martes, 15 de septiembre de 2009

La hora de la militancia, por Fernando Gómez

Capital Federal (Agencia Paco Urondo, publicado en Casa Cultural del Peronismo Revolucionario) Atrás quedo el resultado electoral de Junio pasado, y los necesarios análisis acerca del escenario político por venir. Atrás quedaron también las necesarias arengas a profundizar éste proceso para volver a enamorar a esa gran parte de nuestro pueblo con los que nos desencontramos en la última batalla electoral.

Y quedaron atrás por su efectivo resultado. Cuanto mas insistimos en que era necesario que el Gobierno y Néstor Kirchner recuperaran la iniciativa política, la madre de todas las batallas se puso como eje central de la agenda política argentina, la ley de servicios audiovisuales.

Un adelanto del escenario actual lo habíamos vivido con la batalla librada contra las patronales del campo y sus serviles aliados de ocasión de la Federación Agraria. Los grupos económicos vinculados al agronegocio, fueron disfrazados de corderos por los monopolios mediáticos que preparaban el terreno para la batalla que hoy se libra. Como resultado de aquella pelea, empezamos a vislumbrar una fuerte polarización entre dos modelos de país.

Hoy, la batalla por una nueva ley de radiodifusión de la democracia tensiona aún mas los intereses en disputa, y caminamos inexorablemente a un escenario de polarización creciente entre los que sueñan con volver a la argentina colonial como segmento periférico de la economía mundial en la que solo hay lugar para los que concentran en sus manos la economía y sus socios-voceros; y aquellos que nunca abandonamos las vigentes banderas de independencia económica, soberanía política y justicia social.

Y en tiempos de polarización creciente, se abre la hora de la militancia.

Es cierto que no somos los únicos actores en el Frente Nacional que se hace necesario construir para atravesar una coyuntura de emergencia de dos años, en la que nos jugamos nada más, y nada menos que la oportunidad de impedir una restauración conservadora que se haga cargo del Gobierno en el 2011. Aun conscientes de no ser actores exclusivos, no podemos renunciar a ser los protagonistas de esta pelea.

Es necesario ser protagonistas del Frente Nacional por construir, para dotarlo por contagio de la ética y la mística militante que nos permita volver a enamorar a nuestro pueblo.

Sin desvalorizar el aporte y las herramientas a su alcance de cada uno de los aliados necesario para construir este Frente, es imprescindible que la militancia vuelva a ser testimonio de una nueva forma de hacer política. Para esto, debemos primero nosotros, volver a poner en valor nuestra práctica y nuestro discurso, porque esto hace que seamos militantes revolucionarios y no otra cosa.

Ética, mística, practica y discurso. ¿De que hablamos cuando decimos volver a volarizarlos?

Porque, a fuerza de ninguneo y desprecio por parte de nuestros aliados, fuimos nosotros los que resignamos a que nuestra esencia y nuestro testimonio fuera relegado del protagonismo político de estos tiempos. Y el protagonismo, que no deja de ser poder, no se consigue disfrazando nuestra naturaleza, sino imponiéndola con la fuerza del testimonio revolucionario.

Es la hora de la militancia porque se hace necesario construir una herramienta dotada de ética, en la que –como decía el General- primero está la Patria. La ética militante que antepone el proyecto político por el que está dispuesto a dar la vida por sobre las especulaciones triunfalistas que solo llevan a oportunismos electorales basados en encuestas ocasionales.

Una ética parada sobre las convicciones, que no especule con los negocios truncados si avanzamos sobre los intereses de los grupos económicos. Debemos contagiar esa ética, para que cuando llegue la hora de levantar la mano, no haya quien titubee a la hora de postergar sus deseos personales de figuración mediática.

Es la hora de la militancia porque sin mística revolucionaria no es posible ponernos de pie para dejar de mirar al enemigo como gigante. La mística del compromiso absoluto, de la abnegación a la hora de enfrentar la vida. La militancia como forma de ofrendar todo, incluso nuestra propia vida, para alcanzar la felicidad de nuestro pueblo.

La mística nos permite trascender nuestra existencia, y como ejemplo tenemos nada menos que a Evita, que con su testimonio sigue enamorando a los mas humildes.-

Sin mística no es posible que la política vuelva a enamorar.

Cuando la política se transforma en una profesión, cuando el marketing marca la agenda, cuando vaciamos de contenido nuestro lenguaje y pretendemos convocar con personalismos mediocres amenizados por producciones fotográficas, nos alejamos del amor de nuestro pueblo.

Es la hora de la militancia porque se hace necesario recuperar el sentido colectivo de nuestra práctica. Es tiempo de volver a dar cuenta sobre el valor de la militancia organizada, esa práctica que no abandonamos siquiera en los tiempos mas difíciles de la resistencia al menemismo, cuando la “prédica democrática” exacerbaba la demonización de la militancia y la figuración individual era el refugio políticamente correcto de un progresismo blanco que también se escapó en un helicóptero.

Sin el protagonismo de la militancia organizada, la política queda en manos de individuos que sólo se representan a ellos mismos.

Organizarse colectivamente nos ejercita para construir herramientas que testimonien sobre una forma de entender la democracia, no como cáscara vacía en la que no se decide nada, sino como el ejercicio de decidir en forma directa y cotidiana nuestro propio destino.

Es la hora de la militancia porque en tiempos de polarización creciente con los intereses de la antipatria, volvemos a animarnos a recuperar consignas sobre las cuales el pensamiento de los sectores dominantes construyó tabúes. Por mas retrógrado que nos quieran hacer creer que es nuestro discurso, no hay mejor manera de plantar bandera acerca del modelo de país que soñamos si no hablamos de Independencia económica, soberanía política y justicia social, no hay mejor manera de explicar las antinomias vigentes sino hablamos de “patria o colonia”, de “liberación o dependencia”. En nuestra capacidad de persuasión para explicarlas está la clave para retomar su vigencia.

Es entonces, la hora de la militancia. Sin sectarismos ni infantilismos que nos hagan ver enemigos en los aliados que no hagan suyo nuestro testimonio.

Pero en esta etapa de emergencia, en la que nos jugamos la continuidad de éste proceso abierto por Kirchner en el 2003, es necesario pelear por el protagonismo de quienes llegamos hasta acá no por oportunismos, sino por convicciones. Es necesario construir el protagonismo de los que estamos dispuestos a dar todo no sólo en esta batalla, sino en todas aquellas que sea necesario dar para alcanzar la liberación de nuestra Patria. (Agencia Paco Urondo)

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