martes, 12 de mayo de 2009

La Policía Federal contamina

Capital Federal (Agencia Paco Urondo, gentileza de la Defensoría del Pueblo de la ciudad Autónoma de Buenos Aires) Que una reserva ecológica albergue a una fuente de contaminación suena a disparate.
Pero -créase o no- eso ocurre desde hace más de una década en la Ciudad de Buenos Aires. Para comprobarlo basta con acercarse hasta la Av. España al 1800 y ver cómo en un espacio del Parque Natural y Zona de Reserva Ecológica de la Costanera Sur, la Policía Federal apila cientos de vehículos que, al degradarse, afectan tanto a la biodiversidad del lugar como a quienes viven en la lindante villa Rodrigo Bueno.

El origen de este despropósito data de 1996. Al menos, así lo reconoce la Superintendencia de Drogas Peligrosas que, junto a seis seccionales de la Policía Federal, amontona en el lugar vehículos judicializados, secuestrados o abandonados por sus dueños.

Según fuentes policiales, las autoridades de la Reserva Ecológica autorizaron el uso del predio al que –como un agravio a la estética- los uniformados llaman Lola Mora. Sin embargo, ni la Federal ni los responsables de la Reserva logran exhibir documento alguno que pruebe la existencia de tal autorización.

Más allá de esta seria irregularidad administrativa, desde la Defensoría del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires advierten que este cementerio de automotores atenta contra la Reserva Ecológica y afecta la salud de los vecinos de la Rodrigo Bueno.

En ese sentido, explican que al degradarse, los automotores liberan combustibles, lubricantes, líquidos para freno o refrigerantes que - al igual que los neumáticos, las baterías, los sistemas de aire acondicionado y otras partes del automotor- contaminan el ambiente. Para agregar precisiones, señalan que de los rodados del cementerio se desprenden arsénico, cadmio, cinc, cobre, cromo, mercurio y plomo; todas ellas, sustancias tóxicas para los seres vivos.

Como estas sustancias se diseminan por el agua y el aire, terminan acumulándose en la vegetación de la Reserva que inevitablemente se corromperá y que hasta podría extinguirse. El eslabón siguiente será la fauna que se alimenta con esa vegetación afectada o se alberga en ella. En otras palabras, la permanencia del cementerio de automotores es una apuesta a la desaparición de la Reserva Ecológica.

No menos riesgo corren los vecinos de la Rodrigo Bueno. Ocurre que las baterías, los plásticos, las pinturas y barnices de los automóviles amontonados en su entrada contienen plomo, un metal pesado que causa alteraciones digestivas, anemia o afecta al sistema nervioso. Si de vecinas se trata, la exposición al plomo puede ocasionarles esterilidad y abortos espontáneos. Pero los más expuestos son los niños, a quienes el plomo les genera daños neurológicos que derivan en disminución del coeficiente intelectual, desórdenes en el comportamiento y el aprendizaje, deficiencias en la visión y la audición o talla reducida, entre otros daños.

Inacción de gobierno

Las administraciones que se sucedieron desde 1995, año en que los porteños eligieron por primera vez a sus autoridades, compartieron su preocupación por el emplazamiento de la Rodrigo Bueno en las cercanías de la Reserva. Desde Bolívar 1 se sostuvo que el enclave impacta negativamente en el ecosistema del área protegida. Estas prevenciones ante el asentamiento resultan contradictorias con la autorización o tolerancia de los sucesivos gobiernos frente al cementerio de automóviles.

La impotencia de las autoridades obligó a la Defensoría del Pueblo a requerir la desactivación del predio usado por la Policía Federal tanto al jefe de la repartición, Comisario General Néstor Villeca, como al ministro de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad, ingeniero Juan Pablo Piccardo. Asimismo, recomendó que se determine el estado de contaminación del suelo y, de ser necesario, se adopten medidas que lo remedien. Finalmente, el organismo aconsejó al ministro porteño de Salud, doctor Jorge Lemus, que la cartera a su cargo detecte entre los vecinos de la Rodrigo Bueno patologías o enfermedades vinculables a la posible contaminación ambiental, establezca el número de afectados y les garantice estrategias adecuadas para su tratamiento.

La Villa

Mucho antes que Rodrigo Bueno fuese El Potro, ya existía en la otrora gloriosa Costanera Sur la villa que hoy lleva su nombre. Según relatos que reunió la antropóloga Vanina Lekerman en su trabajo Procesos informales de ocupación de tierras en la Ciudad de Buenos Aires, el asentamiento se formó a comienzos de los ´80. Algunos testigos aseguran que sus primeros ocupantes fueron changarines sin techo llevados allí por la autoridad porteña. Para otros, fueron obreros de Covimet, empresa constructora de la autopista Buenos Aires-La Plata, a quienes los patrones les cedieron parte del obrador para levantar sus viviendas.

Hoy, en la Rodrigo Bueno viven unos 2 mil personas sobre cuatro hectáreas, en casas mayoritariamente de material y con un importante nivel de consolidación, pero carentes de la debida infraestructura de servicios.

La Reserva

La Reserva Ecológica Costanera Sur es un espacio único en la Ciudad. Su origen se remonta a fines de los ´70 cuando la dictadura comenzó a rellenar la costa con escombros de los edificios que demolía para construir autopistas y con sedimentos provenientes del dragado del río. Según los mandamases de entonces, sobre ese compacto de limo y cascotes se construiría un Centro Administrativo de la Ciudad rodeado de verde. Como nada de eso se hizo, la naturaleza obró por su cuenta y comenzó a desarrollar comunidades vegetales que refugiaron y alimentaron a diversas especies animales.

Actualmente, constituye un reservorio de flora y fauna propia de la llanura pampeana donde habitan, al menos, 250 especies de aves, 9 de anfibios, 23 de reptiles, 10 de mamíferos y 50 de mariposas. Su flora incluye extensos pastizales de cortaderas que alternan con montes de aliso de río y sauces criollos, ceibos, totoras y juncos.

El 5 de junio de 1986, el Concejo Deliberante porteño oficializó a la Reserva Ecológica mediante la Ordenanza 41.247 y en 1992 se aprobó un Plan que obliga a asegurar su conservación, protección y adecuado manejo.
http://www.defensoria.org.ar/publicaciones/newsletter.php#notadetapa
(Agencia Paco Urondo)

No hay comentarios:

Publicar un comentario