lunes, 31 de mayo de 2010

Discutiendo la Soberania Economica, por Ariadna Somoza Zanuy

Capital Federal (Agencia Paco Urondo, publicado en Buenos Aires Economico 21/05/2010). Discutir la soberanía económica es algo que pareciera estar olvidado bajo el manto de la ajena dicotomía entre ortodoxos y heterodoxos, dicotomía que deja en el olvido a nuestra tradición nacional y popular de la economía, aquella que tanto construyeron Jauretche, Scalabrini Ortiz y otros tantos pensadores nacionales que supimos conseguir.
Tanto la ortodoxia como la heterodoxia son corrientes liberales que han nacido en el Primer Mundo para dar respuesta a las dinámicas y problemáticas de ese mundo.

Alguna será más nacional, más popular o más progresista, pero en definitiva ninguna logra poder comprender y aportar a un proyecto nacional y popular, principalmente porque implica querer mirarnos a nosotros mismos con ojos ajenos. Es este eurocentrismo instalado en todo el pensamiento social latinoamericano que imprime la academia de nuestro continente, el que nos coloca un prisma a la hora de comprender y transformar nuestra realidad. Lo más grave, señala Jauretche, es la intelectualidad local dependiente de los esquemas importados de pensamiento.

La situación descrita se torna aun más grave cuando encontramos que en la actualidad se siguen reproduciendo estos esquemas, siendo que hemos vivido un proceso nacional y popular, que no sólo transformó las bases objetivas de nuestro país sino que también construyó conocimiento alrededor de estas transformaciones, creando así un sistema de ideas, conceptos y valores que fue luego vapuleado y enterrado con el neoliberalismo. La derrota popular que implicó la desintegración de lo construido por ese proceso vivido en términos objetivos se vio así completada por la derrota cultural, principalmente expresada en los contenidos académicos de nuestras universidades públicas, pero también en el pensar cotidiano de muchos intelectuales que dicen ser compañeros.

En el medio de esta derrota cultural, conceptos como soberanía económica parecen ya fuera de moda o extremistas, siendo lo más grave que este parecer compete principalmente a quienes dicen defender el proceso argentino que más avanzó en esa dirección, como lo fue el peronismo. Que se hayan reunido más de mil jóvenes a discutir la soberanía y lo popular en general y que más de trescientos se hayan interesado por la soberanía económica en particular marca una bisagra importante en lo que a la construcción y reconstrucción de nuestra mejor tradición intelectual y política se refiere. Implica fortalecer una militancia y una intelectualidad que pueda acompañar este proyecto de país, aportando y conceptualizando las transformaciones que estamos viviendo hoy en nuestra patria.

Fue en este sentido que se desarrolló, a principios de mes en Chapadmalal, un hecho relevante para la política de nuestro país: más de mil jóvenes profesionales, técnicos y militantes se reunieron para discutir las bases para un proyecto democrático de liberación en el Encuentro Argentina Soberana y Popular, organizado entre Abogados por la Justicia Social y el Consejo Federal de Juventud.

Quizás uno de los hechos más rescatables del encuentro haya sido proponer la discusión sobre temas específicos que hacen a un proyecto nacional, teniendo como base histórica la Constitución del ’49, que consolidó e institucionalizó las transformaciones que se venían dando en el plano social, político y económico.

Es a partir de este marco en que se dieron las discusiones sobre la soberanía económica. A partir del trabajo previo de jóvenes, expresado en documentos temáticos, se trabajó primero en paneles de exposición y luego en talleres que particularizaban y profundizaban los temas. En particular, el panel de soberanía económica estuvo compuesto por jóvenes provenientes de la academia, de centros de estudios, de sindicatos, del capital nacional o representantes de la economía social. Se abordaron los temas antes descritos, se discutió, se marcó el rumbo para el trabajo colectivo de las comisiones posteriores.

Si por soberanía económica entendemos, tal como entendía Scalabrini Ortiz, la posibilidad de salir de las grandes problemáticas de la dependencia, como ser: la moneda y el crédito manejado por la banca extranjera, el estancamiento industrial, la no explotación estatal de la riqueza minera, ni de la hidroelectricidad, la subordinación a barcos, tranvías y restantes servicios públicos extranjeros, podemos ver que los temas elegidos para el trabajo en el encuentro no son casuales: los factores estructurales de la dependencia económica argentina, el rol del mercado financiero y el Banco Central, la generación y distribución de la riqueza, la revalorización del trabajo, el rol de la burguesía nacional, federalismo y economías regionales, recursos naturales y economía social.

Uno de los temas que trabajamos grupalmente fueron las cinco causas fundamentales de la dependencia económica argentina, que a nuestro entender son las siguientes:

1) El liberalismo económico y el modelo agroexportador: el inicio de la dependencia económica argentina. La división internacional del trabajo basada en el libre comercio y que caracterizaba al modelo agroexportador condujo a una doble heterogeneidad estructural que perjudicaba a la Argentina. Por un lado, a una heterogeneidad a nivel nacional en la estructura económica. Por otro lado, a una heterogeneidad internacional en la cual la economía argentina se especializó en la producción de bie­nes primarios mientras que los países centrales se volcaron hacia el desarrollo de las actividades industriales. Esto condujo al deterioro de los términos de intercambio internacionales, generando un mayor distanciamiento de la Argentina con respecto a los países centrales, produciendo de esta forma que el libre comercio sea más ventajoso para los países desarrollados.

2) El endeudamiento externo: la dependencia con el sistema financiero internacional. El fuerte endeudamiento tornó a América latina, y específicamente a la Argentina, en una región muy vulnerable ante los cambio de coyuntura de la economía internacional y, sobre todo, de los mercados financieros. En este sentido, se transformaban en países dependientes de sus acreedores externos y de los organismos financieros internacionales, como por ejemplo el Fondo Monetario Internacional, al ser los encargados de controlar, coordinar y negociar la deuda de los distintos países de la región asumiendo el papel de intermediarios entre los acreedores y los deudores.

3) El papel del Fondo Monetario Internacional: la subordinación argentina a los organismos internacionales. A partir del endeudamiento anteriormente descrito, el Fondo Monetario Internacional fue imponiendo a los países subdesarrollados, y particularmente a la Argentina, a partir de los años ’80 y como consecuencia del crecimiento de la deuda externa, los distintos paquetes económicos neoliberales, como por ejemplo los planes de ajuste estructural en la época de Alfonsín y el Consenso de Washington en la década del ’90, que terminaron beneficiando a los sectores dominantes y perjudicando a los sectores más humildes de la población.

4) El neoliberalismo y sus consecuencias: los planes de ajuste estructural de la década del ’80 y el Consenso de Washington en los ’90.
Tanto el plan de ajuste estructural de los años ’80 como el Consenso de Washington de los ’90 generaron un círculo vicioso de ajuste seguido por una disminución del crecimiento, caída de los ingresos tributarios y la necesidad de un nuevo ajuste para cumplir con los acreedores externos. Además, se profundizó el sistema tributario regresivo, se impuso una apertura externa a los bienes y servicios extranjeros junto con una liberalización financiera y un programa de privatizaciones y desregulación de los mercados. Esto, por supuesto, profundizó la dependencia económica.

5) La independencia del Banco Central: la profundización de la dependencia económica. En este sentido, a partir de la modificación de la carta orgánica en los años ’90 el único papel que cumple el Banco Central de la República Argentina es preservar el nivel de reservas que tiene la Nación, para de esta manera asegurar la estabilidad monetaria. Sin embargo, el objetivo central de esta imposición del Fondo Monetario Internacional era restringir el nivel de intervencionismo del Estado nacional en la economía, al sacarle un instrumento de política económica que es el monetario.

Pero además, al restringir la posibilidad de endeudamiento del Estado con el Banco Central obliga al sector público a recurrir al sistema financiero internacional para cubrir los desequilibrios fiscales. Es decir, la independencia del Banco Central aumenta la dependencia de la Argentina con respecto a los acreedores externos.
Podemos decir entonces que la posibilidad de discutir temáticas que hacen a la construcción de las bases para un proyecto democrático de liberación, entre ellas la soberanía económica, aporta a la construcción de la misma, ya que además de transformar las bases estructurales de nuestra economía (cuestión que creemos ha comenzado en 2003), también debemos dar el debate en la intelectualidad y la militancia para hacerlas una, para que la primera deje de ser mera inteligentzia y esté en consonancia con la construcción de un proyecto nacional y popular, construyendo organización y poder popular también desde las ideas.

La autora es Socióloga del Grupo de Estudio de Economía Nacional y Popular (Geenap), www.geenap.com.ar(Agencia Paco Urondo)

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