miércoles, 14 de octubre de 2009

Cuando el rencor reemplaza la falta de información, por Héctor Timerman

Capital Federal (Agencia Paco Urondo, publicado en la revista Debate) La Argentina sigue en el G-20 y el G-20 goza de excelente salud, a pesar de los pronósticos de los Grandes Multimedios Porteños.

El 1º G-20 organizado por el entonces presidente Bush se desarrolló en medio de la hecatombe. La llegada de los Líderes a Washington era un intento de calmar a un mundo en pánico. El foco de la discusión fue entender, y aceptar, que la desregulación financiera había convertido a Wall Street en una tierra sin leyes donde la ética jamás abundó.

Sin embargo, esa 1ª reunión puso en marcha los mecanismos que permitieron que en la reunión de Pittsburgh se decretara el renacimiento del Estado como árbitro de las relaciones entre los distintos actores de un mundo complejo. Que sea un Líder de la Derecha como Nicolas Sarkozy quien despotrique contra los bancos y sus engaños muestra, como dio a entender Lula, el nacimiento de un mundo menos ingenuo y más homógeneo.

La Declaración de Pittsburgh es un documento profundo, fundacional, que llevó varios meses de negociación y que recién culminó menos de 10 minutos antes de que Barack Obama diera por terminada la Cumbre. La importancia de lo acordado fue de tal magnitud que tanto el Washington Post como el New York Times coincidieron en sus titulares: “Leaders of G-20 Vow to Reshape Global Economy” (Los líderes del G-20 se proponen rediseñar la economía global) y “G-20 Grabs Bigger Role in Global Economy” (El G-20 cobra un mayor rol en la economía global).

Sin embargo, los lectores de La Nación y de Clarín pensaban que en Pittsburgh se tomarían 2 decisiones. 1º, expulsar a la Argentina del G-20. 2º, disolver el G-20. Cuando a la falta de información se la reemplaza con el rencor suceden esos papelones.

No lo culpo si Ud es 1 más de los lectores mal informados por dichos lobistas, así que trataré, en este espacio, de describir las medidas que la Argentina considera vitales para la Economía que emergerá de esta crisis que estamos atravesando.

Hemos resuelto comenzar la democratización del Fondo Monetario y del Banco Mundial. El 1º paso es una transferencia de acciones de 5 y 3 %, respectivamente, hacia Países emergentes y pobres. El compromiso es terminar con una situación en la cual, por ej, 43 países Africanos eran representados por 1 miembro del directorio mientras que los países desarrollados cuentan con 1 representante por País.

Además, se ha eliminado el acuerdo por el cual el Banco Mundial debía ser dirigido por 11 Estadounidense y el Fondo Monetario por 1 Europeo.

Mientras que en la Cumbre de Londres fue nuestra férrea oposición la que impidió incluir la flexibilización laboral, Pittsburgh quedará en la historia por haber reconocido que no habrá solución sin la participación de la Clase Trabajadora. La presencia de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) en las deliberaciones y el capítulo dedicado a la creación de Trabajo Decente es la gran lección de esta crisis.

Esta postura se hace explícita en la siguiente frase del documento: “Continuaremos proporcionando ingresos, protección social y capacitación a los desempleados y a quienes tienen mayor riesgo de caer en el desempleo. Estamos de acuerdo en que los desafíos actuales no constituyen una excusa para ignorar o debilitar las Normas Laborales Internacionalmente Reconocidas. Para asegurar que el crecimiento mundial beneficia a todos, debemos instrumentar Políticas que acaten los principios fundamentales y los Derechos en el lugar de trabajo de la OIT”.

Otro tema que cobró importancia en el debate fue el aumento de la pobreza y del desamparo en el que se encuentran millones de seres humanos. Hemos tratado de resumir en una frase ese fracaso que nos apabulla: “Incluso antes de la crisis, demasiadas personas padecían hambre y pobreza, y un nº todavía mayor de personas carecen de acceso a energía y a la financiación. Al reconocer que la crisis ha exacerbado esta situación, nos comprometemos a cooperar para incrementar el acceso a los alimentos, el combustible y la financiación para los pobres”.

La propuesta de Sarkozy sobre el dilema de los bancos es, sin duda, la matriz de la crisis. La desregulación permitió la creación de bancos tan grandes que su caída provocaría el fin del sistema financiero. A su vez, estos bancos alentaban a sus ejecutivos a tomar riesgos incalculables prometiéndoles una participación en las ganancias y sin responsabilidad en las pérdidas. A este sistema perverso se le ha puesto fin. Vale acotar que los bancos que recibieron ayuda del Gobierno Norteamericano destinaron U$S 36.000 millones al pago de premios a sus ejecutivos.

Otro tema importante que se discutió en la Cumbre es la necesidad de impulsar nuevas formas de energía renovable y de medidas que detengan el deterioro del medio ambiente. Aquí los Países en vías de desarrollo logramos que se reconozca la necesidad de impulsar la transferencia tecnológica y la disposición de los Países desarrollados a financiar los cambios necesarios.

Finalmente, volvimos sobre un tema que causó un intenso debate en la Cumbre de Londres ¿Cómo evitar la evasión impositiva, la fuga de capitales y la no cooperación de los paraísos fiscales? En Pittsburgh hemos avanzado en definir que las jurisdicciones que no cooperen comenzarán a ser sancionadas a partir de marzo próximo, y que los Países del G-20 se comprometan a intercambiar información sobre sus ciudadanos que fugan capitales y evaden impuestos al hacerlo.

En fin, como dijo Cristina Fernández en su discurso, la crisis, al igual que otras crisis, ha dado lugar a un Nuevo Orden Internacional, esta vez en medio de la globalización. El G-20, como editorializó el Financial Times se ha hecho cargo de esta situación.

A ningún lector de La Nación y de Clarín debería llamar la atención, entonces, que sus columnistas dominicales hayan obviado hablar del G-20 en sus intrascendentes columnas del domingo 27. ¿Cómo podrían haber explicado a sus seguidores el siguiente párrafo de la declaración final?: “En el día de hoy hemos designado al G-20 como el foro principal para nuestra Cooperación Económica Internacional”.

El autor es embajador de la Argentina en EE. UU. (Agencia Paco Urondo)

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