lunes, 6 de julio de 2009

Un cuento para Néstor Kirchner, por Eva Row

Capital Federal (Agencia Paco Urondo, publicado en La Cosa y la Causa) Dicen que ayer a la noche a Néstor le agarró un ataque de nervios en su habitación y estalló contra Dios. Que mirando al techo obsesivamente lo retaba. Le decía: decime por qué, decime por qué me pagan así todo lo que hice por ellos.

Y dicen que Néstor daba vueltas como loco por la habitación moviendo los brazos y hablando solo.

Y decime por qué, explicame por favor porque nunca voy a entender. Los saqué de las garras de Duhalde que reventó a Kostecki y Santillán y les dí una política de no represión. Saqué a los piqueteros de las calles que los volvían locos cortándolas. A los piqueteros les dí un plan de construcción de viviendas y un dinero para sobrevivir mientras lograba aumentar la inclusión aumentado el empleo. Les conseguí 4 millones de puestos de trabajo nuevos. Estaban asustados por la flotación libre del dólar y el miedo a los golpes de inflación por compra de dólares como ocurrió siempre. Me junté 50 mil millones para responder a todos los ataques a la moneda de los hijos de puta que siempre le cagaron la vida al pueblo, y lo logré. Tuve el dólar al valor que le convenía al país. La oposición me hizo la contra a morir y anunciaba próximas catástrofes, que va a haber una emergencia energética, que no va a haber gas, que va a faltar luz, y nunca pasó nada. Y así podría seguir y seguir con los jubilados que se hubieran muerto de hambre sin dientes y sin poder comprar ni una aspirina. Y les dimos jubilación, y hoy hay 2 millones de personas sobreviviendo gracias a lo que hicimos nosotros por ellos. ¿Y cómo me pagan?

Y dicen que se retorcía las manos y caminaba en círculos hablándole al techo, cuando de repente se abrió el techo y se vio el cielo negro nublado y apareció una figura enorme que entró por el techo. Era un viejo de barba blanca, altísimo, con una túnica larga y blanca. El viejo se sentó en el sillón y empezó a mirarlo.

Néstor se asombró y se sentó, mientras se pasaba la mano por el pelo, incrédulo de lo que estaba viendo con sus propios ojos. Y el viejo empezó a hablar.

¡De qué te asombrás Néstor! ¿A quién te creés que le pedían la salvación? ¿A quién te creés que le oraban desde todas las casas? No se oía otra cosa que: Dios salvame por favor. Dios mío, oíme. ¿Qué va a ser de nosotros? Me quedé sin trabajo, cómo voy a sobrevivir. Me iban a pedir a la Iglesia, a la sinagoga, a la mezquita, que ayude a la Argentina, que les robaron los ahorros, que los hijos se les iban a España.

Entonces te vi a vos que querías ser presidente, y ¿quién te creés que te puso de presidente? Y ahora vos me echás la culpa también. ¿Qué hice yo de malo Néstor? ¿Por qué me echás la culpa a mí? Mirá bajé para que te calmes y no me amargues más de lo que estoy. Para que sepas, no sos el único. Fijate lo que me hicieron una vez a mí, escuchame y decime si yo tengo la culpa.

Los hebreos tenían una tierra que yo les dí, pero se fueron por su cuenta a Egipto porque ahí había comida y mejores regadíos. Y bueno, dije, ellos sabrán. Estando en Egipto se olvidaron de mí, hasta que los esclavizaron. Entonces me empezaron a llamar. Que son esclavos. Que quieren la libertad. Que no pueden soportar la esclavitud. Entonces intervine directamente, cosa que no voy a volver a hacer nunca más te juro. Pero todavía no tenía experiencia con la gente, igual que vos. Necesitaba un Néstor Kirchner para que haga de dirigente a mis órdenes directas, pero no había. Entonces, fijate todo lo que hice, fijate por favor.

Hice que un bebé hebreo fuera por las aguas en una canasta y que lo criara la hija del Faraón. El chico se crió como un príncipe y aprendió a leer y estudió mucho. Un día le hice saber su origen. Entonces decidió escaparse. Yo lo llamé y le dije que tenía que liberar a mi pueblo y seguir mis órdenes. Y él sacó a los hebreos de Egipto.

Les abrí las aguas del Mar Rojo para que pasen, y luego las cerré para que se ahoguen los egipcios cuando los perseguían. Y cuando estaban ya del otro lado, libres como ellos querían, ¿qué te creés que hicieron? Se empezaron a quejar, que estaban mejor en Egipto, que no había comida. Y se les ocurrió hacer un becerro de oro para adorarlo. Decime Néstor, ¿qué te parece lo que me hicieron a mí? El becerro de oro de los argentinos se llama Narváez, Néstor, vos me entendés. Yo sé lo que sufrís, lo mismo que sufrí yo.

Tenés razón, le dijo Néstor, de qué me voy a quejar yo.

Eso quería oir viejo, le dijo el de barba blanca, mañana es otro día, y no te preocupes por la gorda loca que dice que habla conmigo, es mentira, yo con locos no hablo. Le dio un abrazo y se volvió a ir por el techo al cielo de la noche, nublado y argentino. (Agencia Paco Urondo)

4 comentarios:

  1. ¡LUCHE Y VUELVE DIOS!
    ¡LUCHE Y VUELVE NESTOR KIRCHNER!

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  2. Demasiado chupamedias el cuentito, enviado de Dios, vamos muchachos, después pierden objetividad. Chau,.... De vez en cuando salgan de la cajita feliz, y se los digo con afecto, no soy contra.

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  3. Néstor está claro que no es Dios, pero De Narváez se parece bastante al diablo. Si las cosas siguen así, esto se va a convertir velozmente en un infierno.

    Saludetes!

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  4. Está exagerado pero tiene razón...

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