Capital Federal (Agencia Paco Urondo, por Enrique Oliva) Histórico militante de la Resistencia Peronista, abogado laboralista y escritor comprometido
Juan Carlos D’Abate, vicepresidente y cofundador de la Asociación de la Resistencia Peronista, nació en la Capital Federal el 10 de febrero de 1929, pero su infancia, adolescencia y juventud las vivió en Quilmes. Ha muerto el pasado 11 de julio a la edad de 80 años.
Fue Juan Carlos un militante inclaudicable de las luchas populares. Las patriadas más importantes de gran parte del siglo pasado contaron con su decidido aporte de coraje y talento para defender una causa abrazada desde que cursaba la enseñanza secundaria, cuando editó el periódico llamado “Justicialista”. Ingresado a la carrera de leyes en la Universidad de La Plata, abandonó los estudios en el tercer año para dedicarse de lleno a actividades políticas y sindicales. Tiempo después, volvió a las aulas recibiéndose de abogado en 1977, instalados en Wilde, partido de Avellaneda.
Comenzó a militar en la adolescencia en la Juventud Peronista de Quilmes, provincia de Buenos Aires, e integró las columnas que llenaron la Plaza de Mayo en el histórico 17 de Octubre de 1945.
Juan Carlos D’Abate vivió intensamente el proceso revolucionario y en 1955, fue de los primeros enrolados en la Resistencia Peronista con la consigna de lograr el retorno del líder y presidente constitucional Juan Perón. En esas luchas asumió todos los riesgos imaginables. Supo del existir peligrosamente en largos años de clandestinidad y esfuerzos, siempre con buen humor, pues como solía sostener, consideraba que “el peronismo era fundamentalmente alegre” y sabía trasmitirlo a los compañeros, en especial en condiciones apremiantes.
No fue fácil subsistir ante tanta ignominia y feroz represión. Aquellos tiempos registraban frecuentes torturas y desapariciones de compañeros y compañeras. Si existían entidades defensoras de los derechos humanos, no funcionaban para los peronistas. Se moría en soledad o se los enviaba a prisiones en climas extremos. En invierno al Sur Patagónico y en verano al Norte.
Se salía de un domicilio propio o amigo sin saber dónde podría dormir esa noche. Juan Carlos pasó momentos en sostenida dignidad, sin desfallecimientos. Con el trágico movimiento rebelde del 9 de junio de 1956 pesaba sobre su grupo la clara amenaza de fusilamiento. Hasta se cometieron sádicos simulacros.
En su libro sobre Andrés Framini, del que fue su estrecho amigo y colaborador, grabó para la historia, con valiosa documentación, aquellos momentos conmovedores. Los justicialistas comenzaron intentando oficializar la fórmula Framini- Perón para gobernador y vice de la Provincia de Buenos Aires. Como era de esperar, fue rechazada por la autoridad electoral porque el ex presidente era “un fugitivo de la justicia y por no residir en el país”. La campaña electoral se hizo entonces con la fórmula Framini-Anglada, culminando con un triunfo popular rotundo en los comicios del 18 de marzo de 1962. De inmediato, las FF.AA. obligaron al presidente Arturo Frondizi a anular los comicios, e intervenir no solo a esa provincia sino asimismo a las de Tucumán, Chaco, Río Negro y Santiago del Estero, donde se habían impuesto los peronistas.
Ocho días antes de las elecciones Frondizi aseguraba que “el pueblo le dará la espalda a Perón”. Ante el fracaso de su augurio, las FF.AA. le requirieron la renuncia que rechazó, asegurando el día 27 en nota a su partido: “No me suicidaré, no me iré del país ni cederé…”. A las 4 de la mañana del día siguiente, se daba a conocer por radio un comunicado firmado por el general Raúl Poggi, anunciando que Arturo Frondizi había sido depuesto por las FF.AA.y enviado detenido a la Isla Martín García. Esa misma tarde, el doctor José María Guido se hacía cargo de la Presidencia tras jurar ante la Corte Suprema.
D’Abate no abandonó nunca sus labores sindicales. Como abogado laboralista de nota, asesoró a importantes gremios, entre ellos a la Confederación de Empleados de Comercio. También escribió abundantes trabajos sobre temas tales como “Antipoder sindical”, y en revistas habló de “Derecho Colectivo de Trabajo”. Otro libro importante de su autoría fue sobre el Congreso Nacional, donde brindó eficaz asesoramiento. Fue en todo momento un luchador firme en defensa de las reivindicaciones sociales logradas bajo los gobiernos del General Perón.
En la campaña presidencial de la fórmula justicialista Ítalo Lúder-Deolindo Bittel coordinó un intenso trabajo de técnicos para la elaboración de un programa de gobierno peronista.
En fin, Juan Carlos D’Abate no fue un mero intelectual sino un militante íntegro, todoterreno, Como diría Arturo Jauretche, “no fue de esos intelectuales que empujan para que los hombres peleen”. El fue siempre al frente. Y merece que cuando los ánimos se serenen, reciba los honores a los que se ha hecho acreedor en vida, con ejemplos que perdurarán. (Agencia Paco Urondo)
Un presidente que vive peleado con todos
Hace 21 horas
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