Capital Federal (Agencia Paco Urondo, publicado en DERF noticias, por Omar Barberis) Mientras la Iglesia riojana, prudentemente esquivó otro año más –fiel a sí misma- definirse abiertamente sobre las causas de su muerte, a nivel oficial hubo un silencio casi absoluto sobre éste aniversario, en contraste con años anteriores.
Una circunspecta reunión del Obispo actual, Roberto Rodríguez, con el Gobernador, Beder Herrera, para informarle, brevemente, de la misa conmemorativa a realizarse en la jornada, antes de pasar a otros asuntos. La presencia del Secretario de Derechos Humanos de la provincia, Domingo Bordón, en la conmemoración realizada el domingo en el sitio del ¿accidente?... ¿homicidio? ... de Angelelli. Algún comunicado de circunstancias, que difundirán hoy los oportunistas habituales de la política vernácula. Y eso será todo.
Obviamente, no incluimos en éste rápido repaso, a las verdaderas comunidades cristianas que recuerdan al Obispo Angelelli, sin necesidad de esperar el aniversario de su muerte. Son las que año a año, se congregan en el sitio del ¿accidente?... ¿homicidio?... evocando la figura del Obispo, en las cercanías del pequeño pueblo de Punta de los Llanos.
Aunque el domingo, en dicho encuentro, un helado indicio del futuro dejó caer sobre los presente el Obispo Rodríguez, como informó El Independiente: “En ningún momento Rodríguez durante la homilía mencionó la palabra asesinato, martirio o muerte, sino que para hacer referencia al hecho que lo congregó en la ermita se limitó a decir ‘celebrando los 33 años". Y remachó con una lapidaria: “que no se recorte ideológicamente” a Angelelli.
Curioso modo de referirse a alguien de cuya muerte, al menos en un fallo judicial, se dictaminó " Declarar que la muerte de Enrique Angel Angelelli no obedeció a un accidente de tránsito, sino a un homicidio fríamente premeditado y esperado por la victima." tal como expresa la sentencia, en Expediente Nº 23.350 del Juzgado de Instrucción en lo Criminal y Correccional Nº 1 de la Ciudad de La Rioja, causa que en 1986 estuvo a cargo del Juez Aldo Fermín Morales.
Los hechos
Citando a Rodrigo Torres, quien transcribe parcialmente fragmentos del libro “Angelelli, la vida por los pobres”, del escritor Roberto Rojo, estos son los hechos: Angelelli murió el 4 de agosto de 1976 aproximadamente a las 15 cuando viajaba por la ruta 38 en su camioneta Fiat Multicarga. La historia oficial dijo que se trató de un accidente de tránsito, pero sus más íntimos colaboradores afirman que habría sido asesinado a culatazos en la nuca por hombres armados que se trasladaban en un Peugeot 404 que provocó el vuelco del vehículo del religioso.
El religioso viajaba, junto al sacerdote Arturo Pinto, desde Chamical hacia la ciudad de La Rioja. En esa ciudad había estado investigando los horribles crímenes de los curas Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville, quienes fueron secuestrados de la casa parroquial por hombres que se habían identificado como efectivos de la Policía Federal. Días después de los asesinatos en Chamical, otro grupo de tareas acribillaba en Sañogasta al laico Wenceslao Perdenera, en la puerta de su casa, frente a su familia.
Meses antes de su muerte, Angelelli presentía que el terror y la violencia imperantes en esa época, podían afectarlo directamente a él y a los sacerdotes y laicos de la Diócesis. En una carta dirigida al entonces arzobispo de Santa Fe, Monseñor Zaspe, el obispo riojano califica su situación como “asfixiante y difícil” y reclama apoyo a sus colegas: “O nos respaldamos en serio o que se busque otro pastor para esta Diócesis” . Jamás hubo respuesta a este pedido.
Es más, sus colaboradores más cercanos cuentan que si bien presentía que estaba entre los objetivos del “terror”, también solía afirmar que no creía que “fueran a meterse con un Obispo”. Lamentablemente estaba equivocado.
Angelelli creía que la iglesia debía “caminar” junto a la gente, y recomendaba a la dirigencia de su época gobernar poniendo “un oído en el pueblo y otro en el evangelio”. Contrariamente a lo que se cree, Angelelli no adhirió a los postulados del “Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo”: Fue criticó con los extremismos de la derecha y la izquierda, y no consideraba al socialismo como la meta final de la lucha por la Justicia Social.
En un interesante trabajo periodístico, el semanario riojano Data Rioja, entrevistó a Arturo Pinto, el sacerdote que acompañaba a Angelelli al momento del ¿accidente?... ¿homicidio?...:
—“¿Qué pasó el 4 de agosto?
—Decidimos que yo lo acompañara de regreso a La Rioja y que volviera a mi parroquia de Aimogasta. Esa mañana me encargué de ver la camioneta, controlar las cubiertas, cargar nafta. Yo la conocía bien. Almorzamos (sin tomar vino) y bien pasadas las dos de la tarde, salimos. Íbamos a una velocidad normal, probablemente a unos 100 kilómetros por hora. Manejaba él. Te digo todo esto porque en estos años hubo muchas versiones malintencionadas: que manejaba yo, que íbamos rápido, que la camioneta estaba en mal estado...
—¿Cómo fue el viaje?
—La ruta estaba abierta, sin mucho tránsito, era la hora de la siesta. Íbamos conversando sobre la muerte de los sacerdotes, sobre los consejos que le habían ido a pedir unas religiosas que no sabían qué hacer. En eso estábamos cuando llegamos a Punta de los Llanos, donde hay una curva hacia la izquierda para esquivar el pueblo, y después se larga una recta larguísima. A poco de andar esa recta yo imprevistamente vi con el rabillo del ojo izquierdo que se aproximaba un vehículo blanco, que nos alcanzó y nos cruzó. Ahí se produjo un reventón, que es lo último que recuerdo. No sé si fue la goma, un balazo, no sé. Supongo que Angelelli no llegó a ver a ese auto, porque no dijo nada.
—¿Cuándo recuperó el conocimiento?
—Algo recuerdo del día siguiente, cuando salía del hospital del Chamical en la ambulancia. Pero recién cobré conciencia plena en el sanatorio Allende de Córdoba, unos días después.
—¿Tenía miedo de que atentaran contra usted?
—No entendía nada. Estuve varios días internado, con la mandíbula fracturada y una prótesis. Dos de mis hermanos, que eran gendarmes, se turnaban para hacer guardia en la puerta de la habitación. El más chico me contó que un día aparecieron dos personas de civil muy sospechosas que me querían entrevistar, y él lo impidió. Cuando me dieron el alta estuve 45 días en la casa de uno de ellos, en Jesús María. Recién ahí supe de la muerte del Obispo.
—¿Cómo se enteró?
—Me lo contó fray Antonio Puigjané. Hasta entonces yo no había preguntado por él, era como si intuyera que había pasado algo malo. Yo no me sentía bien, pedí la asistencia de un psicólogo. No era fácil ser testigo de lo ocurrido. Recién volví a Aimogasta unos días antes del 8 de diciembre, para las fiestas patronales.
—Durante mucho tiempo se dijo que usted había declarado ante la Justicia que el choque había sido accidental. ¿Fue así?
—Es verdad, eso se dijo. Una vez me mostraron un papel que supuestamente había firmado yo diciendo eso. Pero es falso, o a lo sumo me lo hicieron firmar cuando yo no tenía plena conciencia. Yo nunca creí que lo nuestro fuera un accidente, jamás. La primera vez que declaré fue en los tribunales de Buenos Aires, respondiendo a un exhorto que enviaron desde La Rioja. Luego fui a esa provincia a hacer otra declaración, y después otra más en Córdoba, cuando ya habían salido las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Siempre sentí la presencia de vigilantes a mi alrededor.”
La causa judicial
Luego del fallo de 1986, que determinó que Angelelli había sido asesinado, la causa judicial quedó atrapada en la maraña de las apelaciones y chicanas, hasta las sanciones de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Recién pudo ser reabierta, luego que ambas leyes fueran anuladas. Actualmente se tramita en el Juzgado Federal de La Rioja.
Los imputados como autores intelectuales del asesinato de Enrique Angelelli son, el entonces el jefe del III Cuerpo del Ejército, general Luciano Benjamín Menéndez, y los jefes del Batallón de Ingenieros en Construcciones de La Rioja, coroneles Osvaldo Pérez Battaglia y Jorge Malagamba.
En abril, y a pedido del Fiscal Federal Darío Illanes, se realizó la exhumación del cuerpo de Angelelli, en busca de nuevas pistas que, supuestamente, podrían aportar tecnologías forenses que no estaban disponibles en el pasado. Pero, aparentemente, nada de eso ocurrió, sino todo lo contrario.
En un dictamen pericial que sorprendió por sus resultados, y tal como lo informó posteriormente Illanes, la necropsia arrojó que: “no se descarta ninguna hipótesis", pero confirmó que "tiene un golpe, pero se descartó que ese golpe sea consecuencia del accionar de un tercero" como así también descartó la hipótesis de que "la muerte se haya producido por un arma de fuego".
Señaló el Fiscal que el obispo Angelelli "murió por la expulsión del cuerpo al momento de producirse el accidente y la consecuente colisión contra el asfalto" y enfatizó que "es la causa más probable del traumatismo de cráneo que provocó múltiples hemorragias en el cerebro del obispo".
En un gesto que, no podría calificarse de casual –a la luz de las pericias posteriores- la semana previa a la exhumación, la Iglesia expresó su confianza en que la exhumación del cadáver contribuyera a esclarecer si fue un deceso por un siniestro vial común o un crimen perpetrado por un grupo de tareas vinculado a la última dictadura. "Esperamos que como todas las medidas procesales, contribuya a establecer la verdad de lo sucedido", dijo el arzobispo Carmelo Giaquinta. El prelado preside una comisión eclesiástica que, por decisión del arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, cardenal Jorge Bergoglio, investiga en forma paralela las causas del deceso de Angelelli, ocurrido el 4 de agosto de 1976.
Paulina Carreño, de Data Rioja, describió así la misa que se realizó, previa al segundo sepelio del Obispo Angelelli: “Una vez que los restos de Angelelli regresaron a la Catedral comenzó una misa concelebrada con la presencia de los sacerdotes de la provincia quienes volvieron a despedir al Obispo Mártir pero ahora en democracia.”
“Esperaba más. No se muy bien por qué, pero esperaba más. Esperaba más gente dentro la Iglesia, esperaba personas en la puerta de la Catedral sin poder entrar, esperaba ver los pasillos del templo abarrotado de seguidores y que casi no se pudiera circular.”
“Esperaba escuchar a algunos de los sacerdotes que compartieron con Enrique Angelelli sus días más intensos en el Obispado de La Rioja y que pudieron experimentar tan cerca de él sus palabras y acciones. Esperaba que la Iglesia en la voz del único orador que fue el actual obispo Roberto Rodríguez dijera algo más que un mensaje incoloro e indoloro. Esperaba un mínimo, un toque, el preámbulo de un mea culpa oficial de la Iglesia Católica -al menos la que actúa en La Rioja- a la indiferencia total al asesinato de uno de sus obispos durante tres décadas.”
“Esperaba que el obispo que vino a sacudir la modorra y la resignación del pueblo riojano, que honró sin dobleces ni tibiezas su cargo, movilizara más a la comunidad. Esperaba que todo lo escuchado durante años, de lo leído y de lo que transmitió tanta gente que vivió y sufrió con Angelelli sus preocupaciones, sentimientos y reflexiones, se viera en una procesión interminable que lo llorara. Esperaba que el mensaje de quienes desde hace 33 años lo recuerdan y lo difunden a través de libros, de programas mediáticos, de artículo periodísticos, de sermones en sus capillas o en una mateada comunitaria, hubiera calado más hondo.”
”Esperaba, incluso de una institución que tardó tanto en reaccionar y convertirse, en querellante de una causa tan antigua y significativa. Esperaba que la Iglesia hubiera convocado con la misma difusión y previsión con que organizan las procesiones de la Virgen y San Nicolás, el llamado de sus fieles para compartir un momento tan trascendente en la historia de La Rioja.”
”Esperaba que no fueran los mismos de siempre. Esperaba ver caras nuevas, aquellas que por ahí no se movilizan para reclamar pero que acompañan desde otro lugar. Esperaba más. Esperaba más acción de los colegios religiosos. Esperaba también a los estudiantes de las escuelas laicas pero en especial a los que practican la religión. Y no me refiero a que los lleven obligados cual acto partidario o inauguración de un aula.”
” Esperaba a quienes cursan el catecismo y la confirmación. ¿Acaso ni siquiera la Iglesia les habla de quien fue el Obispo Mártir? Los jóvenes en edad escolar deberían haber tenido como mínimo una charla alusiva a Angelelli ese día y un capítulo permanente en la currícula escolar en las materias que abordan la historia y geografía riojana. ”
” La sola presencia de Angelelli en el centro del altar, ocupando su cuerpo un cajón nuevo y austero –ya que el anterior estaba absolutamente deteriorado- mientras su alma seguramente observaba atentamente todo lo que allí ocurría, fue suficiente para conmover a los presentes. Al igual que el reencuentro entre muchos de quienes hace 33 años -la misma edad en que murió cristo- cantaban “no tenemos miedo, no tenemos miedo” cuando despidieron los restos de Monseñor en 1976.”
Quizás, como reflexión final, debamos releer las palabras de Paulina Carreño, para comprender el por qué de la indiferencia oficial e institucional ante éste 33° aniversario del ¿accidente?... ¿homicidio?... de Monseñor Enrique Angelelli, el Obispo de La Rioja que dejó su vida en el pavimento de Punta de los Llanos, en un día como hoy, pero hace 33 años.
Y -como todo un símbolo- precisamente ayer se incineró el viejo féretro que contuvo los restos de Angelelli, en lugar de ser preservado. Por orden de la Justicia, obviamente, se cumplió con el macabro asunto burocrático. Ya carecía de valor probatorio alguno. Según dicen.
El autor es periodista en Chilecito La Rioja (Agencia Paco Urondo)
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ResponderEliminar¿Y quién dijo que Quintela es compañera?
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