CAPITAL FEDERAL (Agencia Paco Urondo) Esta nota fue realizada por el diputado nacional Luis Ilarregui para la Revista Evita el lunes 21 de octubre.
¿Alguien pensó alguna vez en estos 4 años que Néstor Kirchner no sería el candidato presidencial? ¿Alguien pensó que sería Cristina la responsable de conducir al país? Si, hubo una sola persona que lo hizo: Néstor Kirchner.
Con la impronta que lo caracteriza, con esa iniciativa política que lo asemeja al Negro Ortiz de la política, le hizo una gambeta al destino marcado y decidió dar un paso al costado sorprendiendo a una clase política (y una sociedad) que no está nada acostumbrada a estos gestos.
El mandato de Kirchner duró 4 años y medio de calendario. Pero por las tareas que se demandaban para reconstruir un país diezmado, parece que hubieran pasado 8. El siempre señaló que el suyo era un gobierno de transición: el desgaste por el choque cotidiano que le demandó recuperar la investidura presidencial, y el enfrentamiento constante contra los sectores privilegiados, alargó cada año de su presidencia. Cada día de su gobierno, fue equivalente a 3 de gobiernos anteriores.
Creo que es tarea nuestra enaltecer su figura mucho más de lo que lo hemos hecho. No tenemos todavía una distancia suficiente como para lograr una perspectiva histórica, pero considero que Kirchner ya se ganó un lugar en el podio de los tres liderazgos populares más importantes de la historia del país (Yrigoyen y Perón, qué duda cabe, son los otros).
Ahora es el turno de Cristina.
Si bien es cierto que le entregará en diciembre un gobierno ordenado (los números de la macroeconomía son óptimos – crecimiento del PBI, record de exportaciones, retroceso de los índices de pobreza e indigencia, reducción a un dígito de la tasa de desocupación -), también es verdad que todavía quedan muchas cosas para realizar. Por eso el primer paso de esta batalla electoral es consolidar lo realizado. Y para ello es determinante sacar un elevado porcentaje de sufragios para obtener el triunfo en la primera vuelta. La derecha buscará, como en el resto de Latinoamérica, provocar una segunda vuelta, pero no porque tengan posibilidades de ganar, sino como condicionamiento y desgaste del futuro gobierno.
Cuando hablamos de profundizar el rumbo, hacemos referencia a que todavía persisten enormes bolsones de exclusión social que es imperioso subsanar para tener un país basado en los pilares históricos del peronismo: justicia social, soberanía política e independencia económica. En alguno de estos elementos se han dado pasos importantes: haber saldado la deuda con el FMI y evitar así sus introminsiones en la política económica, es un claro ejemplo de independencia económica. Haber recuperado protagonismo junto a los demás países del América del Sur, implica un avance en la recuperación de la soberanía política (y en la dignidad de los argentinos).
La pata que queda por saldar, a pesar de la notoria mejoría, es la de seguir revirtiendo los índices de distribución de la riqueza. El aumento de salarios forma parte de ello, aunque es insificiente, pues quedan afuera todos aquellos trabajadores que no están registrados. Es necesario encarar una reforma del sistema tributario, porque es allí donde se produce una notable distorsión. Y por supuesto, que sigue siendo imperiosa la existencia de una política de fomento a la industrialización, porque sin trabajo es imposible encarar un cambio como el que nos proponemos.
Otra de las tareas pendientes, es realizar una reforma política acorde a los tiempos que corren. El debilitamiento actual de los partidos políticos es un síntoma inequívoco de que han operado cambios sustanciales en la sociedad y de los cuáles buena parte de la clase dirigente no ha tomado nota. Dentro de este marco, es indispensable fortalecer una estructura propia (existente o no), que permita superar la suma de las partes en las que se ha convertido el Frente para la Victoria.
En fin, hay toda una serie de desafíos por delante con los que tendremos que enfrentarnos. Si nos siguen acompañando la convicción política y la fuerza moral que caracterizan al bloque histórico que constituyó el peronismo, ya tenemos media batalla ganada. Hará falta seguir construyendo poder popular, para contagiar al resto de los argentinos y continuar la profundización de un cambio que ya ha empezado. (Agencia Paco Urondo)
miércoles, 8 de abril de 2009
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