sábado, 6 de junio de 2009

Los periodistas también somos trabajadores


Por Sergio Espinoza (para Agencia Paco Urondo). Este domingo 7 de junio es el Día del Periodista. Un día de reflexión para aquellos que de alguna manera u otra llevamos este oficio adelante.

Vivimos un momento que nos encuentra, seguramente ahora más que nunca, encuadrados como trabajadores que cumplen la labor de periodista dentro de una empresa, que como profesionales independientes.

Reconocernos como trabajadores es la necesidad del momento. No hacerlo es hasta esta altura un grave error de cálculo. El ensueño del profesional independiente choca con la realidad de la imposición empresarial de los medios de comunicación a la hora de producir uno que otro tema.



Sabemos que eso pasa y no podemos engañarnos. También sabemos que necesitamos, como todos los trabajadores, llevar el salario a la casa. Finalmente, gana el salario del mes. Y alguien puede, al fin y al cabo, ¿reclamarnos algo?.

Por eso sostengo, para todos aquellos compañeros que trabajamos en un medio masivo de comunicación, que es necesario reconocernos como trabajadores. Ya que el destino del conjunto, es también nuestro destino. Por eso es necesario apoyar y fortalecer un proyecto nacional y popular que nos contenga.

Finalmente, les dejo una nota de opinión que envié a Página/12 y gentilmente Washington Uranga decidió publicar:

Los medios ante una nueva realidad

*Preguntarse cuándo fue el divorcio, la separación de los medios y la comunicación es una tarea que debiéramos hacer a la hora de encontrarnos frente a un papel, un micrófono o una cámara de televisión. Los medios como avance tecnológico de la humanidad son las herramientas donde la comunicación, originaria desde los comienzos del ser humano, fluye y se dispersa por todas las latitudes al encuentro del receptor y en ese transitar va conectando distintos paisajes, culturas y miradas.

En este momento donde la comunicación llega hasta los lugares más recónditos del planeta, la tecnología, en constante crecimiento, ha sido la vanguardia de una ideología globalmente uniformada donde, con el transcurrir del tiempo, la técnica ha desplazado el interés primero que es el comunicar, el estar en permanente contacto con el otro.

Por lo tanto, se insiste en el tecnicismo y en la proliferación de tecnócratas, a tal punto que son los únicos aceptados socialmente para referirse al arte de la comunicación. Tal es así, que se va creando una cierta elite, una casta social que se presenta como los “comunicadores profesionales”, formadores de opinión aptos para hablar sobre el tema en cuestión. Frente a esta realidad, no es erróneo pensar que otros con el mismo interés de comunicar vayan a la búsqueda y apropiación de dichas tecnologías, en abierta disputa del espacio que ocupa esta casta dominante.

Este marco social no sólo se produce en los medios de comunicación, sucedió y sucede lo mismo en la literatura, las artes plásticas, la música, las ciencias y en la madre de todas las artes, la política. Esta lucha de intereses, esta lucha de poder, genera y es causal en gran medida de esta disociación de los medios y la comunicación, al punto de no poder diferenciar cuál de estos temas es el importante.

Es entonces cuando la idea de comunicación propia irrumpe como una mirada nueva, donde el actor fundamental de este fenómeno es el pueblo. Un pueblo ávido por comunicar y comunicarse en busca de espacios de expresión frente a los medios masivos de comunicación actualmente establecidos. Sin duda este fenómeno avanza y rompe con la estructura de los estereotipos impuestos, donde los formadores de opinión ya no causan efecto, además de ser cuestionados por la opinión pública. Obligando de esta manera a las empresas de medios a modificar su arquitectura arcaica y sus prácticas a la hora de comunicar.

La capacitación libre y abierta de la técnica se abre paso por sobre las “casas de altos estudios” para grupos selectos, y las jornadas, talleres o encuentros sobre comunicación se suceden por millares en pos de la horizontalidad del dominio de la técnica y el pensar en los medios.

Ante este nuevo escenario, los medios masivos de comunicación deben replantearse sus prácticas y formas para conectar con el lector, radioescucha o televidente. No hacerlo sería un grave error de absolutismo. La innovación y la re-estructuración del formato de las empresas de medios llevan consigo la comprensión y aceptación de este fenómeno hacia la superación de viejas prácticas obsoletas, mientras que desde la base misma de la sociedad van surgiendo nuevos comunicadores en contacto directo con la realidad diaria de las poblaciones.

Acompañar este proceso es la acción del momento. Potenciarlo y fortalecerlo es la tarea por venir. De este nuevo paradigma comunicacional todos formamos parte; por adhesión u omisión, todos somos protagonistas de este nuevo escenario. Estamos frente a una herramienta de construcción social que nos abre a una nueva época en la comunicación dentro de la provincia del Chubut y, por qué no, en todo nuestro territorio argentino. Apertura y audacia son los signos de este tiempo.

* Nota publicada por Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/laventana/26-124799-2009-05-13.html

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