Capital Federal (Agencia Paco Urondo) Los tiempos históricos no cambian con los almanaques, mas allá de toda la esperanza que se coloca en las tradicionales fiestas. Los procesos políticos y sociales determinan los cambios de épocas y fijan la direccionalidad de los sucesos históricos que sólo percibimos a través del tiempo cuando habiendo sido protagonistas o testigos temporales de determinadas circunstancias, vemos su repercusión en una mirada retrospectiva con los años.
Así como el siglo XlX comenzó en 1789 con la Revolución Francesa en los hechos mundiales, en Argentina el mismo se inició en 1810 y así podríamos mencionar la revolución del 90, la caída de Irigoyen inaugurando una etapa de golpes de Estado hasta el 17 de Octubre del 45 con la epopeya peronista marcando el inicio de un nuevo tiempo histórico que, interrumpido en el 55 no fue desmantelado como experiencia histórica y modelo social hasta el 76 con el golpe final sangriento y trágico que instaló la política y cultura neoliberal, a sangre y fuego, con muertes, desapariciones y el genocidio social de la democracia limitada que la continuó, inaugurada en el 83 hasta el 2001, en el que el pueblo dijo basta iniciando un nuevo ciclo.
También en el 2001 con el episodio de las Torres Gemelas el mundo dio un giro, luego de que en 1989 la Caída del Muro había consolidado una potencia hegemónica, terminando la guerra fría. Se instaló la lógica del “eje del mal”, caracterizando aquello que no respondía a los designios del imperio. Por petróleo algunas veces, por confrontación geopolítica otras, por intereses siempre el poder global actuaba en consonancia con sus decisiones, invadiendo, ocupando, bloqueando, condicionando y coaccionando los gobiernos en determinada dirección. Sus armas no siempre fueron las FFAA y el despliegue militar, sino también los organismos financieros internacionales, la OMC (Organización Mundial de Comercio), los “golpes” llamados “institucionales” de sectores aliados, verdaderos virreyes a las órdenes del poder mundial.
En América Latina, mientras la pesadilla de Medio Oriente, Irak y Afganistán ocupaban la escena mundial y los desvelos del imperio, se comenzaba un proceso de recuperación de concepción común y pertenencia latinoamericana donde, desde gobiernos de diferentes signos, entendieron la necesidad de reconstruir estados nacionales en una lógica de continentalismo que abarca desde el Pacto Andino al MERCOSUR y el nacimiento del UNASUR como expresión plena de una voluntad política no exenta de riesgos frente a los embates de intereses desplazados por los nuevos actores locales.
Así, frente a la crisis extrema de los mercados financieros y el derrumbe del comercio mundial, productos de la voracidad y la codicia de un capitalismo salvaje condenado en el mundo entero, los países latinoamericanos resistieron al estar fuera de la lógica del endeudamiento financiero como única herramienta del sostén público, con marcados superávit gemelos y crecimiento en los últimos años, que les permitieron sobrellevar la misma en mejores condiciones que en los países centrales, que soportaron un verdadero vendaval económico con desocupación y pobreza, luego de largos años de esplendor y explosión económica asentada en juegos de mercados a futuro y especulaciones financieras, sin sustento productivo ni fiscal de respaldo.
La Argentina que inició ese ciclo de crecimiento desde el 2002 superando la crisis y saliendo de una de las peores situaciones institucionales de su historia, recuperó niveles de empleo, reasumió soberanía en las decisiones, reinstaló la legislación laboral de protección al trabajo, modificó la Corte Suprema de Justicia, terminó con la impunidad de los crímenes de lesa humanidad de la dictadura militar, puso en marcha el aparato productivo, instaló los derechos humanos como eje social ordenador, evitó la represión fácil del conflicto social, terminó con algunos de los capítulos mas escandalosos del apropiamiento del ahorro interno genuino como eran las AFJP, recuperó el área material Córdoba símbolo pleno del proceso de industrialización en nuestro país, permitió la recuperación de los campos endeudados a punto de remate con una acción enérgica del Banco Nación y les dio a los trabajadores organizados y a los movimientos sociales, categoría de actores plenos en la decisión política.
Todo esto sin dudas es sólo una parte de la cancha donde se juega el partido del destino nacional. El otro equipo, el protagonista de la acumulación de riquezas de 33 años, la Patria contratista y sus adláteres, los capitales financieros buitres, los especuladores de toda laya, los medios de comunicación, los beneficiados con los precios internacionales, con los subsidios y las políticas activas de sostenimiento de los servicios, comenzaron a moverse en defensa de sus intereses, dando lugar a la crispación y el combate en el marco democrático en la pugna por la definición del nuevo modelo de construcción, político y productivo de la Argentina en los próximos 25 años.
La fragmentación de todos los sectores sociales en nuestro país es sin dudas el triunfo del neoliberalismo que llevó a la diáspora social, al aniquilamiento de las fuerzas productivas, al abandono de las tecnologías de punta, a la desocupación extrema de los 90, a la descapitalización del estado en la venta vil de las empresas monopólicas de servicios públicos y por ende a un estado ausente, con activa presencia del “mercado” como ordenador, marginado socialmente a millones de argentinos.
La respuesta a esa fragmentación, sin dudas debe ser la unidad del campo nacional y allí es donde aparecen las dudas, las contradicciones, los personalismos, la individualización de la política, corporizándose en candidatos antes que en proyectos, en publicidad antes que en militancia y expectativas personales o sectoriales antes que en destinos nacionales de liberación, productos todos nefastos de la nueva cultura dominante.
Sin embargo el proceso político en nuestro país y en la región se está encaminando en el sentido correcto a nuestra demanda histórica de unidad latinoamericana. Esto está sucediendo cada día con mayor estatura institucional que va otorgando anclaje a este nuevo ciclo, que sin dudas sufrirá los embates, como hemos visualizado en Honduras de los sectores mas duros, recalcitrantes y ultramontanos de las oligarquías nativas aliadas a sectores internacionales que han visto desplazados sus intereses.
América Latina es una región auto-sustentable, con recursos naturales desde energéticos fósiles, hasta el agua dulce, desde los campos de producción y recursos humanos y tecnológicos aptos hasta procesos productivos de ciclo completo en el campo nuclear, como lo demuestran las centrales exportadas a diversos países del mundo y la expansión de científicos que hemos diseminado por el mundo, gracias al abandono de la investigación y el desarrollo. Esa misma ventaja comparativa, es la que nos hace vulnerables frente a los viejos intereses representados en nuestros países por los sectores conservadores y retrógrados, que operan e intentan debilitar cualquier avance de los sectores populares en la distribución del ingreso, ya sea de los salarios de activos y pasivos hasta los planes sociales en marcha, el fortalecimiento de la salud y la educación pública y los planes de infraestructura social. No son gastos , son inversión social y dignidad del hombre argentino.
De ahí la pugna por las retenciones, los impuestos, las tarifas, los subsidios, que ante cada paso a favor de los sectores sociales postergados se origina la réplica con excusas de la falta de tiempo de discusión, de la movilización de fondos previsionales, de medidas autoritarias, de manejos corruptos, de adjudicaciones sospechadas, en fin de cualquier planteo que evite discutir el fondo del problema y no la forma de producirlo,
No quiero decir con esto, que aquello que deba ser sancionado, se evite en nombre de los nuevos tiempos. No es mi intención acallar la corrupción ni tapar el error, por lo contrario para poder profundizar el camino iniciado es necesario resolverlo. Para poder construir un modelo estratégico de construcción social solidario se debe ser inflexible con la corrupción y con la inmoralidad de sectores burocratizados, verdaderos subproductos indeseables de 33 años de deterioro del estado y sus funciones, en el concepto neoliberal del estado ausente en donde la corrupción es funcional al mismo.
Sólo asumiendo la necesidad de afianzar y profundizar el camino del compromiso con el pueblo y marchar con la verdad, afecte a quien afecte, es como se recuperará credibilidad, que ha sido puesta en juego por los verdaderos dueños del poder que no quieren nuevos actores, que se niegan a actuar en los marcos de una sociedad moderna y participativa con impuestos al día y trabajo en blanco y que acuden a prácticas de deterioro permanente de la política como medio de posicionar a sus personeros empresariales, como los “nuevos referentes” frente al fracaso de la clase política argentina.
Por último no puedo dejar de mencionar el drama que nos enoja a todos los argentinos de la pobreza, mas aún a los peronistas ya que nuestra existencia como movimiento nacional de liberación se basa en la lucha por eliminar la desigualdad social. Por eso la pobreza no nos da lástima, nos rebela y nos impone y empuja hacia nuevos compromisos, mas acción, mas estudio, planificación estratégica de la inversión social con indicadores medibles en calidad de vida de la población.
No dudo que hemos avanzado en el camino de la reinserción social de la catástrofe de los 90, quien diga lo contrario y lo exprese en porcentajes, está faltando a la verdad. Tampoco dudo que la pobreza hoy nos golpea con intensidad porque después de años de crecimiento, con superávit gemelo, reservas del banco Central como nunca antes, no podamos darle respuesta ya. Es inconcebible y alarmante no poder remover el núcleo duro de situaciones límites, de chicos y jóvenes sin inserción social ni educativa, de madres solteras sin futuro a quienes sólo acudimos con planes de ayuda económica, que no está mal pero es absolutamente insuficiente para quienes nos planteamos políticas sociales plenas, hermanos argentinos integrados socialmente, con igualdad de condiciones, que es mas que el ingreso es la dignidad y un proyecto de vida.
También es inconcebible que quienes resisten compartir las rentas extraordinarias sean los mismos que claman contra la pobreza cuando fueron y son causas de la misma, son parte del problema, no todo el problema ya que el mismo descansa en que el pueblo argentino tome conciencia que mientras existan estos hermanos sin destino, ningún argentino lo tendrá, “porque nadie se realiza en un país que no se realiza” según decía nuestro líder el general Perón y porque tenemos pendiente la construcción de nuestro desafío estratégico que es primero la felicidad del pueblo y después la grandeza de la Nación.
Hoy como ayer estamos en disyuntiva histórica que los factores de poder tienen claro como resolver, es mas lo han hecho a lo largo del siglo pasado, sin escrúpulos ni límites. Es responsabilidad del campo nacional y popular unir objetivos, avanzar en la construcción común de un modelo de país solidario que recree el Estado de Bienestar de estos tiempos. Es un proceso de búsqueda, pero también de bajar rencores y actuar con humildad y grandeza, que incluye desprendimiento. Los nuevos paradigmas los escribe el pueblo en su conjunto cuando logra articular los tiempos políticos y sociales con sus propias demandas, cuando los afectos compartidos superan las racionalizaciones y cuando se logra vislumbrar un futuro común para todos.
Es un nuevo tiempo lleno de posibilidades con un marco internacional favorable para su realización, para ello es necesario asumir los desafíos de estar junto al pueblo en las batallas que propondrán aquellos sectores desplazados de los privilegios que ostentaron hasta ahora. Un batalla sin lugar a dudas que seguirá siendo dura pero que permitirá que emerjan nuevos liderazgos en un trasvasamiento generacional necesario que permitan recrear los sueños y reconstruir el movimiento nacional.
(Agencia Paco Urondo)
lunes, 5 de octubre de 2009
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