Mar del Plata (Agencia Paco Urondo)
Actualmente están operando en Honduras comandos paramilitares en coordinación con las Fuerzas Armadas.
Se sabe que profesores expertos en terrorismo de estado de un país extranjero (que no es un país americano y que también viene asesorando al gobierno terrorista de Colombia) están capacitando a los militares y policías hondureños en tareas de inteligencia, terrorismo estatal y asesinato de dirigentes sociales que luchan por el re establecimiento de la institucionalidad democrática.
Este asesoramiento tiene por objetivo capacitar a los organismos de defensa y seguridad en técnicas para disuadir manifestaciones de manera agresiva y violenta, y practicar el asesinato selectivo de los militantes populares con el fin de construir miedo, construir escenarios de terror y lograr la desmovilización de la resistencia, desgraciadamente, ya ha habido varios militantes asesinados por estos francotiradores.
Otras acciones consisten en que algunos empleados de las empresas de seguridad privada se pongan el uniforme de la policía y cometan actos de agresión directa contra los manifestantes, ya que el policía de alguna manera ha tenido formación para disuadir movilizaciones y es un poco temeroso al momento de agredir a los manifestantes de alguna manera, algo se le ha quedado en materia de formación en derechos humanos.
En cambio los guardias de seguridad son doblemente pagados y se les garantiza la impunidad. Estas son prácticas que están desarrollando utilizando la experiencia del conflictos desarrollados en medio oriente y que también fueron puestas en práctica en Colombia”.
Otra de las áreas en que están capacitando, es la de la acción sicológica, consistente en instalar en el imaginario social, la idea de que los líderes que están frente a este movimiento tienen un pasado de terrorismo o que están ligados a las mismas estructuras de policía, esta es una estrategia histórica en América Latina, para luego querer justificar algunos asesinatos, presentándolos como un ajuste de cuenta interno entre organizaciones del campo popular.
En cuanto al presidente constitucional Manuel Zelaya, la acción sicológica consiste en abrirle múltiples causas judiciales, tratando de asociar su imagen y la de su equipo ministerial, a la idea de que su gobierno estaba plagado de corrupción, exactamente la misma estrategia de difamación que empleó el dictador Pinochet en Chile, en contra de Salvador Allende y la Unidad Popular, asociándolo a la corrupción y la traición a la patria o, más recientemente, cuando el imperio intentó asociar reiteradamente al dirigente Evo Morales, con el narcotráfico.
En el caso de Honduras, no es casual de que desde hace varias semanas, se “capturen” avionetas con drogas y diciendo que estas provienen de Venezuela, tratando de infundir la idea de algún tipo de conexión corrupta pre existente entre Hugo Chavez y Manuel Zelaya, este es un claro ejemplo de cómo se “plantan pruebas” obviamente falsas para denigrar a los líderes latinoamericanos progresistas.
Estos datos, indican que la dictadura de Micheletti no tiene la menor intención de devolver el poder a un gobierno popular y, tal como hizo en el pasado el General argentino Pedro Eugenio Aramburu, quien a partir del año 1957 empezó a enviar cadetes egresados del colegio militar de la Nación (con los mejores promedios), a la Argelia entonces ocupada por Francia, a entrenarse en la nueva doctrina de seguridad nacional recién inventada por los franceses, cuyas líneas directrices se pretenden continuar en la hermana republica de Honduras, Micheletti se prepara para una futura guerra contra su propio pueblo.
La dictadura se esta preparando para el exterminio de la dirigencia popular y controlar el poder, ya sea de manera directa o mediante testaferros a su servicio y ya no existen esperanzas de que un grupo de soldados patriotas levanten la bandera de la dignidad y el decoro nacional, sus cuadros se hallan perdidos y enredados en el discurso oficial elaborado por sus fuentes de inteligencia, nada nuevo bajo el sol latinoamericano.
OBSERVACIONES:
Dado este cuadro de situación, no es descabellado pensar en el inicio de una larga noche negra para el pueblo hondureño, la resistencia deberá cruzar el calvario de la doctrina de la seguridad (anti) nacional, tal como ocurrió trágicamente a otros pueblos de nuestra América y el mundo.
Por otra parte, no se avizora una clara estrategia que neutralice el plan de la derecha neoliberal, ya sabemos que el efecto inmediato es la paralización social por el ejercicio explicito del terror, además, no existen centros de entrenamiento de francotiradores controlados por la resistencia, ni se ha creado una red de inteligencia popular para seleccionar blancos estratégicos, tal como si lo está haciendo la dictadura.
Por otra parte, la emergencia de un foco guerrillero al estilo de los 70, tendría un desarrollo caracterizado por la existencia de contingencias por demás azarosas, no podrían avanzar mas allá de lo que hizo la guerrilla salvadoreña o la colombiana, quedaría empantanada en un eterno combate, sin posibilidad de romper el cerco militar impuesto en las ciudades, en base al terror.
Urge una nueva estrategia para Honduras, que supere las limitaciones de la resistencia pacífica y el aislamiento del foco guerrillero.
Creo que la resistencia popular debería dar un salto cualitativo, y emplear cierto grado de beligerancia (antes de que sea demasiado tarde) y que, solo seria valida, si tuviera un carácter masivo, ya que ello daría chances de desbordar al aparato represivo controlado por la dictadura (cabe recordar, que Manuel Zelaya y la resistencia desaprueban esta idea).
No debemos olvidar, que la dictadura no tiene una retaguardia en la población, como por ejemplo, la tiene el estado israelí frente a los palestinos, sino que estaría en una situación similar a la que estuvo Sanchez de Lozada en Bolivia, o Lucio Gutiérrez en el Ecuador, que los obligó a una retirada del régimen, ya que no había retaguardia de población sobre la cual replegarse.
Es cierto que la dictadura tiene una considerable fuerza aérea que podría utilizar sin ninguna culpa contra su pueblo, para evitar su uso, deberían ocuparse los aeropuertos o inutilizar las pistas de aterrizaje (por ejemplo, derramando grandes cantidades de aceite quemado en las pistas), aunque sea por varias horas, lo que privaría a la dictadura de este factor estratégico.
CONCLUSION:
No se ve la posibilidad de una inminente restauración de Manuel Zelaya en el gobierno, ni un triunfo de la resistencia pacífica, a menos que de se dé un levantamiento popular generalizado que, desde los barrios y la periferia tengan la capacidad de quebrar la guardia pretoriana del régimen político militar neoliberal instaurado en las principales ciudades del país.
(Agencia Paco Urondo)
lunes, 26 de octubre de 2009
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