionales; y se mostró dispuesta a resolver su desorden interno -la desigualdad entre una minoría de origen y afectaciones europeos en un mar de miseria y sufrimiento.
El problema tuvo su apogeo hace un año en Bolivia, el país más pobre de América del Sur, donde en 2005 la mayoría indígena eligió un presidente de su mismo origen, Evo Morales.
En agosto de 2008, después de la victoria de Morales en el referendo revocatorio, la oposición de las élites apoyadas por los Estados Unidos se quedó violenta, llevando al masacre de 30 partidarios del gobierno.
En respuesta, la recién formada Unión de las Repúblicas Sudamericanas (UNASUR) convocó una reunión. Los participantes -todos los países de América del Sur- declararon "su apoyo total y absoluto al gobierno constitucional del presidente Evo Morales, cuyo mandato fue ratificado por la gran mayoría".
"Por primera vez en la historia de América del Sur, los países de nuestra región están decidiendo como resolver sus problemas, sin la presencia de los Estados Unidos", declaró Morales.
Otra manifestación: El presidente de Ecuador, Rafael Correa, juró terminar con el uso de la base militar de Manta por el gobierno americano, la última base abierta a los Estados Unidos en América del Sur.
En julio, los Estados Unidos y Colombia concluyeron un acuerdo secreto para permitir la utilización siete bases militares en territorio colombiano.
El objetivo oficial era combatir el narcotráfico y el terrorismo, "pero oficiales jubilados, militares y civiles de Colombia, familiarizados con las negociaciones" le dijeron a la Associated Press "que la idea es hacer de Colombia un punto estratégico regional para las operaciones del Pentágono".
De acuerdo con esas informaciones, el acuerdo le ofrece a Colombia un acceso privilegiado a suministros militares del gobierno americano. Colombia ya se había hecho el mayor beneficiario de la ayuda militar americana (aparte de Israel y Egipto, casos aislados).
Colombia tiene, de lejos, el peor histórico de derechos humanos en el hemisferio desde las guerras de América Central de la década de 1980. La correlación entre la ayuda americana y las violaciones de los derechos humanos ya fue observada por los estudiosos.
La AP también cita un documento de abril de 2009 del Mando de Movilidad Aérea de los Estados Unidos, que propone que la base de Palanquero en Colombia podría ser un "lugar de seguridad cooperativa".
Desde Palaquero, "el C-17 (transporte militar) puede cubrir casi la mitad del continente sin necesitar reabastecer", dice el documento. Eso podría formar parte de una "estrategia global en marcha", que "ayuda a alcanzar la meta de compromiso estratégico y favorece una ruta para África".
El 28 de agosto, la UNASUR se reunió en Bariloche, en Argentina, para discutir las bases militares americanas en Colombia.
Después de un intenso debate, la declaración final destacó que América del Sur debería ser mantenida como "una tierra de paz" y que las fuerzas militares extranjeras no deberían amenazar la soberanía o la integridad de cualquier nación de la región. Y también instruyó el Consejo de Defensa Sudamericano para investigar el documento del Mando de Movilidad Aérea.
El objetivo oficial de la base también fue blanco de críticas. Morales dijo que vio soldados estadounidenses acompañando a tropas de Bolivia que dispararon contra los plantadores de coca.
"Entonces ahora nos transformamos en narcoterroristas", dijo. "Cuando no pudieron más llamarnos comunistas, nos llaman subversivos, traficantes, y, desde los ataques del 11 de septiembre, pasamos a ser terroristas". También avisó que la "historia de América Latina se repite".
La mayor responsabilidad por la violencia en América Latina es de los consumidores estadounidenses de drogas ilegales, observó Morales: "¿Aceptarían ellos que la UNASUR enviara tropas a los Estados Unidos para controlar el consumo? Imposible."
Sólo el hecho de que la justificativa de los Estados Unidos, de enviar programas contra las drogas al extranjero, sea pauta de cualquier discusión ya parece retratar una mentalidad imperialista.
En febrero de este año, la Comisión de América Latina para las Drogas y Democracia emitió su análisis del programa estadounidense "Guerra contra las drogas" en las últimas décadas.
La comisión, liderada por los ex presidentes latinoamericanos Fernando Henrique Cardoso (Brasil), Ernesto Zedillo (México) y Cesar Gaviria (Colombia), concluyó que la guerra contra las drogas fue un total fracaso y sugirió cambios drásticos en las políticas, que se distancien de la imposición a la fuerza dentro y fuera del país y que tomen medidas más baratas y eficaces -prevención y tratamiento.
El informe de la comisión, como los estudios anteriores y los registros históricos, no tuvo efecto. La falta de respuesta refuerza la conclusión natural de que la "guerra de las drogas" -como la "guerra contra el crimen" y la "guerra contra el terror"- se lleva adelante por otras razones que no son las divulgadas, que son reveladas por las consecuencias.
En la última década, los Estados Unidos aumentaron la ayuda y el entrenamiento militar para oficiales de América Latina, para combatir el "populismo radical", un concepto que, en el contexto latinoamericano, llega a asustar.
El Departamento de Estado del Pentágono está cambiando el entrenamiento militar, eliminando directivas de derechos humanos y democracia bajo la supervisión constante del congreso, siempre amenas, pero que por lo menos podían contener los abusos más graves.
(Agencia Paco Urondo)
No hay comentarios:
Publicar un comentario