Capital Federal (Agencia Paco Urondo)El día 10 de diciembre, a la sazón Día Internacional de los Derechos Humanos, ha publicado Ud. una columna de opinión en el matutino La Nación que constituye una intolerable apología del delito, con palabras que casi nadie se atreve a formular de manera tan brutal y siniestra.
En unas pocas líneas, Sr. Posse, pretende convertirse en el fiscal de la seguridad, que a partir de temerarios diagnósticos que niegan la historia, los aportes de las ciencias sociales y el análisis riguroso de la realidad se plasma en un programa político y pedagógico que bien puede referenciarse en Primo de Rivera y su grito de guerra: ¡Viva la Muerte!
Las referencias al genocidio en los años setenta son atribuidos “a una minoría que se alzó contra el Estado para imponer una revolución socialguevarista”, lectura afiebrada de la coyuntura histórica trágica en que se pretendió terminar a sangre y fuego con el sueño de una Argentina para todos.
La reivindicación de unas Fuerzas Armadas que fueron el instrumento para reconfigurar el orden social e imponer salvajemente el orden neoliberal-conservador que Ud. defiende expresa un fanatismo que a estas alturas del siglo XXI resultaría risible, sino fuese porque revela al mismo tiempo un patético punto de vista interesado que desde esa lectura tendenciosa del pasado se propone ordenar la lectura de este presente. Y porque, además, es candidato firme a asumir una responsabilidad pública, nada menos que el Ministerio de Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
A partir de aquél crimen estatal que cuenta entre sus efectos con 30.000 desaparecidos y contuvo los inenarrables sufrimientos de la tortura sin límite, es imperioso reconocer con Rodolfo Walsh el efecto más duradero de esa política genocida: “Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada.”
Es esa miseria planificada la que condenó a generaciones posteriores a una vida que en los noventa los jóvenes denunciaban en los recitales con su tremenda consigna “NO HAY FUTURO”.
Por eso el agravio que hace Ud a la memoria de miles de desaparecidos, exiliados, condenados al hambre y a la indignidad es parte de la misma línea argumental que propone poner a las víctimas en el lugar de los victimarios, y reclamar como única solución “bala a los delincuentes”.
En su extensa catalinaria que Ud dirige contra el Gobierno Nacional, la Oposición (por tibia), la Justicia, la propia institución policial revela la endeblez argumental de aquello que sólo puede presentarse como una propaganda fascista, carente de sustento analítico y cuyos efectos prácticos sólo pueden augurar más violencia. En su insostenible panfleto pretoriano Ud asume un lugar salvador convocando a prender fuego a los jóvenes como alternativa a la crisis de seguridad que en su particular visión se remite a la propiedad privada.
Jóvenes que han sido privados de todo derecho, para quienes la palabra “seguridad” se torna una burla a su existencia tortuosa y que revela el abandono que como sociedad hemos avalado con un Estado ausente a la hora de garantizar mínimas condiciones de dignidad que hace a la condición humana.
Ellos, principales víctimas de un capitalismo brutal que ya decidió que las mayorías “sobran”, son convidados por una cultura consumista a mirar y desear aquello que nunca podrán adquirir. Ellos, principales tributarios de la exclusión, son los “nuevos bárbaros” para quienes sólo el Estado puede ofrecer cárceles y muerte.
Su posición constituye un retorno a estados inquisitoriales, y da cuenta efectiva de que la cultura represiva del neoliberal-conservadurismo todavía tiene quién le escriba. Pero si algo nos alarma especialmente es que alguien con su visión del mundo sea nombrado Ministro de Educación de la Ciudad de Buenos Aires.
Nuestro Foro por la Educación Pública, integrado por organismos de derechos humanos, sindicatos docentes, movimientos sociales y organizaciones populares ha reivindicado como un principio innegociable el derecho a la educación, que el gobierno de Mauricio Macri ha vulnerado con especial perseverancia y eficacia. Ud . es prueba de ello.
Pero no sólo exigimos una responsabilidad que el Estado de la Ciudad de Buenos Aires ha incumplido con creces, sino que sostenemos que la educación pública debe formar hombres y mujeres libres, con autonomía de pensamiento, capaces de desplegar sus posibilidades de pensar, de decir, de sentir y de hacer, de construir un proyecto colectivo fundado en la solidaridad y la igualdad social. Es decir, Señor Posse, todo lo contrario a lo que su discurso deja entrever y ofrece como promesa de gestión futura.
El Ministro Narodowski ha sido un eficaz ejecutor de una política que combinó varios objetivos simultáneos y coherentes: destrucción de la educación pública (reducción prespuestaria, ineficiencia en resolver los graves problemas edilicios, recorte de becas, cambio en la vianda escolar, quita de las jornadas de reflexión docente), privatización educativa (incremento de las transferencias estatales al sector privado y nuevas oportunidades de negocios-negociados en materia de infraestructura) y un desembozado autoritarismo (prohibición de hablar en medios de comunicación de docentes, judicialización de la protesta educativa, aval de represión en movilizaciones callejeras, exigencia de delación institucional pidiendo listas de huelguistas o tomeros).
Su texto es un llamado de alarma que preanuncia una política educativa que profundizará la ya muy regresiva posición neoliberal-conservadora que Mariano Narodowski aplicó sin asumirlo públicamente, tal vez torturado por su pasado combativo y transformador.
En comparación del renunciante y converso ministro Narodowski, el flamante ministro hace gala de la impunidad su lenguaje. Por cierto, de aires dictatoriales en tiempos en que tenemos la responsabilidad de profundizar la democracia.
Ud ha generado ya antes de asumir un intolerable estado de violencia y hostilidad al que responderemos con la defensa firme de los postulados de la educación publica. La afirmación en la entrevista de Clarín de hoy acerca de que “el gremio negocia sobre los chicos y es como ponerles un revolver en la cabeza” revela de manera incontestable la voluntad política de manejar como un moderno cowboy los conflictos que atraviesan el sistema educativo. Conflictos que, cabe abundar, tienen como punto de partida la concepción macrista de privatizar lo público y abandonar a los más débiles a su suerte o, para peor, a los brazos de la UCEP.
Nuestros niños y jóvenes , nuestros docentes, nuestras organizaciones barriales seguirán como hasta ahora defendiendo una educación pública emancipadora e igualitaria. Justamente la que Ud. señor Posse, se propone hundir en el pantano de la injusticia. No se lo permitiremos.(Agencia Paco Urondo)
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