Capital Federal (Agencia Paco Urondo, publicado en Miradas al Sur, por Demián Verduga) La agrupación comenzó en la Argentina de finales de los noventa. La misma escena transcurría en las zonas más pobres de Jujuy, como la localidad de Yuto y El Talar, en medio de la devastación social que el neoliberalismo llevó a las provincias del NOA. Se trataba de la pulsión más básica de la condición humana: la supervivencia. Grupos de hombres y mujeres, en plazas, descampados y galpones vacíos, montaban una mesa con caballetes, la limpiaban pasando un trapo, ponían sillas alrededor. Así fue el inicio de las primeras Copas de Leche o comedores para chicos. Hoy, sólo en Jujuy, tienen cuatrocientas. Desde el año 2003, construyeron 3.500 viviendas por medio de cooperativas, tienen 6 fábricas propias: una textil, dos metalúrgicas, una de carpintería, una de adoquines y bloques, y una de caños. Emplean a 5 mil cooperativistas, tienen 2 centros educativos y 70 mil afiliados en una provincia de 610 mil habitantes. Se trata del movimiento de desocupados más importante de la Argentina, que recibió duras acusaciones esta semana del senador jujeño Gerardo Morales, la Túpac Amaru.
Desde un comedor en medio de las montañas desérticas, con el viento silbando en las hendijas de las ventanas, Manuel Alzina, coordinador nacional de la Túpac Amaru, habló con Miradas al Sur. “Nosotros creemos que Gerardo Morales está defendiendo los intereses más concentrados de Jujuy, tanto de la vieja política como de los grupos económicos”, dijo. El motivo para esta afirmación es que detrás del ataque a la organización se juega la participación en los presupuestos para la obra pública. Se sabe que muchos empresarios argentinos amasaron sus fortunas haciendo negocios con el Estado. En este caso, el conflicto se basa en las 3.500 viviendas que construyó la Túpac y en la diferencia de costos. Las empresas privadas, por cada vivienda que construyen, cobran 110 mil pesos y contratan en promedio 1,5 trabajadores. En cambio, las cooperativas gastan 82 mil por vivienda y contratan 4 trabajadores, es decir que cuestan menos y generan más trabajo. La diferencia produce un inevitable conflicto con empresas del calibre de Techint, que trabaja en el rubro de la construcción en la provincia.
Una fuente de la política jujeña, que pidió reserva, tenía una mirada diferente a la de Alzina en este aspecto. “Las cooperativas gastan menos, es cierto. Pero también es verdad que no se presentan a concurso y que no pagan impuestos, entre otras cosas que se ahorran. Las empresas contratistas del Estado están obligadas a regirse por el convenio de la Uocra y sus costos son más altos.” Por otra parte, Alcira Argumedo, socióloga y diputada electa por Proyecto Sur dijo a este diario que las cooperativas producen un contrapunto con uno de los paradigmas de los años noventa. “Se pensaba que el problema era el costo laboral. Las cooperativas desnudan que el problema, muchas veces, es el costo empresario. En la Argentina hay márgenes de rentabilidad que son escandalosos, hablamos del 35 ó 40 por ciento de tasa de ganancia. Nadie que pretenda ganar ese margen puede llamarse un capitalista serio. Las cooperativas gastan menos y son más eficientes porque no tienen ese costo”, dijo. Sin embargo, para Argumedo no es todo color de rosa en los movimientos de desocupados. “Fueron una salida creativa y talentosa del pueblo frente a la devastación neoliberal. El tema es que debieron ser algo temporal. Al prolongarse en el tiempo, se han producido ciertas distorsiones. Hay prácticas clientelistas en muchas de las organizaciones. Eso es muy delicado ya que se está por discutir el ingreso universal para la niñez que no puede caer en esta lógica. Es importante, porque sería muy grave que los niños caigan en el clientelismo.”
Los dichos de Morales. En sus declaraciones, el jefe del radicalismo, Gerardo Morales, acusó a la organización, entre otras cosas, de recibir 7 millones de pesos por mes, cosa que la Túpac reconoció. En ese sentido, la persona de la política jujeña confesó por lo bajo: “La Túpac es muy importante en Jujuy. Todos los políticos tienen vínculos con ellos, Morales también. Su virulencia contra la organización es sorpresiva. Tiene que ver con mantener el alto perfil mediático que consiguió en el debate de la ley de medios. El escrache le vino como anillo al dedo”, dijo. La misma persona aseguró que era inaceptable el escrache pero que estuvo lejos de ser algo grave, comparándolo con otros episodios vividos en Jujuy.
Para los que no lo vieron, la situación fue así: Gerardo Morales y Leandro Despouy, funcionario del Gobierno Nacional, estaban saludando a las autoridades del Consejo de Ciencias Económicas Blanca Juárez, iban dándoles la mano, de a uno, ya que se habían puesto en fila en el hall del edificio. Se escucharon gritos y bombos. Un joven, que tenía la cara tapada con un pañuelo, sacó de su morral tres huevos y los arrojó, uno tras otro, hacia el senador, ninguno dio en el blanco. Otro tiró un escritorio hacia un costado. Uno de los que se había quedado afuera del edificio tiró cuatro piedras a los vidrios de la puerta de entrada y astilló dos. Esto, que es absolutamente condenable, fue lo que los grandes medios usaron para instalar la idea de violencia política.
El discurso irracionalmente exagerado de varios medios y una parte de la oposición recuerda a los climas previos a los golpes de Estado. Cuidado.
Compañero Evo. Volviendo al fenómeno de la Túpac, allí donde las disputas territoriales pusieron una frontera jurídica, la cultural se conservó y se abrió camino. Con una sonrisa que se le veía en medio de la barba, uno de los militantes de la agrupación dijo a Miradas al Sur que la Túpac tiene mucha influencia de la experiencia boliviana. “Somos muy amigos de Evo Morales”, confesó, con cierto orgullo, y como quien habla de un viejo amigo del barrio agregó: “Lo vimos las semana pasada. Tenemos mucho contacto con el MAS (partido de Evo)”.
Además, hay otras características de la organización que la diferencian. Las mujeres trabajan a la par de los hombres. “Yo soy maestra mayor de obras”, confesaba una de las afiliadas. Junto a ella había un hombre que la miró y después de sonrojarse dijo: “Yo cocino”. A la hora de distribuir las casas, la asignación se decide por asamblea. Alzina dijo que no todos los miembros precisan una vivienda y que se intenta empezar por el más necesitado. Otra regla de la organización es que cuando alguien quiere ingresar se le pide que trabaje en una de las 400 Copas de Leche que tienen en Jujuy para que ejercite su solidaridad. “Nosotros creemos en la construcción del hombre nuevo, lo hacemos todos los días”, remató Alzina. Por otra parte, en los primeros meses de noviembre, la Túpac y otras organizaciones planean una gran marcha federal hacia la Ciudad de Buenos Aires con la consigna: “Las Organizaciones Rendimos Cuentas”. Será en respuesta a las acusaciones de que manejan fondos públicos sin ninguna obligación a cambio.
Es probable que las organizaciones de desocupados tengan prácticas que corregir. Lo mejor sería que la Argentina reconstruya una estructura productiva que genere empleo de calidad para todos y que dejen de ser necesarias. Mientras tanto, frente a los que se pusieron de pie para responderle a la propuesta de muerte del neoliberalismo, creando modos de subsistencia, sólo queda la admiración y el respeto. (Agencia Paco Urondo)
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