Capital Federal (Agencia Paco Urondo) El texto es el prólogo al nuevo libro editado por el GEENAP: "El presente como futuro", que recopila diferentes artículos de economistas sobre el proceso productivo que emergió en 2003.
El mainstream actual en economía, en manos de neoclásicos, posee una característica difícil de hallar en algún otro campo del conocimiento. Contrariando el precepto científico básico de observar una cierta correspondencia entre los postulados teóricos y la evidencia empírica, las explicaciones y predicciones económicas actuales se basan en su gran mayoría en modelos abstractos que no se condicen con los fenómenos del mundo real. La tendencia metodológica predominante consiste en partir de supuestos cuya validez no se discute, y sobre ellos, edificar modelos axiomáticos con nula o muy baja contrastación empírica. Como lo ha señalado el Premio Nobel de Economía Ronald Coase: “La economía existente es un sistema teórico que flota en el aire y tiene poca relación con lo que pasa en el mundo real”.
El equilibro general es la noción fundamental sobre la que se asienta el paradigma dominante. Las fuerzas del mercado, libres de toda interferencia, garantizan –según esa concepción- un desenvolvimiento económico armonioso, con plena ocupación de todos los recursos. En consecuencia, cualquier disrupción del equilibro es producto de las nocivas intervenciones estatales o de algún otro factor extraeconómico (por ejemplo, el excesivo poder de los sindicatos). Para conjurar el desempleo, neutralizar presiones inflacionarias o revertir una caída del producto, la receta, por tanto, resulta siempre idéntica: más mercado y menos Estado.
Sin embargo, la realidad se ha rebelado una y mil veces contra estas falsas modelizaciones, golpeando las puertas del mainstream para exigir rectificaciones. El primer llamado de atención se dio con la crisis de los años 30. La ineficacia de los tradicionales mecanismos de mercado evidenció la imposibilidad de revertir tal situación si no era a través de una activa y decisiva participación estatal. El imperio de tales circunstancias, asimismo, forjó el nacimiento de un paradigma alternativo, con la aparición de la Teoría General de John Maynard Keynes en 1936.
El neoliberalismo, empero, desde los años 70 volvió a hegemonizar el campo económico a nivel mundial, tanto desde el punto de vista práctico como teórico. Al respecto, nuestro país, alumno ejemplar de las recomendaciones emanadas del Consenso de Washington, puso en marcha un vasto y radical programa de reformas estructurales (privatizaciones, desregulación y apertura económica), que motivó una reducción del Estado tanto en sus funciones como en sus dimensiones y capacidades. La aplicación de este modelo propició una fuerte concentración económica y el predominio de las actividades rentísticas y especulativas por sobre las productivas, generando desempleo, exclusión y miseria generalizada en los sectores populares. Diciembre de 2001 selló el certificado de defunción neoliberal, cuando la idea del equilibrio general estalló por los aires.
El nuevo modelo instaurado desde 2003, y que hoy busca su profundización, posee como rasgos salientes –en clara contraposición con lo acaecido en los 90- la promoción de la industria, la recuperación del empleo y del salario, y el dinamismo del mercado interno. El Estado, asimismo, ha vuelto a ocupar un papel fundamental con las políticas de estímulo para las actividades productivas, e interviniendo en todos aquellos casos en que el mercado genera resultados socialmente adversos. Aunque inconcluso, el camino hasta el momento no deja de ser auspicioso. Por más de un lustro la economía argentina registró un crecimiento inédito (con tasas anuales superiores al 8%); el desempleo se redujo al 9%; hubo en todo el período superávit fiscal y comercial; y se redujeron significativamente los niveles de desigualdad, exclusión y pobreza.
Sin embargo, la ortodoxia neoliberal, encerrada en sus viejos diagnósticos, niega lo evidente. Frente al sostenido crecimiento económico y del empleo, pronosticaban estallidos hiperinflacionarios. En el presente, declaran de antemano la ineficacia y las consecuencias nocivas de los planes de estímulos a la demanda que desarrolla el Estado argentino para hacer frente a la crisis económica mundial.
Por estas razones, la iniciativa del GEENAP resulta sumamente valiosa, en tanto viene a cubrir un espacio parcialmente vacante. Es fruto de una necesidad palpable: la de consolidar un modelo económico y social que tiene como meta construir un país pujante en lo económico y a la vez equitativo socialmente. Impera entonces la imprescindible tarea de construir un enfoque teórico alternativo al neoliberal, que pueda darnos verdaderas claves interpretativas sobre los fenómenos económicos actuales, y que contribuya a develar las problemáticas y las potencialidades reales de nuestra nación. ¿Cuál debe ser el rol del estado en la profundización del desarrollo económico con inclusión social? ¿Cómo intervenir con eficacia y eficiencia en la economía? ¿Qué instrumentos de política pública son adecuados para esa tarea? Éstas son las preguntas fundamentales que esta obra contribuye a responder.(Agencia Paco Urondo)
viernes, 3 de julio de 2009
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te faltaron otros dos o tres certificados de defuncion, El de Rusia de postguerra hasta 1989, el de Cuba desde los 50s hasta hoy, mas vietnam, Corea del Norte, Polonia etc que se vinieron muy abajo, con politicas centralistas, socialistas y comunistas. No crean todo lo que dijo Keynes, que ahora esta tan de moda, ya que la teoria de Keynes solo sirve para dar un empujeinicial a la economia cuando las cosas estan muy mal, luego se hace ineficiente, ya que con el dirijismo se beneficia a los amigos y aparece la corrupcion de las empresas publicas como fue en YPF (hasta los trapos de pisos se llevaban los empleados) o Entel. Por corrupcion y amiguismo, preguntenle a Jaime y Devido.
ResponderEliminarSaludos
Javier Octtinger
Con todo respeto Javier, ¿y si por temas como la corrupción y la entrega del patrimonio nacional, le preguntamos a Menem?. Digo no, mejor ir a la fuente del desastre nacional perpetrado por la derecha y el neoliberalismo en los 90.
ResponderEliminarJavier, a vos quien te mandó a opinar ¿Dromi o María Julia Alsogaray? Pensás igualito a ellos, viejo. Das lástima y asco, realmente. Patria o Muerte.
ResponderEliminarEduardo, eduardo. Con ese pensamiento fcista, prefiero muerte. No toleras a nadie que piense distinto. Despues si te matan tu madre y tu abuel se van a cansar de dar vueltas a la plaza de Mayo. Patria o Muerte, que mente corta
ResponderEliminarÚltimo anónimo,
ResponderEliminartu incomprensión sobre la militancia te hace pensar que Eduardo desea la muerte del que piensa distinto. La frase "Patria o muerte" hace referencia a las propias convicciones o la muerte si uno claudica. Es decir, la muerte propia, la del enunciante. Fijate de formarte un poco más en política, porque sino tus goriladas carecen de sustento.
Saludos!
APU.