Capital Federal (Agencia Paco Urondo, publicado en revista 23, gentileza Mónica Oporto) El abogado Pablo Van Thienen organiza encuentros donde enseña a burlar a los directores del Estado en las empresas con participación pública. Su tío brigadier acusado de torturas. La admiración por Cobos.
Por Carlos Romero
León Gieco estaría al menos desconcertado si supiera que entre los muchos comentarios elogiosos que recibió en el sitio web de su road movie “Mundo Alas”, figura uno del influyente y sigiloso abogado de la City Pablo Augusto Van Thienen, suerte de ideólogo e instructor de la estrategia de boicot, aislamiento y escamoteo de información que ya están poniendo en marcha algunas de las empresas que rechazan la participación accionaria del Estado y la llegada de los directores colocados por el gobierno nacional.
En pocas palabras, Van Thienen, director académico del Centro de Estudios de Derecho, Empresa y Finanzas (Cedef Law & Finance), organiza cursos, desayunos y jornadas de estudio en los que comparte con los ejecutivos de alto rango de las empresas cotizadas su know how para evitar eso que el abogado definió como el deseo K de “inmiscuirse en los negocios ajenos”.
Y como para ponerle un moño al confeti conspirativo de estos eventos de negocios, Van Thienen dicta sus clases en uno de los lujosos salones del Palacio Paz, más conocido por su nombre institucional como Círculo Militar de la República Argentina. En ese exclusivo y plomizo club de las Fuerzas Armadas, en abril pasado, Van Thienen se dio cita con ejecutivos senior y gerentes de los departamentos legales de algunas de las compañías donde el gobierno, luego de la nacionalización de los fondos de las AFJP y a través de la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSeS), ahora cuenta con un porcentaje de participación accionaria y, por esa razón, está habilitado a sentar a un director en la mesa chica. “Hubo decisión política de no dar batalla legal al Gobierno –explicó Van Thienen, en declaraciones a los medios–. Pero sí se les puede hacer menos fácil las cosas.” De eso, justamente, se tratan las reuniones en el centro castrense.
“La información sobre una empresa es un asunto confidencial, que ahora está al alcance de un director que no es percibido como propio, sino que juega para el otro bando”, agregó en una entrevista publicada el lunes pasado en Clarín. Diario al que, dicho sea de paso, el abogado habría intimado por haber mencionado que el Cedef tiene una de sus sedes en el Círculo Militar –la otra está en Pilar–, algo que para Van Thienen estuvo “completamente fuera de lugar”, a pesar de su exactitud geográfica.
“Ese dato genera mucho ruido, sobre todo si se tiene en cuanta que este es un gobierno anti-castrense. Van a decir una ridiculez como que el Cedef es un fronting para el próximo golpe de Estado”, se quejó el especialista en finanzas durante una breve conversación que mantuvo con Veintitrés, en donde se comenzó a pactar una entrevista que luego no prosperó (ver recuadro). “A Clarín le mandé una carta documento responsabilizándolos por cualquier problema que me pueda provocar”, sostuvo el lawyer de la City, quien insistió en que no posee ningún vínculo particular con el Circulo Militar ni con la familia verde oliva, a pesar de que son pocos los que pueden ingresar a ese elitista club fundado en 1880 y hoy ubicado sobre la avenida Santa Fe al 700. “Ahí alquilo, pago y me voy. No tengo nada que ver con lo castrense”, insistió Van Thienen. La genealogía de su apellido, sin embargo, sí muestras lazos con lo más turbio de la prosapia militar que supo operar en plena dictadura.
El tío Jorge. Entre el 22 y el 24 de octubre de 2007, varios de los avisos fúnebres publicados por el diario La Nación daban cuenta de la muerte del brigadier (R) Jorge Arturo Van Thienen, ex jefe de la III Brigada de la Fuerza Aérea, con base en Reconquista, provincia de Santa Fe, quien antes de su muerte estuvo cumpliendo prisión domiciliaria: era investigado por su presunta participación en los crímenes cometidos por la dictadura militar en el norte santafesino. Entre los avisos de quienes lamentaban la muerte del brigadier estaban, justamente, su sobrino Pablo Van Thienen y su esposa, Carola Berra Sagrera, quien lo asiste en la organización de los cursos del Cedef.
Hasta marzo de 1977, el brigadier Van Thienen estuvo en Reconquista, y en febrero de 1978 fue trasladado al Área 162, que operaba en la zona del partido bonaerense de Moreno, donde se desempeñó hasta enero de 1979. Las sospechas por su responsabilidad en la represión ilegal en ese destino quedaron sepultadas por la impunidad propiciada por la Ley de Punto Final.
Algunos de sus colegas de ese entonces también lamentaron su deceso: “Las promociones 16 de la Fuerza Aérea, 80 del Ejército y 77 de la Armada”, además de sus amigos del grupo ultranacionalista Asociación Unidad Argentina (Aunar), del que fue socio fundador y vicepresidente. En su acta fundacional, Aunar, que reivindica “la lucha contra la subversión”, se propone “estimular, desarrollar, y transmitir un elevado espíritu patriótico (...), para neutralizar la influencia de ideologías y acciones disolventes”. Allí, Van Thienen fue camarada de otros prohombres de los años de plomo, como por ejemplo el ya fallecido comisario inspector Nelson Corgo o el general de brigada (R) Fernando Verplaetsen, quien fue procesado por su supuesta participación en crímenes de lesa humanidad ocurridos en Campo de Mayo.
“Es inevitable que en la acción de reprimir se cometan algunas injusticias, pero lo importante es el sentido de responsabilidad con que los efectivos de las fuerzas de seguridad tratan de llevar a la mínima expresión la posibilidad de error. Aun así, los detenidos son sometidos a un proceso tendiente a aclarar debidamente su participación o no en esta clase de delincuencia”, detalló en 1976 Van Thienen, según recoge el periodista Raúl Borsatti en el libro Sólo digo compañeros, sobre la represión en el norte de Santa Fe.
Ya en democracia, el ex militar también despuntó el vicio de recordar viejos tiempos en el Consejo Estratégico Argentino (Crear), asociación que propone fundar una “segunda República Argentina” y se opone a una dirigencia política a la que considera coptada por fuerzas “antinacionales”.
Otros que también enviaron condolencias fueron “sus amigos del Grupo Instrumento”, entre los que figuran miembros de la Sociedad Rural como Fernando Bonorino y “Tato” Vila Moret, y la Escuela de Negocios de la Universidad Austral, famoso granero de cuadros para las filas del establishment.
Círculo. Es probable que el fallecido brigadier Van Thienen haya pasado algunas de sus tardes en los salones del mismo lugar donde hoy su sobrino reúne a la crème de la crème del empresariado argentino, espantado por el aluvión de directores estatales que llegan a sentarse a su misma mesa.
Más allá del episodio familiar, el Círculo Militar tiene su propia historia negra. Uno de sus últimos presidentes fue el represor Ramón Genaro Díaz Bessone, que ocupó por dos períodos ese cargo, desde 1994 hasta 2002. Actualmente, Díaz Bessone cumple una prisión domiciliaria, en una causa por los delitos cometidos en el marco del Plan Cóndor. El militar, que en dictadura estuvo al frente del II Cuerpo de Ejército en Rosario y fue ministro de Planeamiento de Jorge Rafael Videla, en los ’80 fue investigado por crímenes de lesa humanidad en la zona de Paraná, en 1989 fue indultado por el menemismo y en 2005 volvió a ser procesado.
Pero no sólo en el palacio de la avenida Santa Fe, Van Thienen hace cátedra. En una columna escrita el 25 de marzo pasado para el sitio Infobae Profesional, el abogado alertó a las compañías sobre la “incertidumbre para las empresas públicas que ahora tendrán sentados en el board a funcionarios nombrados por el gobierno. Una minoría atomizada ahora se convierte en una primera minoría con voz, voto y con directa intervención en el management. Algo que resulta muy preocupante”.
Según se señala en la página web del Cedef, entre los clientes que escuchan sus consejos estratégicos hay compañías de la talla de Carrefour Argentina, Transener, Arcor, la petrolera CGC SA, Molinos, Coca Cola, Banco Francés, Tenaris, Siderca, Aluar, Unilever, Repsol YPF y Petrobras, junto a una larga lista de los estudios de abogados más influyentes del país.
Algunas de estas firmas envían a sus cuadros técnicos para que, en bloque, puedan proponer formas de hacer frente a lo que entienden como el avasallamiento del Gobierno. Tomando como leading case lo sucedido con el desembarco de un director del Estado en Siderar (del grupo Techint), los conjurados concluyeron que una de las estrategias a aplicar consiste en una especie de microboicot: con pequeños piquetes formales, minarle el camino al enviado K, de manera que todo se le vuelva cuesta arriba.
No es la primera vez que el abogado usa artillería pesada contra la política oficial. En una carta de lectores aparecida en La Nación del 26 de julio de 2008, destacó lo hecho por Julio Cobos en la votación por la resolución 125. “El kirchnerismo sufrió el 18/7 un golpe mortal al verticalismo obsecuente”, dijo Van Thienen. Y agregó que “Cobos acaba de sancionar la ley de punto final a la obediencia debida dentro de la política argentina”, usando de manera metafórica palabras que, al menos en el caso de su tío Jorge, tuvieron un significado distinto. Como en un círculo, todo cierra. (Agencia Paco Urondo)
El consumo de los argentinos sigue en baja
Hace 22 horas
nO c kiEn es eTe pablo vantienen pero mery van thienen esta un canio... altas tetas tiene: http://www.facebook.com/profile.php?id=618826964
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