Capital Federal (Agencia Paco Urondo, publicado en El Argentino, 05.07.09) Arde Honduras, territorio avasallado de América Latina.
Arde la democracia. Arde la memoria colectiva de los pueblos.
Como si no bastaran la sangre derramada, los centenares de miles de desaparecidos, los torturados, los asesinados, la república perdida.
Como si no bastara tanta vida trunca, los gorilas blindados, con sus tanquetas y metrallas, volvieron a través de Honduras para imponer sus oscuros propósitos.
Propósitos que nunca serán mejores y más dignos que los que defienden los pueblos.
Propósitos que son una mezcla sucia de dinero, de poder concentrado, de latifundio, de narcotráfico cruzándolos por el medio, de políticas militaristas y de ajustes neoliberales.
Un golpe militar, el pasado domingo, secuestró al presidente democrático Manuel Zelaya.
Lo pusieron en un avión y en plena madrugada lo expulsaron de Honduras.
La OEA, Organización de Estados Americanos, con la presidencia de su Asamblea a cargo del canciller argentino, Jorge Taiana, y la presencia de su Secretario General Miguel Insulza en el país centroamericano, buscó intensamente el dialogo pero se encontró con el fanatismo salvaje de los golpistas y la complicidad con ellos de políticos de derecha, altos jerarcas del poder judicial y de la iglesia católica.
Los golpistas y sus secuaces atrasaron 30 años el reloj de América. Es claramente un golpe contra los nuevos tiempos que corren en el continente y en el mundo. Pareciera ser incluso, un golpe contra Barack Obama, como sostienen algunos respetados analistas y dirigentes políticos.
La represión es brutal. La resistencia popular hondureña, ocupa legítimamente las calles de los pueblos y los campesinos llegan hasta Tegucigalpa para defender la democracia y a su legítimo Presidente.
Cristina, la Presidenta de todos los argentinos, está en el medio de la disputa. Con la misma actitud y coraje con que acudió el día que acorralaron a Evo Morales y la democracia boliviana y ella salió a empujar una urgente reunión de UNASUR para salvar a Bolivia del pasado oprobioso de los golpistas del fascismo local. Con esa misma pasión americana, hoy está junto al pueblo de Honduras.
En honor a su coraje y patriotismo latinoamericano, tendrían que ser muchos los argentinos que concurran a esperarla cuando regrese de Honduras.
Que sepa la diva de los almuerzos, con sus invitados macristas y menemistas, que Honduras es América Latina, pero también es un lugar intocable de nuestra memoria.
La derecha siempre estará más cerca de Miami que de José C. Paz o Mataderos. Por eso les resulta extraño que la Presidenta hable de Tegucigalpa, de los más pobres de América, de los pueblos agredidos por los dueños del poder.
Cristina viajó desde un hospital del conurbano, especializado en el combate contra la maldita gripe A, luego de una semana cargada de significación política por el resultado electoral y las conductas facciosas de algunos opositores.
Dijimos durante la semana que un traspié electoral obliga al oficialismo a corregir la hoja de ruta pero no el destino de un país más justo, más libre y solidario. Ese modelo de país sólo será posible si América permanece unida y fuerte contra los gorilas que intentan regresar.
No se trata en absoluto de negar el legítimo voto mayoritario conseguido en las urnas.
A veces se gana, a veces no. Es de buena gente y de demócrata cabal, reconocer y valorar el resultado.
Ahora bien, el que gana en una parcela tiene también la obligación de aceptar el mapa total de esa voluntad.
En esta semana la derecha se sintió con las ínfulas propias de alguien que viene arrasando a diestra y siniestra, aunque nada justifica semejante sobreactuación.
El domingo pasado los argentinos votaron, ganaron, perdieron.
El triunfo de De Narváez en la provincia de Buenos Aires actuó de catalizador y de impulsor de la derecha a lo largo del mapa argentino. Ganaron en elecciones legislativas pero se muestran tan eufóricos que parecieran haber ganado la copa del mundo, o las presidenciales, por un margen del 20 % en lugar del 2% con el que lo hicieron en tierras bonaerenses.
Deberán entender que enfrente hay un gobierno elegido por el 46 % de los votos, una gestión con capacidad de iniciativa, y por sobre todo, miles de mujeres y hombres dispuestos a no arriar, así nomás, las banderas de sus principios.
Hay una historia que lo certifica. (Agencia Paco Urondo)
lunes, 6 de julio de 2009
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