miércoles, 21 de octubre de 2009

Ley de Medios: La victoria no (nos) da derechos, por Carolina Balderrama

Capital Federal (Agencia Paco Urondo) A poco más de una semana de sancionada la flamante Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y, con frescos recuerdos de la noche del viernes en el Congreso festejando la votación van algunas reflexiones que quisiera compartir. En su manual de zonceras, Jauretche ya dejaba al descubierto maniobras para anular los frutos de cualquier victoria del campo popular o del interés nacional. En la zoncera n° 9, sostiene:

“Esta es una zoncera intrínseca. Puramente conceptual, pe­ro se articula con todo el pensamiento antinacional que pre­side las zonceras (…) Como en todas, nos repiten y repican con ella hasta el punto de que nos parezca obvio (…) La pedagogía colonialista, que tuvo capacidad para pre­sentar como victorias las derrotas, previo el caso de una posi­ble victoria y pensó de qué modo neutralizarla. ¿Qué mejor manera de esterilizar una victoria que privarla de sus frutos?

Es más. Es una forma pedagógica de impedir siquiera la lucha: ¿para qué luchar si el vencer es infructuoso? Esto lleva a aceptar la derrota de antemano y generar la indefensión. El que tiene esta posición está de antemano vencido y dispuesto a ceder, a entregar. A cualquier cosa, pero no a combatir... ¿Qué digo combatir?, ¡ni siquiera a discutir! Porque... ¿para qué vencer si la victoria no da derechos?

(…)Claro está que este principio de la victoria no da derechos lo aplicamos exclusivamente cuando se trata de los intereses de la Nación. Otro caso es cuando se trata del interés patronal, o del sindical, del partido político o del grupo de presión, o simple­mente los negocios particulares de cada uno o de un grupo social y hasta deportivo. Entonces el que gana, gana, y el que pierde, pierde. Y se acabó lo de la victoria no da derechos. (…)

Pero esto es precisamente lo que propone la zoncera: que seamos zonzos cuando se trata del país y vivos cuando se tra­ta del club de fútbol, de la Sociedad Rural, del sindicato de plomeros, del ejército, de la marina, de los civiles, de los par­tidos, del alquiler, de todo. (…)”

Sin duda la trascendencia del debate y discusión acerca de la norma aprobada, ha superado cualquier predicción. Hasta hace un par de meses mucho era el descrédito sobre si el Ejecutivo finalmente presentaría la propuesta de ley para ser votada. Hoy podemos notar que en ámbitos impensados -con mucha dificultad para comprender el recorrido histórico de la necesidad de una nueva legislación tanto como la legitimidad de los actores que intervinieron en su construcción, como su significado social, cultural y económico- se habla de la ley de medios, de la ley de medios k, de la ley que será cambiada a partir del 10 de diciembre con una naturalidad tan sorprendente como poco profunda.

Quienes somos nacidos en los setenta y formados en los ochenta y noventa, hemos sumado nuestra fuerza, curiosidad y trabajo tanto en la búsqueda de otras posibilidades desde dónde poder ejercitar el oficio de la comunicación como en formarnos desde la experiencia y la confluencia con quienes venían ya caminando y militando por la sanción de una Ley de Radiodifusión para la democracia. En ese camino, creo yo, se dio algo muy interesante y destacable que es el haber encontrado un espacio de lucha que no era tan solo reivindicativo y transmitido como una experiencia ya vivida, sino un desafío tan actual como cercano y posible de ser vivido junto a esas compañeras y compañeros que venían ya sumando sus derrotas y sus logros.

Sin duda se transformó en una instancia pedagógica y, quiero rescatar algunos comentarios: “la plaza estaba llena de jóvenes; quienes estaban en la plaza conocían de qué se trataba; o algunas compañeras que en el momento de la votación me dijeron que hacía muchos años, tal vez desde la vuelta de la democracia que no festejaban un logro en el que habían participado tantas representaciones diferentes,” Una victoria del campo nacional en términos de Jauretche. Si bien este momento, luego de la sanción de la 26.522, las fuerzas están en conformar los órganos de aplicación, y que –con justo reconocimiento la Coalición por una Radiodifusión Democrática es la idónea tanto para proponer como para ocupar esos lugares- tomo lo que Néstor Busso compartía ayer: “tenemos la necesidad y la conveniencia de seguir trabajando juntos al menos hasta la reglamentación de la ley y La Coalición es por una radiodifusión democrática y no sólo por una Ley de radiodifusión.”

En ese sentido y siguiendo la reflexión que iniciara Pascual Calicchio, creo que aún con la reglamentación, la cual tiene que concretar el espíritu de la democratización de la comunicación en su sentido más práctico y tangible, pienso en estos tres ejes también disparadores en torno a esta etapa y las que se vienen:

Formación / Docencia / Capacitación

Quienes nos paramos desde instituciones que forman comunicadores tanto terciarios, como universitarios y también populares, tenemos hoy nuevos desafíos. Los números foros articularon con diferentes espacios educativos, formales y no, pero entiendo que esto es recién en comienzo. Claramente desatar un proceso de circulación de información y sobre todo cuando este interpela el rol establecido por el estatus quo de qué es ser una comunicadora o un comunicador genera una demanda mayor de formación y compromiso para nosotros quienes estamos en esas instancias pedagógicas. El desafío es construir y debatir sistemáticamente nuestra intervención en la formación de comunicadoras y comunicadores que adhieran no solo en lo superficial a la democratización de la comunicación.

Creo que la socialización de las experiencias tanto locales como regionales y nacionales junto a las tantas que se suceden en el resto de América Latina es más que necesario. Muchas de estas instituciones no reconocen la matriz de pensamiento latinoamericana en torno a la comunicación. Una tarea que tenemos por delante es tanto el relevamiento, como la sistematización y producción de contenidos que incorpore esta perspectiva. Si bien existen, son tímidas aún.

Planificación y Gestión de Procesos Comunicacionales

Los procesos comunicacionales a los que pertenecemos o los que acompañamos en las organizaciones sociales son reconocidos hoy como actor fundamental para la democratización de la comunicación. Vaya responsabilidad y alegría. Quienes vivenciamos de cerca algunos, todo el tiempo rescatamos nuevas preguntas tanto sobre nuestra intervención como sobre la práctica y también sobre cómo poner en valor, dar visibilidad y fortalecer desde un sentido político las experiencias. Garantizar el 33% nos llama a seguir formando comunicadores con esa perspectiva política y latinoamericana que cuenten las historias de las luchas y las victorias y que se formen técnica y estéticamente. Contenidos y técnica.

En la mesa familiar, en la verdulería, en el colectivo, en la escuela de los hijos e hijas, en nuestra vida cotidiana

Creo que este es el trabajo más arduo y permanente. Con muchas y muchos comentamos como casi el tema de la Ley de Medios se transformó en Boca –River familiar. Desde las charlas con nuestras hijas e hijos, en la cooperadora de la escuela; en la sala de espera del consultorio médico que sintoniza TN; en la verdulería de la esquina; con los amigos y amigas; con el tachero; hasta la charla con el cuñado o la tía o la propia madre que no entiende por qué los K hicieron tan arbitrario el proceso de votación de esta ley.

Agota, muchas veces no queremos ni contestar, pero hay tanta impunidad para desacreditar, ningunear y no dejar paso a los argumentos que sin duda será una tarea cuasi evangélica.

La autora es Licenciada en Comunicación Social (UCSE), Maestría en Planificación y Gestión de Procesos Comunicacionales UNLP (tesista), Integrante de la Red de Mujeres de La Matanza, Integrante de la Cooperativa de Comunicación Lenguaraz (Agencia Paco Urondo)

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