Capital Federal (Agencia Paco Urondo) Nota realizada previamente a las elecciones, pero de un análisis con valor presente.
“Lo mejor que tiene Kirchner son sus enemigos”, Angel Cadelli (Conferencia en homenaje a Abdala, Teatro Ateneo, Junio 2 de 2009).
Hace unos días recibí un mail reclamando más “escritillos”, con una serie de dudas que me motivaron a poner sobre papel alguna decisión. Dice mi querido compañero y amigo Ricardo, aquel de la militancia juvenil en la muy peronista Ensenada “así las cosas, la cuestión racional de todo esto pasa por unas declaraciones del economista de la CTA, el señor Lozano, en las cuales definió al gobierno de los K como neodesarrollista. Compleja categoría económica a 50 años casi de que esta teoría neocolonial apareciera en el escenario. Es decir, reaparición de una palabreja propia de otro lenguaje epocal. Ahora bien, ¿te parece válida la definición? ¿Por qué lo corren por izquierda a este gobierno mientras otros lo escrachan por derecha? Existe seguramente un progresismo diferente al del Cristina, pero...¿hay otro progresismo posible al que impulsa K? Bueno, por cierto tus escritos alientan políticas económicas más férreas que las que hoy se transitan, es verdad. Y tus visiones se emparentan con las ideas más lúcidas y transformadoras que el peronismo plasmó en su primera etapa, pero... ¿puede K ir en esa dirección?....¿existe esa posibilidad en términos de poder real?”.
Paso a responder las preguntas y, si se puede, a establecer una posición:
Si dudamos de la “posibilidad” de hacer algo, automáticamente se renuncia a hacerlo. No estoy planteando atropellar molinos de viento, porque “la única verdad es la realidad”, pero hay que poner en claro desde donde se lee esa realidad. Si la interpreto desde un “modelo”, desde una propuesta de cambio y, posicionada desde esa idea analizo cuan lejos estoy de mi objetivo y que correlación de fuerzas existe para avanzar, puedo plantearme una estrategia gradual para ir modificando la realidad.
Gradualidad, sabiendo adonde quiero ir es diferente de “imposibilidad”. Lo contrario implica el riesgo de retomar el discurso de los noventa. Dice Matus, el planificador de la CEPAL que conocer adonde ir es más importante que el saber como ir, pues “se puede marchar con eficiencia y seguridad. . . hacia un abismo”. Lamentablemente nuestra dirigencia (esencialmente la empresarial y la política, devino cortoplacista: todo se mide en términos de la rentabilidad en un año y los votos de la próxima elección. De allí a marchar a ciegas o perder el rumbo, la distancia no es tanta)
Pero si no tengo “modelo”, si no discutimos propuestas de fondo, si la política se organiza sólo desde encuestas y por golpes de coyuntura, es posible terminar atrapado por la “realidad” y la consecuencia del accionar sea reproducir esa misma “realidad”. Más de lo mismo.
Por lo de neodesarrollista se debería preguntar al “señor Lozano” que incluye en esa categoría. En verdad, me tienen cansado todos los “neo”: neoliberal, neomarxista y ahora neodesarrollista. Toda ideología o posición política económica tiene una versión actualizada expuesta por otros hombres y no veo porque llamarla “neo”. Es lo mismo en otro tiempo. Pero bueno, parece que los “cientistas” (como les gusta decir ahora), tienen el placer de hacer dificultoso el entendimiento.
También pareciera que pasados los tiempos de la “revolución” que advino después de los correspondientes al “desarrollo” y derrota de por medio, algunos estudiosos y políticos han retrocedido hasta aquellas vertientes.
La crisis argentina del 2001y la mundial que abate al sistema – mundo en estos momentos, hizo desempolvar a Keynes, que Consenso de Washington de por medio, había sido sepultado. Con él reaparecieron varios teóricos del desarrollismo. Se releen las teorías de la CEPAL, personalmente he vuelto a leer la encíclica Populorum Progressio que tanto ruido me hizo en aquellos tiempos, y, algunos osados, hasta están releyendo la “teoría de la dependencia”, hija de los escritos cepalianos.
Debo confesar haber escuchado reivindicaciones explícitas del gobierno de Frondizi. Pareciera que la destrucción de los ferrocarriles, la entrega del petróleo, la privatización de la enseñanza y la decisión de impulsar transportes consumidores de petróleo y el abandono de proyectos industriales nacionales por automotores extranjeros no comenzaron en aquella época, a lo que debemos agregar la traición, para aquellos que nos identificamos con el peronismo.
Alguna vez reconocí dos vertientes dentro de los “setentistas”, la que nos incorporamos a la militancia en los fines de los sesenta, entroncados en la resistencia peronista, tenemos claro que fue el “frondifrigerismo”. Mientras para otros compañeros, más jóvenes, y por lo tanto más alejados de su vivencia, que adquirieron sus saberes políticos en “el pasaje a la clandestinidad” y que sólo lo conocen por los libros, el desarrollismo aparece como una versión morigerada de capitalismo dependiente, intelectualmente entendible y hasta justificable desde una posición marxista. Para algunos pareciera más importante el frondizismo que los hechos de Perón y Gelbard.
Debo confesar que mi experiencia actual me indica que en el terreno de las experiencias económicas no sirve atarse a planteos ideológicos, porque llevan a una lectura errónea de la realidad. Puede ser útil categorizar propuestas en la historia porque ayudan a su comprensión. Pero, trasladar esas categorías a la realidad puede significar cosas equívocas. Nada tiene la verdad absoluta y nada esta totalmente errado.
Si interesa tener en claro que propuesta tengo y cual es la estrategia para conseguirlo. Si algunas recetas del desarrollismo sirven para mejorar la distribución del ingreso, si ese fuese el objetivo, por ejemplo, no veo porque no aplicarlas. No nos asustemos de calificativos confusos.
Pera el tema medular es “el modelo de los K”. El tan reivindicado modelo que nadie explica en su contenido. Una anécdota: vez pasada, haciendo mandados con mi señora nos encontramos una mesa que propagandizaba a Heller haciendo hincapié en la defensa del “modelo”, rápidamente ella pidió una explicación sobre su contenido, obteniendo por toda respuesta miradas de extrañeza y silencios profundos. Parece que la formación de cuadros es tarea olvidada de la política actual
En algo debemos ser honestos, los K nunca hablaron de socialismo y siempre lo hicieron de capitalismo. Creo haber escuchado algo así como capitalismo nacional, industrialista y generador de empleo. Hablar de un modo de acumulación diferente. Si me comparo de donde venimos, no es poco. Recatamos una leve actitud proteccionista y un estado un poco más activo, para generar puestos de trabajo y a través de las paritarias conseguir una tibia redistribución del ingreso. Cosa que se logró. En ese contexto, entró en juego la apropiación de rentas extraordinarias, como la de los chacareros. Aunque no adoptaron actitudes similares ante otras rentas extraordinarias como la minería.
De Perón para aquí, nadie había detenido la distribución regresiva del ingreso y logrado una pequeña mejora. Tienen para mostrar un impresionante crecimiento de la economía y la creación de puestos de trabajos esfumados en tiempos del 1 a 1. También la devolución a los trabajadores de una herramienta fundamental para los peronistas: sus derechos y las paritarias.
Nunca propusieron estatizar la economía. En principio confían en el mercado y a pesar de que saben que de la necesidad de su control, no reconstruyeron estructuras con tal fin. Hubo acciones importantes en algunos sectores, pero basados en la buena voluntad de funcionarios y sin estructuras acordes. La necesidad de contar con estas estructuras refuerza apoyos a la creación de organismos reguladores y controladores como los que se habían enunciado a principios de año para el comercio de granos. Otro dato destacable es el intento de recuperación de la planificación de la inversión pública.
Buscan una burguesía nacional y no descartan utilizar la inversión extranjera. Es más, en reiterados viajes la han buscado. Ésta propuesta les produce contradicciones. En la actualidad, después de las nacionalizaciones de Chávez, lo que ellos entienden como burguesía nacional les da la espalda y “los inversores” también. A lo mejor, sobre el tema burguesía nacional, vale la pena retomar la lectura de Jauretche (El Medio Pelo). Recientemente me actualicé con una lectura de don Arturo editado por el grupo de Galasso, muy elocuente sobre el tema, donde habla de las tres defecciones de la burguesía nacional. ¿Estaremos en presencia de una cuarta? ¿Hasta cuando habrá que esperar por ella?
Contrariamente a sus planteos originales, de dos años a esta parte estatizaron algunas empresas. ¿Qué los llevó a ello? Creo que se vieron obligados. No cedieron a la presión de las privatizadas (y esto es bueno), que decidieron abandonar e servicio, sin que aparecieran nuevos inversores. Garantizarlo significó hacerse cargo. Recurrieron a una forma jurídica que también demuestra su intención de no quedarse demasiado tiempo con el servicio, la sociedad anónima con participación estatal mayoritaria. Quizás, aun siguen buscando socios.
Diferente es la situación de las AFJP. Es indudable que la crisis internacional las afectaba y de un modo u otro el estado hubiera tenido que responder. Además, gran parte del activo de estas entidades eran bonos del propio estado. El riesgo para los futuros jubilados era altísimo. Esto justificaba la intervención.
No podemos negar el meneado tema de la caja. La nacionalización significó un ingreso de recursos al presupuesto que permitió sostener el superávit y pagar los compromisos externos sin poner en riesgo “el sistema”. Pero aplaudo, me parece una decisión más que importante. El uso de la caja hubiera estado de todos modos y hubiésemos tenido que pagar intereses por los préstamos que hacían las AFJP. El manejo de estos recursos operados por las organizaciones privadas sin duda será menos transparente que el público y significaban muchos más costos (varios gerentes de esos que cobran bastante más que el promedio).
Sin pensarlo (por las idas y vuelta de hubo), descubrieron un instrumento interesante: la participación en paquetes accionarios de empresas formadoras de precios. Extraordinaria herramienta para conocer costos de producción y comercialización y márgenes, información imprescindible para mejorar la distribución del ingreso.
También me parece muy buena la estatización de la fábrica de aviones de Córdoba, aunque es algo que no seguí de cerca y no conozco los términos. Pareciera que esta decisión estuvo apurada desde Defensa.
Me entusiasma el proyecto de ley de medios de comunicación. Dicen que para ser verdaderamente soberano un estado debe manejar tres herramientas: sus recursos naturales, su dinero y sus aparatos de difusión cultural. El proyecto de ley tiene que ver con esto último.
Es indudable que los cambios políticos (en el COMFER y otros organismos relacionados al tema) que permitieron este proyecto, nacieron en el marco de diversos conflictos y, a veces, asalta la duda sobre el convencimiento de avanzar. Pero está, cada día recoge más avales de participación popular, es un proyecto positivo y merece apoyo para hacerlo ley y lograr su cumplimiento.
Un elemento desconcertante de los K es su forma de conducción. A mi entender, oscilante entre noventismos y setentismos. En la actualidad prevalece el primer componente, un estilo típicamente partidocrático: encuestas, alianzas y aprietes, siempre sobre los referentes políticos, sin propuestas organizativas sobre el pueblo, más allá de los aparatos, punteros, prebenda y pagos. Es decir, manteniendo la enorme mercantilización de la política que ocurrió de los ochenta a esta parte, donde para cualquier cosa hay que pagar y que llevó a la casi extinción de la militancia.
Antes tuvo una etapa de “progresismo” que quizás provenga de su vertiente setentista. Durante algún tiempo trató de construir algo transversal, con gran entusiasmo de estos sectores donde lo prioritario no es la soberanía, ni la independencia y muy poco de la justicia. Aquí construyeron uno de los hechos principales de su gestión: el juicio y el castigo a los genocidas.
Pero, a poco tiempo de andar, cuando los medios le llenaron la plaza con Blumberg y los progres se miraban atónitos sin poder generar respuestas, empezó el viraje. Quizás, los K, se dieron cuenta que la mayoría son pura retórica y poco trabajo. Con debates interminables que terminan en fractura y nunca en organización. Cuando se convenció que “la transversalidad” no iba, recurrió al aparato, con espanto para muchos. Vale aclarar en este caso la existencia de alguna culpa compartida.
Lo preocupante es que el kirchnerismo puro no generó organización. Tampoco un ejercito de divulgadores de su hacer y sus proyecto. Todo queda centrado en el accionar de la pareja presidencial y unos pocos cercanos. De modo inevitable, porque es una ley del poder, ese séquito fue filtrando propuestas y destruyendo alternativas organizacionales. Recuerdo compañeros que con cara de preocupado nos decían “yo no le puedo llevar esto a Néstor” y, automáticamente, se comenzaba una acción para ralear a quienes habían osado pensar.
No creo que hayan sido los K los responsables de éstos hechos. Por el contrario, me parece que hoy estarían necesitando un ejército de divulgadores. Pero ese modo de gestión hace que la organización se vuelve competitiva y, a veces, el más cercano al poder, excluye al que acerca propuestas, concentrando las decisiones y perdiendo imaginación para pensar políticas.
Rasgo adicional del estilo de conducción es la confrontación permanente y la demarcación de enemigos. También una enorme capacidad de acción y rapidez de resolución. Estos elementos comparados frente al dejar hacer y la inercia de De la Rúa y Duhalde le dieron mucha credibilidad en el origen.
Pero, lamentablemente, no supo leer que a algunos de los sectores medios los agobia la confrontación permanente, a veces por trivialidades. Entre el cansancio social y una segunda etapa de equivocada selección de enemigos se fue despilfarrando un importante capital político.
Hoy están apretados. Con muchas posibilidades de llevarse puesto el “modelo”. Un compañero, desde hace algún tiempo viene hablando del inicio de la “caza de pingüinos”. Otros que vienen capando elefantes y no preguntan si lo son.
Pero están dando la batalla. Una batalla que, a mi entender, merece un apoyo ya que cualquier opción de las planteadas significa un retroceso, independientemente de los riesgos de ser “cazados” o “capados”, cosa que no será la primera vez que corremos.
Aunque los K resulten vencedores (y me parece que así será), posiblemente haya otro escenario después de las elecciones. Los PJ provinciales de la pampa húmeda se han insubordinados. Quieren volver a recrear la confederación de partidos provinciales típica del menemismo. Desde los feudos provinciales priorizan estos intereses sobre los nacionales y, en el marco de la nefasta Constitución del 94, generan fuertes procesos centrífugos.
Aquella vieja estructura (la confederación de PJ provinciales) que hoy vuelve, de los hasta ayer “kirchneristas” Reuteman, De la Sota, Schiaretti, Busti, Solá cabe agregarle el advenimiento, que tampoco es novedoso, de un conjunto de arribistas que se mueven al compás de las billeteras empresariales: De Narváez y Macri.
Si bien podemos reconocer en algunos de ellos una historia en el PJ, la mayoría de esta dirigencia tiene muy poco de peronista. Lejos de sus postulados históricos, se arriman en el marco del fenómeno que algunos llaman el “panperonismo”: a sabiendas que es la única estructura política que hay garantiza llegar. Sus campañas y propuestas son mediáticas y basada en el dinero, contribuyendo a agudizar de un modo feroz la mercantilización de la política.
Éstos llamados “peronistas disidentes” han heredado el amor por el poder y cual perros de presa que sienten el olor a sangre han percibido la debilidad del gobierno y se preparan para el festín. Saben que aún no es el tiempo, pero es necesario estar posicionados para dentro de dos años.
No es de extrañar que si las cámaras quedan con números favorables, intenten con el aplauso de los autodenominados “el campo”, su principal aliado, intenten alguna acción destituyente. No en vano están masajeando a Cobos. Algún compañero me decía que no podía ser y, quizás, tomando algunas de las acusaciones de la Coalición Cívica acerca de la interna abierta, iban a respetar “al compañero”. Le dije que esperaba la misma solidaridad que esos mismos “compañeros” tuvieron con el también “compañero” Rodríguez Saa en su corto interinato. ¡Minga con el compañerismo!, ¡Queremos el poder! Vale aquí recordar en esta acción la complicidad de los “correligionarios”, probablemente en el marco del famoso pacto de Olivos que vale la pena no olvidar.
Aclaremos que esta entente de mercaderes y empresarios de la política no es nueva. Siendo funcionario del gobierno pampeano me toco presenciar presentaciones de la Fundación Creer y Crecer, del magnate De Narváez y capitaneada por Rodríguez Larreta, actual jefe de gabinete de Macri, trabajando por la candidatura de Reuteman que impulsaba el entonces presidente Duhalde y, que vaya a saber porque raras situaciones que la historia no desentrañará, el “compañero” Lole, después de una “cordial” visita de Eduardo Menem, dijo no y abrió la puerta a Kirchner.
No puedo cerrar el análisis de éste grupo sin agregarle a Scioli y algunos intendentes del gran Buenos Aires. Hoy todos candidatos “testimoniales” como producto del apriete. Sabemos que pertenecen a la confederación pejotista, por ideología y por convicción. Hoy están jugados por los K, quizás obligados, pero también buscando su posicionamiento futuro. No en vano, por lo bajo, Scioli hace saber que le está sumando votos a Kirchner, ya que el mide más en las encuestas.
Los veo y me espanto. ¡Huyo!
Para completar mi pánico tenemos la alianza de la “eticista” Carrió, cada vez más mesiánica y cada vez menos creíble. Otra que, del “progresismo” con que convenció a algunos que huían de la mercantilización de los partidos tradicionales, fue virando a posiciones cada vez más favorables al “establishment”. Terminó aliado con los más rancio y gorila de los radicales, y acompañada por niñas bien (es un decir porque son tan jovatas como yo) como Bullrich y Estensoro.
Lo llamativo de su propuesta actual es que le está dando la posibilidad de llegar a la Cámara a un personaje que merece ser tomado en cuenta: Prats Gay. Es sabido su pertenencia a la Banca Morgan. Es sabido que desde los organismos internacionales se lo sugirieron a Duhalde para el Banco Central. Hasta ese momento toda su historia estaba en el extranjero. Yo lo vi exponer en Santa Rosa en las jornadas de la Fundación Creer y Crecer que ya cite. Era responsable de la comisión de hacienda y trabajaba para De Narváez.
Me huele a sospecha: ¡la eticista le vendió la candidatura!. Una candidatura que significa dos patas de un mismo proyecto. Se repite la historia: hace veinte años Cavallo le compró la candidatura a De la Sota y fijémonos hasta donde llegó. Los veo y me espanto. ¡Vuelvo a huir!.
No voy a detenerme demasiado en los Rodríguez Saa. Harán otra vez buena elección en su provincia y en las vecinas. Han convocados a otros “peronistas disidentes” que no consiguieron lugar en la anterior alianza y, también, a algunos convencidos del cambio que los hermanos hicieron en su provincia. A mi me parece más de los mismo, aunque a diferencia de los anteriores tienen para mostrar. Su discurso se parece al de Menem y no tuvieron prurito para aliarse con él. ¡También me provoca espanto!
Solo me queda el caso de Pino Solana y debo confesar alguna decepción. Hace dos años, en la seguridad que un voto no impedía el triunfo de Cristina, decidí votar por Pino, convencido que una buena elección generaba espacio para construir algo que forzara la profundización del “modelo” K. La elección se dio. Hasta en mi provincia, donde los referentes son unos socialistas gorilas que no los vota ni la madre, hubo un buen resultado.
Me pareció que era el momento de la militancia para la organización de una fuerza. Pero en vez de eso, hubo rencillas internas, rivalidades mal resueltas de las elecciones y una inmovilización del proyecto. En el debate con la dirigencia del autodenominado campo ocurrió lo impensado: un alineamiento con sectores “gorilas” y “antinacionales”. Una actitud incomprensible que puede llegar a entenderse en los descolgados del PCR, pero no en compañeros de la talla de los que integran esta fuerza.
Nunca entendí el voto del “señor” Losano, como dice mi compañero Ricardo. La resolución 125 era mala. Las reformas que le introdujeron eran peores. Pero las propuestas de quienes estaban enfrente llevaban al espanto: un gorilismo despiadado, autoritario, rencoroso y violento. En Santa Rosa escarcharon a mi compañero de fórmula, y no le gritaban kirchnerista, sino peronista hijo de puta. Después hubo muchísimos más escarches y en todos los gritos condenatorios fueron de “peronistas”.
Debo confesar que me preocupa esta consecuencia: era muy poco lo que estaba en juego para despertar semejante militancia antiperonista.
Retomando a los “proyecto sur”, el tema es que pasaron dos años y nada se organizó. Cual partido demoliberal volvieron al trabajo con las nuevas elecciones. Solo pudo presentar listas en pocos distritos y la organización y el debate fueron recientes, casi encima del cierre de listas.
Elemento adicional de preocupación es la explicación que brindan cuando se les consulta por algún compañero que abandonó el barco: era inorgánico. Una acusación que no puede esconder más que una actitud sectaria: o se piensa como yo o se es inorgánico.
Verdaderamente, Proyecto Sur solo existe en la Capital Federal donde se espera una elección interesante. Aquí está lo mejor del grupo: el propio Pino y el pensamiento de Alcira Argumendo. Merece destacarse sus propuestas sobre recursos naturales y servicios públicos, también la excelente utilidad de las películas de Pico para desentrañar entregas, los análisis de Alcira que subyugan, casi desde el punto de vista del “modelo” compro la propuesta.
Pero cuando analizo la acción, nada. Ni formación, ni organización. Sólo películas y algunos escritos. Todo gira alrededor de Solanas y, cuando no esté, pasaran a la historia sin pena ni gloria. No huyo, pero no veo futuro en el voto.
Se avecinan tiempos tumultuosos. Un escenario indica la posible pérdida de la mayoría por parte del gobierno, que a mi entender volverá a ganar las elecciones. Significa tiempos de nuevas luchas, donde pueden aflorar escenarios destituyentes.
Se me ocurre, porque ya lo hicieron, que “el campo” puede intentar derogar las retenciones. Si el escenario ocurre puede lograr su cometido porque los números darían. Pero también se que los K no son huesos fáciles de roer. Tienen muchas herramientas a utilizar y entre ellas el veto. En este escenario caben pensar movilizaciones y confrontación que ojalá encuentren un cauce feliz. No quisiera baños de sangre cuando aún ni se comenzó a avanzar en la redistribución del ingreso.
Otro escenario indica el regreso del “que se vayan todos”. Las famosas encuestas están indicando fuertes porcentajes de “imagen negativa” para todos. Será muy difícil de revertir esta situación, por lo cual antes afirmábamos el riesgo que los K se lleven puesto el modelo.
¿Qué hacer frente al compromiso electoral? Tengo amigos candidatos, pero su pertenencia a opciones que provocan huida invalida cualquier intención de voto.
Desde mi punto de vista y con la honestidad que lo planteo en este escrito, considero que lejos, la opción K, con las promesas de nueva ley de comunicaciones y su modelo de desenganche a los “centros del mundo” es la mejor.
Personalmente quiero más, pero cualquier otra alternativa ofrece menos. O al revés, quitar lo poco bueno.
Hay algo que llama la atención. A pesar de que los K no hicieron demasiado daño, el establishment juega a fondo en contra de ellos. Los medios son instrumentos de proyectos que intentan el regreso a escenarios ya vividos: tanto Prats Gay, Morales o Carrió como De Narváez, Macri o Reuteman proponen volver a los ajustes de Fondo, a las persecuciones del gorilismo, a retomar la ideal del mercado como institución de más eficiente asignación de recursos.
Entonces, frente a un coro de gorilas vociferante que espanta. Vuelvo a tener claro que no se para donde iré, pero si se lo que no quiero. La frase de Cadelli con que comienzo mi escrito me pareció elocuente.
Las expectativas no son muchas, pero a lo mejor, el gobierno acorralado intenta adoptar caminos que tiendan a profundizar el modelo. Sólo con más soberanía se podrá lograr la justicia social.
El contexto internacional es favorable. El sistema mundo está en crisis y da marco para insubordinaciones fundantes (1), ojalá tengamos la valentía de poder hacerlo.
(1) Hace poco llego a mis manos un trabajo de Marcelo Gullo: La insubordinación fundante. Recomiendo su lectura. (Agencia Paco Urondo)
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