viernes, 7 de mayo de 2010

De Vido: “Hay una operación mediática”

Capital Federal (Agencia Paco Urondo, en Revista XXIII) Desde hace años un fantasma atemoriza a la dirigencia política local. “Nadie soporta más de tres tapas negativas de Clarín”, dice el mito, y algunos caídos en desgracia juran que es verdad. El ministro de Planificación, Julio De Vido, va por el récord: lleva diez tapas críticas del matutino en doce días. “Y aquí estoy”, chancea, más para distender que para alentar el desafío. Porque al ministro, queda claro de entrada, no le hace gracia la situación: en los seis años que lleva en su cargo, De Vido –aficionado al bajo perfil, considerado por propios y extraños como una pieza clave del proyecto K– apenas concedió un puñado de entrevistas a fondo. Y esta es una de ellas.
La secuencia que lo llevó a romper el silencio se inició el viernes 23 de abril, cuando Clarín publicó en su portada la denuncia del ex embajador argentino en Venezuela, Eduardo Sadous, sobre el supuesto pago de comisiones ilícitas para facilitar negocios con ese país. “Es una mentira bochornosa”, enfatiza De Vido.

–¿Cómo se gestó el acuerdo con Venezuela?

–En el año 2004 nos encontramos con que la Argentina era exportador neto de gas, exportador neto de petróleo, pero que durante el invierno tenía un cuello de botella con la provisión de gas, tanto al sector residencial como al industrial. ¿Por qué? Por el crecimiento que tenía la economía, y porque el país tiene una matriz energética muy ligada al gas. Entonces todos hacían las cuentas y decían que, entre las exportaciones de gas a Chile y la mayor demanda de energía, para los meses de junio y julio no iba a haber gas suficiente para generar energía eléctrica y abastecer a los domicilios. Entonces se presentaban dos alternativas: aumentar el precio de los combustibles, como pretendían las empresas proveedoras y las explotadoras de petróleo, y provocar un ajuste del consumo por esa vía, o buscar un sustituto para el gas en la generación eléctrica durante el invierno, que es cuando hay más demanda. Lo hablamos con el presidente (Néstor) Kirchner. Me dijo: “Mirá, bajo ningún aspecto vamos a ir a la pérdida del consumo. Al contrario, yo quiero levantar el consumo”. En esos días Kirchner mantuvo una conversación telefónica con el presidente Chávez y justo el ex presidente de PDVSA, Alí Rodríguez, se encontraba en el Uruguay. Me senté con él un sábado a la tarde en el despacho del ex jefe de Gabinete Alberto Fernández. Esto habrá sido en abril del 2004. Hacemos un análisis de situación y me dice: “Lo que necesitaría es que te vengas con tu equipo a Venezuela para poder armar un convenio de intercambio. Nosotros tenemos serios problemas en el sector agrícola y ganadero y en la producción de alimentos”. Porque el petróleo es como el famoso mal holandés: genera riqueza, pero se concentra y destruye al resto de las actividades productivas.

–Lo que ocurrió en la Argentina con la agrodependencia.

–Claro. En el caso de Venezuela, al principio del siglo XX el país era uno de los principales exportadores de tabaco, de cacao, tenía producción de maíz, un país muy importante que se fue degradando en el tiempo. Chávez pretendía remediar eso. A la semana viajamos a Venezuela con el subsecretario de Agricultura, Javier De Urquiza, Martín Redrado por la Cancillería, y todo mi equipo de Energía. Convinimos con Alí hacer un convenio país-país para comprar el combustible necesario para que, durante el invierno, pudiéramos generar energía con gasoil o fuel oil, y contar con el gas necesario para que el sector residencial y el industrial no tuviera falta de ese insumo.

–Algunos expertos sostuvieron que no era necesario importar fuel oil porque el país es exportador de ese producto.

–Es otra de las estupideces que se dicen. Si tuviéramos la capacidad de almacenar el fuel oil que producimos en enero, febrero, marzo, diciembre, septiembre y octubre para luego usarlo en el invierno es evidente que no necesitaríamos comprar fuel oil. Pero es absurdo, porque tendríamos que tener tanques de combustible que cubrirían la ciudad de Buenos Aires. Los volúmenes son inmensos. Estamos importando un millón de toneladas, imagínense albergar un millón de toneladas de combustible... Es impracticable construir el tancaje necesario para tenerlo inmovilizado durante tres meses y ocuparlo durante dos, es ridículo. Es un problema de estacionalidad. Sólo haciendo las cuentas desde el punto de vista netamente aritmético se puede llegar a conclusiones estúpidas como las que se están diciendo.

–¿Cómo se estableció el acuerdo de intercambio comercial?

–Estuvimos una mañana discutiendo el convenio con Alí y le pasé las conclusiones a Martín Redrado, quien redactó el documento de acuerdo con las directivas que habíamos acordado. El convenio establecía que la Argentina adquiría fuel oil y gasoil en una determinada época del año y Venezuela compraba a la Argentina productos de un nomenclador fijado en el acta. En principio había 20 productos, pero después el listado se amplió. De hecho en el último viaje firmamos una adenda que era sobre construcciones portuarias, porque hay una empresa argentina que está avanzando con la armada venezolana para mejorar un puerto.

–¿Cuál era la forma de pago del acuerdo?

–Ahí obtuvimos otra ventaja. Como apenas estábamos saliendo de la crisis y los recursos eran escasos, Venezuela permitió que pagáramos el combustible en 12 cuotas al 2 por ciento de interés anual, cuando en ese momento el petróleo estaba en pleno boom y cualquier barco de fuel oil o gasoil que viniera al Río de la Plata era 50 por ciento de recargo y 50 por ciento antes de desembarcar.

–¿Allí se estableció que el pago se hiciera a través de un fideicomiso?

–Se convino que esas cuotas fueran a un fondo común, que se denominó fideicomiso en el acta de complementación, pero ese fideicomiso nunca se materializó en términos legales, porque en realidad ellos me entregaban el fuel oil, yo les entregaba los doce pagarés con un pequeño adelanto y ellos con esa plata compraban productos argentinos.


* La nota completa, en la edición impresa de Veintitrés. (Agencia Paco Urondo)

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