La Plata, Buenos Aires (Agencia Paco Urondo) La baja de edad no ayuda a que los jóvenes salgan del circuito de la calle ni colabora en materia de seguridad ciudadana. Si vamos a hablar de la responsabilidad penal de los jóvenes, hablemos de nuestra responsabilidad como adultos en cuanto a ofrecer oportunidades de revinculación. Si no se fortalecen las iniciativas de convivencia con libertad más o menos restringida para contener a los pibes más jugados, o los programas de inclusión juvenil para los miles de chicos que no estudian ni trabajan, un régimen penal no hace más que exacerbar los peores sentimientos hacia los chicos. Si la mirada social se focaliza en el potencial delictivo de los jóvenes y exige medidas para cuidarnos de ellos, ellos tendrán cada vez menos motivos para integrar esta sociedad o para cumplir con sus reglas.
Esto no significa que yo adhiera a un garantismo ingenuo. Los chicos pueden y deben asumir responsabilidades en el marco de ámbitos de convivencia que los acompañen y que acompañen a sus familias. Si la ley dice que la internación es una medida extrema pero bajo este precepto englobamos los ámbitos de convivencia alternativos - centros de día, pequeños hogares, familias sustitutas, tutorías y padrinazgos de familiares cercanos o de gente comprometida- dejamos a los jueces y las organizaciones sociales sin alternativas en los casos más conflictivos. Por eso los jueces están firmando tantos amparos o exigen internaciones en instituciones siquiátricas, porque una mirada hipergarantista barrió con la convivencia alternativa tildándola de "internación".
Finalmente, y desde un enfoque de seguridad ciudadana, yo endurecería las penas a aplicar a los adultos si en los delitos que cometen participan menores de edad. Hay que desactivar la ventaja que significa cometer ilícitos con menores porque son inimputables, pero sancionando a los adultos.
La autora es diputada nacional (Agencia Paco Urondo)
lunes, 31 de agosto de 2009
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