Capital Federal (Agencia Paco Urondo, publicado en Miradas al Sur) El columnista destacado de La Nación, responde directamente a Julio Saguier, presidente del directorio del diario fundado por Bartolomé Mitre y heredero de sangre del ilustre general, tal como indican las normas de la empresa.
Carlos Pagni, columnista destacado de La Nación, responde directamente a Julio Saguier, presidente del directorio del diario fundado por Bartolomé Mitre y heredero de sangre del ilustre general, tal como indican las normas de la empresa. Fernán Saguier, hermano menor de Julio es el subdirector y no tiene sintonía con Pagni. Fernán se lleva muy mal con su hermano Julio y prefiere a Joaquín Morales Solá, el otro analista político de La Nación. Además, Fernán es discípulo de Claudio Escribano, a quien sucedió en el cargo después de haber reportado durante años a él.
Pagni, hasta que se demuestre lo contrario, no es culpable de ser un periodista oportunista y corrupto. Goza de los principios universales de la presunción de inocencia. De modo que a partir de ahora, este artículo usará el potencial para evitar cualquier condena previa. Eso sí, los acusados por Pagni –de confirmarse los clarísimos indicios de haber recibido dinero a cambio de publicar mentiras– no gozaron de los mismos derechos. Pagni habría recibido plata de empresarios fantasmas para publicar falsedades perjudiciales para Repsol YPF. Lo que no es potencial es que esos artículos están publicados y su firma estampada, en cuatro oportunidades entre enero y julio de este año. El video subido a You Tube habría sido una cama. Ni más ni menos. Y tiene autoría, para disgusto del coro de académicos y, sobre todo, de políticos y periodistas de la corporación opositora al Gobierno que parecen decir: Si Pagni es corrupto, en todo caso es nuestro corrupto. La autoría existe pero la Policía Federal la mantiene en reserva. Sí, la historia –otra mentira probablemente– oficial es que un anónimo le acercó la grabación a la división de Apoyo de Tecnología de esa fuerza de seguridad que fue derivada a la Justicia. También se presentó Repsol YPF como querellante. Las denuncias fueron a sorteo y la causa recayó en el juzgado federal a cargo de Marcelo Martínez de Giorgi.
Es decir, las formalidades ya están cubiertas. Toda esta historia puede tener olor a servicios o ex agentes de servicios. Pero ya está en la Justicia, y Martínez de Giorgi tendrá que dar vista a los abogados de Pagni para que este demuestre que no es cierto lo que, a todas luces, parece una grabación perfectamente hecha y editada.
La Nación, de confirmarse esta historia, recibe un golpe durísimo en su credibilidad. Porque no sólo queda involucrado su periodista estrella sino porque el mismo Pagni invita a los supuestos empresarios –cuyas caras están desdibujadas porque no eran empresarios sino que habrían hecho caer como un chorlito al avezado Pagni– a subir a ver a Saguier.
El diálogo, hecho en un bar de las inmediaciones de La Nación, es así:
–(Pagni) Bueno, ahora nos vamos a reunir con (Julio) Saguier.
Sus interlocutores se niegan porque, lógicamente, si suben deben identificarse a la entrada.
Pagni se molesta y les dice:
–Mirá, hay riesgo cero, porque es en el sexto piso con el que preside el diario.
Otra negativa y Pagni se ofusca:
–No le puedo transmitir esto a esta persona. Tengo que cortar todo acá. ¿Sabés por qué? Por que es un tema muy delicado, que tiene que ver con un mega avisador del diario (Repsol-YPF). En este momento tengo un problema, que es ver cómo resuelvo esto, porque convoco al tipo más importante de la empresa a que los reciba en una reunión y ustedes me dan de baja cuando me siento acá.
Para pensar. Pagni fue un colaborador estrecho de Julio Ramos, fundador de Ámbito Financiero y autor de Los cerrojos de la prensa, que denuncia el rol de Papel Prensa como empresa monopólica. Pagni colaboró con esa investigación y luego se fue a trabajar a uno de los dos diarios dueños (junto con el Estado) de Papel Prensa, cuyo actual presidente es justo Julio Saguier.
No se puede saber si Pagni es inocente o culpable. Pero si los peritos confirman lo que a todas luces parece irrebatible, estamos ante un escándalo de proporciones. El supuesto periodismo independiente y serio, que fue cómplice silencioso de las miles de desapariciones en la Argentina, estaría mostrando la hilacha de decadente y corrupto. Porque, en el video se ve claramente que a cambio de publicar mentiras, lo que le habrían ofrecido quienes hicieron la cama es plata. Dinero vil metal. Corruptela barata. La Nación, de ser cierto, estaría tomando de su propia medicina. La Argentina no necesita pregoneros de la ética. Necesita premiar a quienes dan el ejemplo de la honestidad, la probidad, la ética. Es decir, quienes practican la honestidad. Y no se trata simplemente de la inocente idea de que los míos son los buenos, aunque roben o sean corruptos... y a los demás que los parta un rayo. Se necesitan instituciones serias, con mecanismos de control imbatibles.
Y para los periodistas, para los dueños y gerentes de medios de comunicación unas pocas líneas más: hipocresía cero. Basta de esconderse en ser dueños de la verdad a través de la opinión. Hoy se libra una pelea digna en los medios. Consiste en que haya más voces, en la pluralidad. Para que disminuyan –y desaparezcan si es posible– los privilegios. Entonces, para terminar con la hipocresía, que ninguna institución, en el supuesto nombre de los periodistas, haga defensa corporativa. Si Pagni hubiera sido ferroviario, o contador, o cartonero, estaría en todos los diarios. (Agencia Paco Urondo)
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