Para que el negocio sea solidario (lo cortés, no quita lo valiente), por Jorge Tribó

Mar del Plata (Agencia Paco Urondo)

El próximo 4 de noviembre, el presidente Hugo Chávez viajará a la Argentina, en el marco de los encuentros trimestrales de evaluación y de avance de los proyectos firmados y en ejecución que ambos gobiernos llevan adelante.

A decir verdad, esta es una iniciativa que el líder bolivariano tiene con distintos presidentes latinoamericanos (con Luis Ignacio “Lula” da Silva, Cristina Fernández de Kirchner, Rafael Correa, Evo Morales, etc.)

Si algo caracteriza a la alianza estratégica entre el gobierno Argentino y el venezolano, es no precisamente su semejanza, sino, por el contrario, sus diferencias que, con mutua inteligencia, se han convertido en una gran oportunidad de complementación y no en un escollo.

El modelo nacional implementado en Argentina, que en términos estratégicos aspira a un capitalismo desarrollado (pero no neoliberal) sin por ello, dejar de dar un fuerte impulso a la producción del área social en términos complementarios: empresas recuperadas, estatales, cooperativas y mixtas, (cuando las circunstancias así lo aconsejan) logra acuerdos crecientes con el modelo venezolano basado en la construcción del socialismo del siglo XXI, que permanentemente realiza negocios con todas aquellas empresas del sector privado que respeten las leyes venezolanas.

Básicamente, el gobierno argentino, motoriza con el venezolano, una alianza de empresas industriales argentinas (destacan las pymes) con el estado de Venezuela, bajo el formato de empresas mixtas y/o con venta de tecnología por parte empresas privadas, del INTI y el INTA, para el desarrollo de unidades de producción socialista en Venezuela.

Sin embargo, existen nichos del mercado venezolano aun no desarrollados totalmente por las empresas argentinas, por ejemplo:

En Venezuela se impulsan no solo planes de vivienda, sino también, la construcción de nuevas ciudades, siendo en este rubro, muy superior la demanda y los recursos disponibles, que la capacidad de gestión y desarrollo de estos proyectos.

La instalación de mesas de negocios con empresas argentinas de la construcción (ya sean grandes o Pymes) y con la gran cantidad cooperativas de construcción a las que, muchas de ellas se les terminan sus actuales proyectos en ejecución (con la concomitante necesidad de nuevos contratos), aunado a la posibilidad de que las universidades argentinas a través de sus facultades, (especialmente las de Arquitectura e ingeniería civil) participen en los estudios de factibilidad, diseño final y desarrollo de urbanizaciones y ciudades (mediante control de gestión en la ejecución de dichos proyectos), es una posibilidad que no debe desperdiciarse bajo ningún pretexto.

A lo antedicho, debe agregársele el efecto sinérgico que tendría el hecho, de que brigadas de trabajadores participen por 6 meses o más tiempo, trabajando en Venezuela, en las distintas especialidades laborales que se requieran y, lógicamente, la conexión mediante las empresas constructoras y el gobierno argentino, de las más diversas fabricas vinculadas a la producción de grifería, sanitarios, aberturas (puertas, ventanas), cerrajería, pisos de cerámicos, mosaicos, instalación eléctrica, muebles, etc., todas ellas necesarias para la industria de la construcción que, con el tiempo, terminarían asociándose a contrapartes venezolanas, para producir en dicho país (tal como hoy lo están haciendo las empresas de maquinaria agrícola, por ejemplo…)

Otro rubro interesante a explorar, seria la creación de una empresa grannacional (tal como gusta llamarlas Hugo Chávez), entre Argentina y Venezuela, para la compra de tecnología a terceros países, que permita compartir y por lo tanto, abaratar costos en el achicamiento de la brecha tecnológica existente entre nuestra América y los países más desarrollados: “si se comparte el conocimiento entre ambas naciones, aumenta las capacidades de los dos países con el mismo costo de uno solo”


(Agencia Paco Urondo)