miércoles, 14 de abril de 2010

Ignacio San Julián: una vida inútilmente perdida, por Jorge Aita

9 de Julio, Buenos Aires (Agencia Paco Urondo) Baradero comienza a revelar la realidad de las ciudades que se escapan a los centros urbanos y a sus cordones suburbanos: que no vivieron su 19 y 20 de diciembre de 2001. Que viven fuera de tiempo, como yendo a contramano de la historia. Los hombres y mujeres institucionalizados de los tres poderes del Estado, sin importar su jerarquía, parecieran vivir al ritmo de los pocos que se beneficiaron durante la década del 90: beneficiándose mientras crece la desigualdad por los beneficios que ahora le otorga el crecimiento y desarrollo económico dirigido por la Presidenta Cristina. Existe un exagerado individualismo, una especie de “sálvese quien pueda”, mientras las mayorías son abandonadas a su suerte y en extrema desventaja, mientras el “Estado de Derecho” brilla por su ausencia. La falta de legalidad deja que hagan las instituciones lo que quieran: letra muerta de la juricidad vigente.

Una vez las picadas de la muerte se llevó a nuestros jóvenes; luego, resabios de la maldita policía se “cargó” a otro en la seccional policial; hoy (en la madrugada del sábado) un joven trabajador de sectores de bajos recursos, volvía a su casa en la moto que utilizaba para ir a trabajar a un tambo (en el que se destacaba por su cumplimiento y compañerismo, al tiempo que ayudaba a la numerosa familia de su madre a soportar las indignidades cotidianas de la pobreza) y se encontró, sin saberlo, con un pozo en el medio de la calle (Granada casi Gardel –esquina en la que faltaba la lámpara de la luminaria que hubiera dejado notarlo-, de la ciudad de 9 de Julio, provincia de Buenos Aires) de 6 metros de diámetro y una especie de columna de 3 metros de diámetro dentro de él y a ras de la superficie de dicho pozo, al que cayó y descerebró por chocársela dentro de la perforación en dicha calle. Sin una sola señal, ni balizas, ni montículo de tierra que permitiera advertirlo.

Ignacio San Julián, de unos 20 años, muy trabajador, de buen carácter, muy querible, en una Patria que comienza a organizarse, perdió la vida por la estupidez de las instituciones locales que no quieren aprender a leer el ritmo de la historia. 9 de Julio es la ciudad donde reside el Obispo Martín de Elizalde que no execra de la Iglesia al genocida cura Christian von Wernich; 9 de Julio es la ciudad donde se nacionalizó la protesta contra la Resolución 125; donde el Juez de Paz fue puesto por la dictadura; donde el Ayudante del Fiscal es director de Cáritas a cargo de Elizalde; donde los pobres no tienen trabajo porque no se sumaron industrias, faltan 3000 viviendas, no hay en los barrios pobres ni servicios esenciales, ni pavimento, ni veredas, ni vidrios en las ventanas, ni abrigo suficiente y donde la comida escasea fuertemente. Lo único que comenzó a llegar es la Asignación Universal por Hijo y, a pesar de esto, en una escuela nueva ya empezaron a echar a chicos pobres que “dan mucho trabajo”. Una ciudad en la que las mayorías, a pesar de todo, somos muy tolerantes. (Agencia Paco Urondo)

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