sábado, 11 de julio de 2009

Fiebre (PRO)CINA: ¿Debatir es el mejor antídoto?, por Raúl Isman

Capital Federal (Agencia Paco Urondo) La noche del 28 de junio de 2009 el resultado electoral no podía ser más terrorífico: el mejor presidente de la actual etapa democrática vencido por un advenedizo en política con aspecto de fiolo posmoderno caracterizado además por el vacío completo en su discurso y por ignorarse si se postulaba para diputado o a para un casting televisivo. En efecto, en los actos de campaña, imitaba a su imitador televisivo más que desgranar una plataforma inexistente. Es que alcanza con ver que entre sus promesas se halla conceder trabajo (cuando simultáneamente se jacta de haber cesanteado a varios miles de empleados sólo en una de sus empresas) para comprender porqué los dichos rotundos y precisos se hallan borrados en su prédica. Además, resalta claramente que sin la concurrencia de una fracción del peronismo hacia los triunfadores los K no hubieran sido derrotados. ¿Cómo fue posible semejante desastre? Por otra parte, el pueblo sin dudas pagará con significativos sufrimientos la pésima opción electoral que se hizo. Para aportar algunas ideas que permitan comprender lo que ocurrió se escriben los presentes garabatos.

La causa fundamental de la derrota es que el poder económico había decidido limitar el ascenso de los Kirchner, ya durante la elección presidencial de 2007. Lo decían los esbirros periodísticos Mariano Grondona y Joaquín Morales Solá: “hay que frenar a los K”. Pero lo que editorializaban los amanuenses citados apareció de modo sensible con la revuelta gauchocrática del primer semestre del año pasado. En tal sentido, la derrota del 28 de junio no es más que la continuación de la fatídica noche del voto no positivo del judas que todos conocemos. Allí quedaba fuertemente señalado el desgajamiento de la coalición triunfante en el 2007. Las acertadas medidas de gobierno que siguieron en el segundo semestre del 2008 no pudieron rearticular la base social y política del gobierno.

Sin dudas que espacios en los que se perdió por goleada fueron los ámbitos comunicacional y cultural, donde además de tener a la mayoría de los mssmedia en contra no utilizamos bien tampoco la (débil) red de medios estatales. De tal modo quedó franco el camino para que la derecha manejase la agenda pública y las percepciones del sentido común. Además, los inocultables logros del gobierno resultaron invisibilizados.

Otra de las causas de la derrota reside en haberse recostado sobre el aparato pejotista. La maniobra profundizó la confrontación de las franjas más gorilas de las clases medias hacia el gobierno (más ofendidas por la liturgia y la estética peronistas que por cuestiones más sustanciales); mientras que la traición del P.J.- denunciada a posteriori- no puede sorprender ni si quiera a los más angelicales espectadores. En efecto, lo ocurrido con ciertos sectores del aparato peronista resulta equivalente a colocar al bambino Veira, al padre Grassi y al ahora extinto Michael Jackson al cuidado de un dormitorio con jóvenes mancebos y luego sorprenderse por las consecuencias.

Ligado a la opción P.J. se halla la apuesta del kirchnerismo por no construir una organización propia que resultare el núcleo de hierro del proyecto nacional. De modo que el gobierno derramaba recursos sobre la sociedad y luego no podía capitalizarse tal acción para fortalecer al propio proyecto. Ejemplifiquemos. Sirve sin dudas construir barriadas enteras de viviendas para satisfacer demandas y derechos populares. Pero si en ellas no se insertan delegados para actuar como correa de transmisión del movimiento nacional los vecinos quedan librados a su propia imaginación u orientación (más bien a los dictados televisivos) para ubicarse políticamente. Lo propio acontece con las medidas para incluir personas en las jubilaciones o en los planes de trabajo gestionados a través de las cooperativas. Por cierto que la existencia de las herramientas organizativas aludidas no garantiza el éxito del proyecto nacional. Pero sin ellas es aún más complejo y difícil. Simultáneamente, el descrédito del I.N.D.E.C. trajo aparejada la completa incredulidad de vastos sectores hacia toda palabra oficial. De modo que hiciera lo que hiciere nuestro gobierno, no era percibido por gran cantidad de ciudadanos; lo cual quedó reflejado en que casi el 70% no nos votó.

Hemos aludido a algunas causas que nos parecen significativas. Hay más que se irán incorporando al debate tomado como antídoto a la fiebre (pro)cina. Una consecuencia inevitable del comicio que analizáramos es que el Kirchnerismo ha dejado de ser la fracción hegemónica en el Peronismo. Pero no por ello ha muerto. De la ductilidad que muestre para hacer el balance y los acuerdos a futuro dependerá su supervivencia. De todos modos con los K o sin los K, el movimiento hacia la liberación nacional proseguirá su marcha.(Agencia Paco Urondo)

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