Capital Federal (Agencia Paco Urondo, publicado en Perfil) No me gusta nada lo que estoy viendo. Como periodista, fue una de las semanas más penosas que me tocaron vivir. Me duele ver a colegas a los que respeto tan condicionados Por Jorge Fontevecchia
Código Político. Hay nuevos códigos en la política argentina que se le escapan al Grupo Clarín En la foto, el programa de TN sobre la Ley de Medios.
Durante la Dictadura, no se podían contar los asesinatos. Era horrorosa esa cobardía pero la alternativa era la muerte.
Durante las más de 2 décadas de Democracia, muchos periodistas no pudieron denunciar actos de corrupción de los Gobiernos de turno (en el momento que se producían y no años después, que sí se puede) porque las Empresas donde trabajaban recibían beneficios a cambio de silencios. Era indigerible esa autocensura pero la alternativa era el despido.
Sin embargo, ahora, para no ser despedido ya no basta bancarse la omisión, sino que hay que atacar a quienes se oponen a los intereses del Medio en que se trabaja. Y no fríamente, ni cínicamente, sino auténticamente, con la pasión de quien está convencido de que defiende principios. Eso es trabajo insalubre.
Hasta el enfrentamiento Kirchner-Clarín, estas prácticas (y aun peores) eran patrimonio de medios de poca trayectoria y mala fama. Ahora, pasaron a incorporarlas –aunque sea parcialmente– los Grandes Medios, autodegradándose tristemente.
Pena parecida a la situación que soportan algunos de mis colegas me la generaron varios miembros de la Oposición en el Congreso. Hace algunos años me tocó conducir las redacciones que comenzaron la Revista Caras en 3 Países: Argentina, Brasil y Portugal. Recuerdo mi sorpresa porque en todas me encontraba con figuras cuyo único trabajo era aparecer en las revistas del corazón con un discurso apropiado para esos medios y correctamente producido. Un papel parecido hicieron algunos Diputados que pasaban de Programa en Programa de TN o de nota en nota para los movileros parlamentarios.
La mirada hacia quien se dirigía la temerosa actuación de algunos Periodistas y Legisladores Opositores en búsqueda de aprobación era la de 1 sola persona. En ambos casos, se trataba del CEO de Clarín, Héctor Magnetto, para muchos el hombre más poderoso de la Argentina, quien está especialmente sensible. Por ej, hasta su ingreso al Gobierno, María del Carmen Alarcón tenía un trato informativo privilegiado en Clarín por su amistad con José Antonio Aranda, uno de los 3 Gerentes-Accionistas de más peso del Grupo. Pero desde que saltó a la vereda K, se terminó el buen trato y la furia Clarinesca también se abatió sobre ella. Alarcón llamó a su amigo José Antonio Aranda y le pidió piedad y comprensión. La respuesta que recibió fue categórica: “Te juro que yo no tengo nada que ver. Estas son órdenes de Héctor Magnetto, que está desatado e implacable con todos aquellos que se acercan al Peronismo”.
Este episodio puntual, uno de tantísimos, refleja que algo profundo sucedió en el carácter de Héctor Magnetto, quien como gran político que siempre fue, sabía ceder en lo secundario para consolidar lo principal, nunca llevaba las confrontaciones a un punto de no retorno y amenazaba para negociar, evitando la guerra más que produciéndola. Con pragmatismo y paciencia de tiempista, Héctor Magnetto fue consiguiendo que cada Gobierno cediera mansamente para retobarse recién cuando su poder ya no resultaba una amenaza. El Magnetto de siempre no hubiera dejado a Grondona irse con el contrato de la televisación de fútbol, ni que un Gobierno llevara al Congreso una nueva Ley de Medios. Hubiera negociado y entregado lo que fuera necesario, como siempre hizo, para ser el ganador final de la partida.
Algo cambió en su estado de ánimo, probablemente relacionado con la enfermedad que padece. Dicen que cuando estuvo al borde de la muerte se irritó con Kirchner porque trató de aprovecharse de ese momento de debilidad personal, y no pudo recuperarse de la herida emocional como sí lo hizo en parte de la física. El Magnetto de siempre habría negociado con Kirchner las concesiones que hubiesen sido necesarias para aplacarlo hasta que su poder estuviera aún más debilitado, para allí sí fulminarlo de un solo rayo.
Porque aunque logre que Néstor Kirchner dentro de 2 años sea debilitado, eso no sería un triunfo para el Magnetto de siempre porque en el camino habría perdido los derechos del fútbol, el monopolio del cable y –quizá– la mitad del capital de toda su Empresa (en los últimos 20 días el valor de Clarín en la Bolsa se redujo el 30%). El Magnetto de siempre hubiera contribuido, a su debido tiempo, al debilitamiento de Kirchner sin tener que dejar pedazos del cuerpo del Grupo en el campo de batalla. Otro capital que Clarín se está consumiendo en este enfrentamiento (desde mi óptica personal, el más valioso) es el capital simbólico. Lo material se puede reconstruir pero el prestigio, la credibilidad y más aún la autoridad, una vez que se pierden, no se recuperan más.
Al igual que sucedía con la discriminación con publicidad oficial hasta que se instaló el tema, en el pasado sólo los políticos y los periodistas sabíamos que Clarín acomodaba su Línea Editorial en función de sus Intereses Comerciales. Kirchner ya logró infligirle al Grupo una seria derrota al establecer en todos los Ciudadanos que Clarín adecua su visión de la realidad a causas extraperiodísticas y extraideológicas. Pero en lugar de responder con aplomo tratando de minimizar los daños, como corresponde a quien es y se debe sentir fuerte, el propio Clarín en su desesperación se está ocasionando aún más heridas al pasarse a una actitud opositora fanática, plagada de adjetivos y evidente hasta para el más iletrado de los Argentinos, después de haberse destacado durante años por un oficialismo inequívoco.
Está claro que Néstor Kirchner quiere simplemente responder rencorosamente a la traición de Clarín al pacto de no agresión que tuvo como cenit el simbólico gesto, a modo de regalo de despedida, de que el último Decreto que Néstor Kirchner firmara como Presidente, en diciembre de 2007, fuera el que autorizó la fusión de Cablevisión con Multicanal. El Ciudadano común se da cuenta de esa sed de revancha de Kirchner. Pero Clarín se comporta igual y, arrastrado por la lógica y el método Kirchneristas, responde vengativamente. Así, si Néstor Kirchner fuera a la tumba política, se podría terminar llevando en su cajón a la mitad de Clarín con él.
En el Programa Código Político de TN, quizás 1 de los más representativos del sentir del Grupo porque sus conductores, Eduardo van der Kooy y Julio Blanck, son a la vez principales Columnistas Políticos del Diario Clarín, el Diputado Justicialista que preside la Comisión de Comunicación, el Pampeano Manuel Baladrón, les aclaró que el debate no se reduce simplemente una Ley de Medios, sino sobre si la política continuará subordinada a los Medios o logrará independizarse de ellos.
De la misma forma que el Peronismo les disputó la Economía a los Economistas y logró que la Política se impusiera a los técnicos, ahora les reclama la comunicación a los comunicadores. Sin comprender la diferencia entre acto y representación, algunos sujetos noticiosos de la política reclaman derechos de autor sobre las noticias. Néstor Kirchner tiene preocupaciones más concretas y materiales en su mente, como aprovechar a dejar posicionados a amigos y dependientes en muchos de los nuevos medios que pasarían de manos, o a crearse, de aprobarse la nueva Ley. Pero para no pocos Legisladores, doblarle el brazo a Clarín es una especie de Guerra Santa donde el honor ultrajado de los políticos debe ser restituido. Para el Diputado Justicialista Héctor Recalde, “3 Leyes son el eje del mal: La de Entidades Financieras, la de Contrato de Trabajo y la de Radiodifusión, las 3 de la Dictadura”.
Sobre la rebelión ante esa idea de reducción al servilismo que los medios habrían impuesto a los políticos, trabaja el Peronismo tanto sobre los Legisladores propios y aliados, generando espíritu de cuerpo, como psicopateando a los indecisos y denudando a los de la oposición, con sólo decir “La Diputada Clarín”. Esa rebeldía es patrimonio de los Legisladores por el Gobierno mientras que los sumisos son los Diputados que recorren los Programas de TN. De algo abusó Clarín para que el sólo defender sus intereses sea un insulto y construir esa vulnerabilidad moral. Y de algo abusa hoy siendo despiadado con los del Gobierno y acrítico con los que se oponen a él.
Lo mismo sucedería con sus periodistas si se permitieran mayor disenso (como hace Nelson Castro, que desde TN sostiene que hace falta una nueva Ley): Si en lugar de ser obvio y encolumnar a todos sus periodistas como si fueran soldados de un ejército, se permitiera más voces disonantes, ganaría en credibilidad y autoridad moral para discutirle a Kirchner. (Agencia Paco Urondo)
miércoles, 9 de septiembre de 2009
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Excelente nota, y eso que fontevechia no es de mi agrado.
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