Capital Federal (Agencia Paco Urondo, en Página 12) Las mediciones de inflación alternativas se utilizan para relevar otros patrones de consumo, regionalizar la información, excluir aquellos bienes estacionales y regulados o enfocarse en determinados grupos de productos. Se trata de índices secundarios elaborados por algunos países como Inglaterra o Estados Unidos, que acompañan los datos del IPC. La información surge del mismo relevamiento con el que se construyen las medidas de inflación “tradicionales”, pero se enfocan de forma diferente. Como el consumidor promedio que reflejan los distintos índices no existe, ya que cada hogar tiene su propia estructura de gasto, organismos estadísticos como el francés o el alemán brindan la posibilidad de simular por Internet un índice de precios personalizado para compararlo con los datos oficiales.
“Ninguna medida de inflación puede cubrir las necesidades de todos los usuarios”, sostiene la Oficina Nacional de Estadísticas (ONS) inglesa en una de sus guías metodológicas. En ese país las dos medidas principales son el IPC y el RPI, un índice de precios minorista. El IPC es utilizado por el gobierno para fijar su objetivo inflacionario anual, que debe conseguir el Banco Central. En base al RPI, que se releva desde 1947, se calculan las pensiones y las deducciones impositivas. Además de estos índices, la ONS publica otras medidas de inflación basadas en el RPI. Una de las más conocidas es el RPIX, que no contempla el pago de intereses hipotecarios. Mientras que el RIPY quita, además, los impuestos indirectos como el IVA, “es una medida de la inflación subyacente excluyendo los impactos directos de los cambios en la política económica”, explica el organismo.
El Insee, el instituto francés, publica desde 2004 una serie de índices desagregados por “categoría de hogares”. Algunos de los criterios en los que basa el organismo los distintos indicadores son: el nivel de ingreso familiar, si son propietarios o alquilan, los estándares de vida, la composición del grupo familiar, la región y la categoría socio-ocupacional del miembro de la familia tomado como referencia. Las medidas alternativas no desplazan al IPC nacional y, por ejemplo, los bonos indexados a la inflación que emitió el gobierno francés en 1998 se ajustan con ese indicador.
En Alemania, Inglaterra y Francia los organismos estadísticos ofrecen la posibilidad de simular en la web un índice de precios hecho a la medida de cada familia. Los precios, productos y establecimientos relevados son los mismos que los del IPC, pero el programa permite que cada familia cambie las ponderaciones del índice. Cada hogar tiene su propio perfil de consumo y el simulador posibilita adaptar el peso relativo de cada rubro a las distintas realidades. Así, aquellos que destinen mayor (o menor) parte de sus ingresos a pagar el alquiler, la cuota del colegio o a comprar cigarrillos podrán reflejarlo en su IPC personalizado. El instituto francés es tajante al aclarar que “este instrumento es esencialmente educativo. Los resultados son nacionales y de ninguna manera pueden sustituir a los índices oficiales”.
En Estados Unidos, el BLS publica mensualmente dos grupos de indicadores: el “IPC para todos los consumidores urbanos” (IPC-U), que reflejan los medios, y el “IPC para asalariados urbanos y oficinistas”, el más utilizado para las negociaciones salariales. La “inflación núcleo” es una variante del IPC-U que excluye alimentos y energía por su volatilidad.
Recientemente, el organismo comenzó a difundir otro indicador que pretende ser una aproximación más cercana al “costo de vida”. Además, el BLS distribuye un gran número de índices de precios por áreas, regiones censales y tamaño de población. Todos estos indicadores se derivan del IPC nacional. Las muestras de los índices locales son mucho menores que las regionales, dando como resultado una mayor volatilidad. Por eso el Gobierno recomienda utilizar el IPC nacional en las cláusulas de ajuste.(Agencia Paco Urondo)
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