viernes, 16 de octubre de 2009

Maradona es el hecho maldito del país burgués, por Cristian Sayes

Capital Federal (Agencia Paco Urondo, publicado en http://goliardo-argentino.blogspot.com) Quizá para entender la cultura pequeño-buguesa- argentina, sea necesario rastrear el pensamiento del odio, en uno de sus máximos exponentes. En Radiografía de la Pampa, Martínez Estrada, desarrolla una metafísica sociológica de corte ciruela. En una conceptualización de “tipo ideal”, desarrolla caracteres del tipo-individuo barbárico que habita en las pampas argentinas. Una de esas tipologías, es la del Guarango:

“De la misma matriz del Compadre, pero cansada ya, nace el Guarango.”

El Guarango desciende del Compadre, del Gaucho malo, del matón a sueldo, del puntero político de la Pampa (léase “conurbano” en la actualidad). Quizás el primer Martín Fierro sea un Compadre -en sentido de estos guardianes de la estética sublime universal-, o sea, por lo tanto, los Guarangos son los hijos de Fierro. Pero sigamos:

“El guarango necesita un ambiente mayor que el Compadre, un publico más nutrido para que la agresión, bajo el aspecto de broma, siniestra y sociable, resulte triunfal.”

Según Martínez Estrada, el Guarango es “agresivo”,

“Es incivil, basto, sin pulimentos y desgastes que las sociedad impone a la pantomima del hombre; es un equivoco por donde como el chiste malicioso, se columbra una perspectiva prohibida, recusada.”

El Guarango es impolítico, y si es un sujeto sin desgaste, significa que es lo contrario al tilingo.

“Su primera movimiento, el volitivo, el que solo Dios puede juzgar, es el atropello. (…) En su burla del prójimo, hay un desprecio que tiene escozor de la propia inferioridad.”

Y termina su blasfemia, con lo siguiente:

“Después del Guarango sigue el mono.”

Después de la presente introducción, quiero comentar lo sucedido con Diego Maradona, y su acto de justicia frente a los dueños de la moral de la argentina. Escuchar a periodistas, intelectuales a sueldo fijo, buchones de editorial, aguateros de baldes pinchados, maliciosos y benévolos idiotas, decir de las “malas formas” del técnico de la selección argentina, y proclamar la “vergüenza mundial”, y lo mal que nos representa, es una acusación muy común en parte de la dirigencia argentina. La Argentina Guaranga que relataba Martínez Estrada, se ve reflejada en la editorial de muchos diarios argentinos. Maradona pertenece a ese mundo siempre despreciado, negado por la clase puta argentina. Villero del conurbano, hijo de una madre que tenia una máquina de coser que le había sido entregada por la máxima mujer de la historia argentina, Eva Perón; de piel criolla como el sargento Cruz, hábil con la pelota al igual que el Compadre y con chuchillo, negro cumbiero, cabecita negra, mal educado, pasional, enamorado, genio; Maradona representa lo otro de la civilización que añoró Sarmiento o Martínez Estrada. Si hay algo que la clase puta argentina no tolera, no es la “guarangada”, sino el acto de justicia de la palabra. “A chuparla” es una verdad ontológica, una afirmación conceptual, un “cagate”, un “bancatelá”, esto es, “estoy”, un “existo” y tengo palabra. Estoy acá, soy argentino, tengo cosas que decir. Maradona representa a la Argentina despreciada, pero necesitada por los bolsillos de los dueños de la bolsa. No les gusta Maradona, pero lo necesitan. Quizá la mejor respuesta a la argumentación de Martínez Estrada, sea la de Jauretche en Los Profetas del odio:

“Ezequiel Martínez Estrada, radiógrafo de la Pampa, es autor de un libro titulado “¿que es esto?”, cuya lectura lleva fatalmente a formularse la misma pregunta, después de que se ha leído en un tono de antiguo testamento, sus fulminaciones contra el país y especialmente contra su pueblo. Profetiza, abomina, injuria con ventilador y nos va llevando precipitadamente a la convicción de que esto es un estercolero y en el estercolero sólo hay una flor: Ezequiel Martínez Estrada.”



(Agencia Paco Urondo)

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