sábado, 12 de septiembre de 2009

Un 11 de Septiembre hace 36 años atrás: por Alejandro Rusconi*

Capital Federal (Agencia Paco Urondo)
Hace 36 años, un 11 de septiembre, se inaugura uno de los periodos más crueles y terribles de la historia chilena.

Hace 36 años un golpe de estado encabezado por Augusto Pinochet pone fin a un gobierno socialista surgido de la voluntad popular.

Hace 36 años asesinan en el Palacio de la Moneda a un gran hombre que paso a la historia por su coraje, por su entrega y por su resistencia, ese hombre era Salvador Allende. Sus últimas palabras, hablándole a su pueblo, quedaran grabadas para siempre en la memoria y dan sobrada muestra de su entereza y de su convicción.

Hace 36 años de aquel 11 de Septiembre, que elijo recordar, que elijo rescatar por y para la memoria popular.

Muchos evocaran el 11 de septiembre recordando a Sarmiento, festejando el día del maestro, otros recordaran el 11 de septiembre como el día en que cayeron las Torres Gemelas, yo elijo recordar y rescatar de la memoria el 11 de septiembre de 1973 cuando fruto de una conspiración del entonces presidente de los EE.UU, Nixon y la dictadura brasileña, se produce el golpe de estado en Chile.

Lo rescato porque no debemos olvidar que la sucesión de golpes de estado que se dieron en América Latina entre la década del 60 y 70 no fueron fruto de la casualidad sino de un plan diseñado por EE.UU conocido como Doctrina de la Seguridad Nacional y plasmado en la practica a través del Plan Cóndor que dejo miles y miles de desaparecidos y solo trajo dolor y flagelo a nuestros pueblos.

Lo rescato porque no quiero que quede en el olvido, lo rescato con el convencimiento de que los pueblos deben tener memoria, lo rescato por Allende, por Víctor Jara y por los miles de seres anónimos que sufrieron y perecieren durante la dictadura de Pinochet.

Lo rescato, asimismo, porque creo que hoy mas que nunca es necesario estar atento, porque términos que quisiéramos ver desterrados vuelven a hacer pronunciados… “golpe de estado en Honduras”… “bases militares estadounidenses en América Latina”…, voces que, aunque pretendan disimularlo, muestran su ideología y dejan ver a las claras que hay un avance de la derecha en el continente que pretende dar por tierra con los logros obtenidos en los últimos años por los gobiernos populares.

Por eso estoy convencido de que hoy más que nunca es necesario rescatar y recuperar la memoria histórica. Los pueblos deben reivindicar su historia para que las futuras generaciones atesoren ese conocimiento y no olviden, porque esa es la única garantía para que la historia no se repita.

Por eso hoy elegido decir que hace 36 años, un gran hombre, se dirigía a su pueblo por última vez con estas palabras que dan sobrada muestra de quien era y cual era su pensamiento relevándome de todo otro comentario:


“Seguramente ésta será la última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Postales y Radio Corporación. Mis palabras no tienen amargura sino decepción Que sean ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron: soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino, que se ha autodesignado comandante de la Armada, más el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al Gobierno, y que también se ha autodenominado Director General de carabineros.

Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.

Trabajadores de mi Patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección: el capital foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara el general Schneider y reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios.

Me dirijo, sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la abuela que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la Patria, a los profesionales patriotas que siguieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clases para defender también las ventajas de una sociedad capitalista de unos pocos.

Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente; en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando las vías férreas, destruyendo lo oleoductos y los gaseoductos, frente al silencio de quienes tenían la obligación de proceder. Estaban comprometidos. La historia los juzgará.

Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria.

El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.

Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.

¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!

Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.

*Secretario de Relaciones Internacionales del Movimiento Evita
(Agencia Paco Urondo)

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