viernes, 11 de diciembre de 2009

Las visiones de la dependencia, por Norberto Aguirre y Osvaldo Luoni

Capital Federal (Agencia Paco Urondo, en http://misionpatriagrande.wordpress.com) Las visiones de la dependencia: un análisis del proceso en Juan José Hernández Arregui

Los diversos Estados de América Latina en general y Argentina en particular se han articulado con el sistema internacional desde una matriz de dependencia. En Argentina, esta ha sido una de las características con las que, ya desde fines del siglo XIX, tuvo luvo lugar el despliegue del modelo agroexportador. Las elites dominantes desde entonces han pujado, con relativo éxito, tanto en el plano político y económico como en el cultural para mantener esta forma de inserción asimétrica o dependiente respecto de los principales centros de poder mundial.

Sin embargo, este proceso, no fue lineal, sino que dio lugar a la emergencia de sectores que intentaron modificar esta situación de dependencia combatiendo los engran ajes internos que daban sustento a la misma.

El período que va entre el inicio de la Segunda Guerra Mundial y mediados de la década del setenta es una claro e jemplo de la agudización de estas luchas en todo el continente. En Argentina, la emergencia del peronismo, más allá de su heterogeneidad y contradicciones internas, fue una muestra clara de este proceso.

Asimismo, el surgimiento en los sesenta, de otras organizaciones populares junto a la resistencia peronista, pusieron en evidencia la existencia de un corriente de rechazo cada vez mas importante a las condiciones de dependencia que pretendían mantener los clases dominantes y los diferentes gobiernos que emergían en esa década. Sumado a la revolución cubana, los procesos de lucha política y social verificados en otras naciones de América Latina, las luchas independentistas en África y Asia, daban cuenta de una resistencia cada vez mas extendida, tanto en plano político como en el cultural, a las condiciones de dependencia a las que la sometían las elites dominantes.

Ante esto, emergieron teorías que intentaron dar cuenta de este fenómeno, a tiempo que analizaban las causas internas y externas que daban origen a una relación de subordinación nacional a los centros imperiales. La Teoría de la dependencia en sus distintas variantes; el agudo pensamiento de Frantz Fanon; algunas vertientes derivadas del desarrollismo, entre otras daban cuenta de la ebullición que se generaba en el ámbito del pensamiento. Pensamiento que no se entendía como algo abstracto sino que se ligaba a una praxis política concreta.

En este trabajo analizaremos el abordaje a la problemática de la dependencia de uno de los intelectuales mas significativos de las décadas citada: Juan José Hernández Arregui .

En esta primera aproximación al tema nos detendremos en su análisis de las causas de la dependencia, sus manifestaciones en el plano político y cultural, y de su efecto sobre la diversos sectores sociales y sobre las relaciones internacionales de nuestro país. En trabajos posteriores trataremos de establecer la relación entre el pensador y su época; sus praxis intelectual y política y sus principales anclajes teórico conceptuales.

a) Breve caracterización del autor Juan José Hernández Arregui nació en Pergamino, Provincia de Buenos Aires, el 29 de septiembre de 1913. Tras estudiar Derecho en al Universidad de Buenos Aires, debió abandonar la carrera para trasladarse a Villa María, Córdoba. Fue aquí, en 1931, donde se afilió a la UCR en su tendencia Yrigoyenista y cuando tuvo sus primeros contactos con los escritos políticos.

Escribió en periódicos radicales como Debate y La Libertad. Ya hacia la década de 1940 estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Córdoba done se graduó en 1944 con medalla de honor y con la tesis, Las bases sociológicas de la cultura griega. En 1947, gracias a su relació n con Arturo Jauretche, ingresa como Director de Publicaciones y de Prensa del gobierno bonaerense de Domingo Mercante.

Es su primera vinculación directa con el peronismo, la que se profundizara con el correr del tiempo, siendo uno de los teóricos mas representativos de las tendencias mas revolucionarias de este movimiento social.

Esto no impidió el desarrollo de su actividad académica, siendo docente durante el primer y segundo gobierno peronista en la Universidad Nacional de La Plata como profesor adjunto de Introducción a los Estudios Históricos y en la Universidad Nacional de Buenos Aires, en la Facultad de Ciencias Económicas.

El golpe de septiembre de 1955 y la dictadura emergente del mismo significaron la expulsión de Hernández Arregui de los claustros académicos. Fue durante estos años de persecución y exilio interior, y tras haber escrito y publicado Imperialismo y Cultura en 1957, que empezó a madurar los que sería la primer a versión de su libro fundamental: La Formación de la Conciencia Nacional. La obra fue escrita entre los años 1958 y 1959, en momentos en que se produce el giro en el gobierno de Frondizi y publicada en 1960, tras los cambios generados en el gabinete de ministros y la llegada al mismo de un representante conspicuo del liberalismo ortodoxo como Álvaro Alsogaray y tras el viraje de la política hacia el peronismo el movimiento obrero, iniciada con la respuestas a las huelgas petroleras y la toma y privatización del Frigorífico Lisandro de La Torre.

Este libro fue reeditado en 1970, edición en la cual nos basamos y en la que se mantienen los aspectos básicos del análisis teórico llevado a cabo diez años antes.

Quizás el cambio mas significativo en el mismo sea su matización y escepticismo cada vez mayor en el papel del ejército en el proceso de articulación con las masas y en la lucha conjunta por la revolución nacional y la liberación social. Los sucesos de la década del sesenta en Argentina habían comenzado a diluir esta esperanza de encontrar una base firme sobre las que emprender con éxito el proceso de liberación nacional en la institución militar. Los hechos no habían confirmado la tesis anterior de Hernández Arregui y esto lo llevo a reelaborar este aspecto de su teoría. Pero el resto del libro, en su análisis histórico de la dependencia argentina, y en su base teórica, en la que el pensamiento de Marx y Lenin juegan un papel significativo, se mantuvo casi sin cambios.

Tras la publicación de Nacionalismo y liberación en 1969 y Peronismo y Socialismo en 1972, el retorno del peronismo al poder le permite se nombrado profesor emérito de la Universidad de Buenos Aires en 1973. Poco antes del fallecimiento de Juan Domingo Perón se hace cargo de la dirección de la revista Peronismo y Liberación. Pocos meses después fallece en Mar del Plata el 22 de septiembre de 1974

b) Causas y dimensión histórica de la dependencia en J.J. Hernández Arregui Para caracterizar la dependencia Argentina según el análisis de Hernández Arregui hay que partir de un proceso previo, que es determinante en la configuración de esta. Este fenómeno es el Imperialismo, no en abstracto y como categoría universal sino como hecho histórico. En este sentido ubica a este proceso en las postrimerías del siglo XIX, señalando que el mismo tiene la prosaica virtud de ser un hecho histórico.

La base leninista en la concepción de este fenómeno se hace evidente con el correr de las páginas y en base a ella debatirá con otras matrices teóricas. Es importante señalar este punto de partida por dos aspectos importantes. En primer lugar pues establece claramente que no hay una esencia en la noción de Imperialismo y sus sucedáneos coloniales, sino que estos van redefiniéndose a lo largo de los diversos momentos históricos. El Imperialismo del siglo XX no es simplemente una réplica del gestado en los orígenes del capitalismo en el siglo XVI y mucho menos del existente en la Antigüedad Clásica. Tiene características específicas, producto de las nuevas configuraciones que fue adoptando la formación social dominante en los países centrales de las mismas; características en las que no pueden dejarse de lado las luchas sociales que las definieron.

Por ello, las formas que adopta el Imperialismo y por ende la dependencia en la Argentina en la segunda mitad del siglo XIX, si bien encuentra puntos de anclaje en su Hernández Arregui, Juan José, La formación de la conciencia nacional, Peña Lillo, Ediciones Continente, Buenos Aires, 2008, pag 33 4 pasado sobre las que se monta, tiene características sustancialmente diferentes.

En conclusión no hay un Imperialismo ni una dependencia, sino que al ser ambos emergentes de procesos históricos se van redefiniendo de manera permanente.

En segundo lugar el carácter dialéctico del proceso histórico.

El mismo no es lineal ni unidireccional sino que adquiere una dimensión dialéctica y por ende no establecida. No hay naturalización posible de estos fenómenos, como parece percibirse en ciertos abordajes conceptuales. Asimismo, y marcando profundas diferencias con ciertas teóricas que abordan la relación centro periferia y la dependencia como un fenómeno unidireccional, Hernández Arregui pone énfasis en el carácter dialéctico, indefinido y abierto de estos dos polos.

Al respecto el pensador dice, Por eso, en el mundo colonial, la acción anárquica del imperialismo cumple una función altamente revolucionaria independiente de sus planes de dominio. Una vez establecido el marco mundial, sin el cual no es posible comprender el fenómeno del imperialismo presente ni la sujeción de una buena parte de la humanidad a sus intereses y las luchas que deviene de esto, Hernández Arregui pasa a dar cuenta de las bases locales sobre las que se asiente el Imperialismo. Y en este sentido da cuenta de una oligarquía nativa opresora ligada al Imperialismo en cada una de estos Estados.

Sin este clase social no sería posible que el Imperialismo se hubiese desarrollado de la manera en la que emergió en el siglo XIX. No por ocupar una posición subordinada respecto de las clases dominantes y los monopolios de las potencias imperiales dejan de ser centrales al explicar la configuración que adquirió el fenómeno imperial y los procesos de luchas sociales que irían emergiendo del mismo.

De todos modos, lo general, el imperialismo y las oligarquías locales que le dan sustento en la medida que dependen del mismo, se particulariza en cada uno de las formaciones estatales dependientes. Las oligarquías locales, muchas de las que encuentran su origen en períodos anteriores, adquieren diversas formas y establecen su dominio interior en base al control de diferentes recursos. Pero si hay algo mas que las unifica para Hernández Arregui, Juan José; op. cit, pag 365 Hernández Arregui: las economías de estas naciones giran en torno a la producción primaria, al menos hasta el fin de la segunda guerra mundial.

Tras señalar estos aspectos generales, el autor se detiene en el proceso argentino.

La oligarquía local tiene su base de acumulación en torno al latifundio y a la exportación de los productos primarios que emergen de él. Correctamente, Hernández Arregui pone en evidencia que el latifundio es previo a la aparición del Imperialismo en la forma adoptada por este en la segunda mitad del siglo XIX.

Este se asienta sobre esta estructura, sobre la clase que emerge de esta estructura y la redefine; la reorienta. Al respecto podemos leer: Los orígenes de la oligarquía argentina arrancan de lejos. El latifundio esta ya configurado en la época colonial. En 1774 , sobre 6.083 habitantes censados en la campaña, 186 eran propietarios de tierras. En Buenos Aires, con una población de 10.000 habitantes, había 141 propietarios. El dominio histórico de la oligarquía quedó sellado con Rivadavia.

Pero la dimensión histórica y las bases marxistas del pensamiento de Hernández Arregui le impiden tener una visión estanca del proceso. Que la oligarquía estuviese ya configurada como clase dominante en la colonia en base al control de la tierra, no quiere decir que la misma sea un continum sin cambios apreciables en sus relaciones hacia el interior de la formación social y de esta con el escenario mundial. Está en permanente redefinición y el Imperialismo en su acepción contem poránea opera en este sentido. Este se asienta sobre una clase dominante ya existente, pero al mismo tiempo la redefine.

A su vez, esta clase, que va a hacer de la dependencia de la Argentina con los centros imperiales la base de su acumulación y dominio interior, tampoco es pasiva, sino que, estableciendo las disimetrías correspondientes, marca las formas en base a los cuales, los intereses imperialistas se van a establecer en la Argentina. En el sentido del párrafo anterior, la dimensión internacional, en la medida que el capitalismo y el Imperialismo lo son, y la local están profundamente ligadas e historizadas para Hernández Arregui.

Para él, (Hernández Arregui, Juan José; op. cit, pag, 47 6), es el capitalismo en expansión el que rompe las antiguas estructuras hispanoamericanas y con ellas sus costumbres, sus creencias y su destino supranacional que el imperialismo posterior a la organización nacional remató, dividiendo en ficticias repúblicas la patria común y colonizando económica y espiritualmente a estos países a través de las oligarquías vernáculas.

Aquí podemos apreciar la relación existente entre el desarrollo de la formación social capitalista, ya de por si un producto histórico, de sus fases, que lo modifican y lo redefinen, de sus necesidad de subordinar espacios humanos, económicos, geograficos, para garantizar su reproducción como sistema y de sus clases dominantes, y de la necesidad de contar con una base local, que se subordina a esta lógica, pero que al mismo tiempo garantiza su hegemonía sobre los restantes actores sociales locales: las oligarquías vernáculas.

Toda una muestra del complejo análisis que realiza nuestro autor.

Un aspecto trascendente a destacar en el pensamiento de Hernández Arregui y que lo diferencia de otros teóricos previos como Scalabrini Ortiz y de algunos escritores nacionalistas, es la absolutización que aparece en mucho de ellos de la causa externa de la dependencia. Al contrario, Hernández Arregui, sin dejar de lado la misma, señala los componentes locales de este fenómeno. En esta dinámica especular, uno no puede explicarse sin el otro; no hay deus ex machina en el proceso histórico, el que adquiere una clara dimensión dialéctica en su desarrollo.

Esta oligarquía local, si bien dependiente, no por ello deja de tener intereses específicos y no es producto de una determinada naturaleza o de una malformación. Si esta oligarquía necesita que se profundicen las bases de la dependencia, esto se asienta en intereses materiales, en la propia base material de la que surge y sobre la que asienta su dominio interior. No en un espiritu de época, ni en una admiración cultural por los centros imperiales, ni el reconocimiento de la superioridad de los mismos en cuanto a la naturaleza de sus habitantes.

Por eso, con claridad meridiana, el autor nos dice: El entreguismo de la oligarquía no fue un simple error. Fue el comportamiento político y cultural de sus interses de clase asociados por encima del país a su subordinación al mercado internacional Hernández Arregui, Juan José; op. cit, pag, 195 (las negritas son mías) 5 Hernández Arregui, Juan José; op. cit, pag, 56 7 Es importante hace notar la complejidad que adquiere el concepto de oligarquía en Hernández Arregui. Complejidad que pone evidencia la historicidad del mismo y el alejamiento cualquier tipología pura o ideal de matriz weberiana. Oligarquía como clase y como concepto, más allá de algunos aspectos muy generales que lo constituyen, es un producto histórico y como tal en redefinición permanente.

Para Arregui, la oligarquía, en esa espesa de intereses burocráticos, financieros, internacionales, no aparece en primer plano. Definición que no solo muestra la variedad de intereses y la imbricación de los mismos que la caracteriza sino la aparente invisbilidad de esta. Aspecto que nos vuelve a remitir al pensamiento de Marx y Engels, al establecer una diferencia sustantiva entre lo que aparece y lo que es; entre lo aparencial y la compleja red de relaciones, sustentadas en una base material, que dan lugar a lo real.
La oligarquía no es una mera concepción teórica, no es una percepción, sino que la misma se levanta sobre la base material y es la expresión final del complejo entramado, siempre inestable y en conflicto, que dan lugar a las relaciones sociales de producción. Por eso la misma emerge en base al control de la tierra y su dominio en el plano político no esta despegado de esta base material.

Parafraseando a Marx, Hernández Arregui, asciende de la tierra al cielo. La constitución de la Argentina como una nación dependiente, en el momento del surgimiento de Imperialismo como una de las fases del capitalismo, con una oligarquía local que asienta su dominio como socio menor pero imprescindible de los grandes monopolios y del capital financiero internacional en el control de la tierra, determina para Hernández Arregui el bajo nivel de industrialización que demuestra la Argentina en 1914. Para él, esto es consecuencia del ordenamiento colonial de la economía. Y al mismo tiempo, en forma dialéctica, del proceso abierto con la crisis de 1930 y en especial el 1946, ligada al proceso de industrialización, la participación del proletariado en el escenario político y a la llegada del peronismo al poder abrirá una etapa de luchas, que en primera instancia buscará la ruptura de lazos de dependencia; la liberación nacional. Hernández Arregui, Juan José; op. cit, pag, 53 7 Hernández Arregui, Juan José; op. cit, pag, 67 8.

Para Hernández Arregui, el desarrollo industrial del país, pone en cuestionamiento el dominio del mismo por parte de la oligarquía, basada, más allá de los cambios de nombres y formas, en el control de la tierra y en mantener la estructura primaria exportadora. Cualquier desarrollo alternativo que no este ligado a los intereses del imperialismo, ya sea británico o estadounidense, es algo que esta clase social, buscará evitar por todos los medios a su alcance. Por este motivo, la lucha de clases se intensifica en la Argentina tras la llegada del peronismo al poder, movimiento que con sus limitaciones y su composición policlasista, desaloja a esa oligarquía del control del Estado, y abre y un espacio para buscar la ruptura de los lazos de dependencia, etapa previa e indispensable para cualquier intento de revolución social futura.

Pero la oligarquía no solo cuanta con sus propias fuerzas, sino que ha logrado penetrar en otras clases sociales, que han adoptado sus valores, objetivos, intereses, como propios, pero sin estar asentados sobre una base material similar a la de la clase dominante.

Un símil del concepto de hegemonía de Gramsci parece desprenderse de este análisis de Hernández Arregui, haciendo la salvedad que recién por esos años comenzaban a difundirse parte importante de los escritos de este gran teórico marxista italiano que tanta importancia tendría en los años posteriores y en el que la influencia y la lectura detenida de Lenin jugó un papel determinante.

Pero este abordaje del problema lo podemos encontrar ya en Karl Marx, que con claridad meridiana señalaba. La ideas de la clase dominante son las ideas dominantes de cada época; o dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante. La clase que tiene a su disposición los medios para la producción material disponen con ello, al mismo tiempo, de los medios para la producción espiritual, lo que hace que se le sometan, al propio tiempo, por término medio, las ideas de quienes carecen de los medios para producir espiritualmente.

Las ideas dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes, las mismas relaciones dominantes concebidas como ideas; por tanto, las relaciones que hacen de una determinada clase la clase dominante, son también las que confieren el papel dominante a sus ideas. Marx, Karl – Engels, Friedrich, La Ideología Alemana, Editorial Grijalbo, Barcelona, 1970.

El abordaje que hace Hernández Arregui sobre la universalización de los intereses de la oligarquía dominante a nivel local y de las grandes burguesías imperialistas refleja lo expresado por Marx en la cita anterior. El control del sistema educativo le ha permitido a esta clase permear sus ideas hacia otros sectores sociales. Lo que él va a denominar clases medias, pequeña burguesía, pequeños propietarios, y los partidos políticos que intentan representarlos, son parte, a veces de manera inconsciente, del manteniendo de los lazos de dependencia en Argentina.

Para Hernández Arregui, el instrumento de que se vale la oligarquía para conservar y difundir su pensamiento de clase es la pequeña burguesía, en su inmensa proporción de ascendencia inmigrante.

La clase media no tiene una política propia.

La entrada fija del pequeño burgués le da ideas fijas. En los países coloniales, un estado psicológico común a vastas capas intelectuales de la clase media, es su deseo de no informarse sobre la cuestión nacional. La ideología del intelectual de clase media es solidaria con la clase que paga sus servicios y de la que, en el orden cultural, en un mero agregado económico. Es el colchón amortiguador entre las dos clases verdaderamente revolucionarias, la burguesía y el proletariado.

Más allá de sus limitaciones de clase, que emergen de la base material sobre la que se asienta, claramente expresada aquí por el autor, la educación cumple un papel no menor en este proceso.

Hernández Arregui señala que la educación en la Argentina, bajo el control directo o indirecto de la oligarquía, es un vasto sistema comunicante que penetra en todos los alvéolos de la sociedad y tiende a la preservación de la cultura de la clase.

A esta presión, elástica y aisladora, ha sido sometida en nuestro país la clase media.

Es más, a través del control de los aparatos ideológicos por parte de la oligarquía, que recordemos es un entramado de relaciones sociales, millones de argentinos han aceptado – aún aceptan – esta imagen colonizada del país clisada por los grandes diarios de la oligarquía ganadera y cuya representación psíquica comenzó a esclerosarse en la escuela primaria.

Entre la clase alta que educa y las clases inferiores educadas, haya capas intermedias que sirven a esa clase. Maestros, periodistas, profesores.

Por eso, el sistema educativo de la oligarquía, junto con el desentendimiento de la ciencia, ha dirigido férreamente la enseñanza de la historia, del derecho, de la literatura, materias formativas por excelencia, a los fines de afirmar y (Hernández Arregui, Juan José; op. cit, pags, 77 -78 - Hernández Arregui, Juan José; op. cit, pag, 79 ) justificar antes las demás clases su dominio político y petrificar culturalmente su prestigio.

La imagen de una Argentina ganadera servida por una tecnología limitada convenía a las naciones extranjeras inversoras de capitales.

Pero no solo los sectores medios urbanos cumplen esta función imprescindible de apoyo a las oligarquías locales y a las burguesías imperialistas según el autor analizado.

Los pequeños y medianos propietarios rurales cumplen un papel similar, inclusive en ocasiones con una incidencia aún mayor. Al respecto dice; esta inmigración, sobre todo la que se afincó en la tierra, – chacareros, arrendatarios, medieros, comerciantes de las zona agrícolas – fue ideológicamente reaccionaria, no progresista.

La unión de la clase terrateniente con los colonos y propietarios medios, por las relaciones jurídicas de la propiedad territorial – como se ha dicho – mas que antagonismos ha creado situaciones solidarias de conjunto entre la oligarquía y la población inmigrante…..esa pequeña burguesía rural está ligamentada al sistema de producción agropecuaria, de cuyos beneficios participa como clase subordinada a costa de la deformación del país entero.

Como podemos apreciar, para Hernández Arregui, las clases dominantes locales han logrado constituir un bloque de apoyo a la dirección impresa por la misma a la política del país, subordinada por intereses materiales de las mismas, a las potencias imperiales. Y que dan lugar al bloque antinacional, en el que, algunos de sus integrantes no obtienen grandes beneficios de su participación en el mismo, en especial los de asentamiento urbano. Si bien no es tema de esta ponencia, orientada a detectar las bases de la dependencia en la Argentina para el pensamiento de Hernández Arregui, es importante señalar que para este pensador el esquema reseñado anteriormente no es estático y que aquellos sectores medios o pequeño burgueses, fundamentalmente aquellos cuyo origen es urbano, que dan apoyo a este bloque dependentistas, pueden variar su posición y pasar a formar parte junto al proletariado, única clase verdaderamente revolucionario, de un bloque que luche por el fin de los lazos de dependencia, primera etapa de cualquier revolución socialista (Hernández Arregui, Juan José; op. cit, pags 74 -75 12 Hernández Arregui, Juan José; op. cit, pags 67 -69).

La historia es dinámica y por ello las posiciones que adopten diversos sectores sociales no esta determinada de una vez y para siempre. Es mas, solo con la ruptura de la alianza de al menos parte de estos sectores pequeño burgueses con las oligarquías dominantes va a poder ponerse en marcha este proceso de liberación nacional, cuyo eje vertebrador, pero no único en esta etapa, ha de ser el proletariado.

Retomando a Lenin y en una crítica profunda a los partidos socialistas y comunista por su crítica a todo nacionalismo, Hernández Arregui señalaba que el teórico ruso puntualizaba que la negación de la nacionalidad en nombre del internacionalismo, con frecuencia implicaba la subordinación de una nación al nacionalismo de otra más poderosa. Y la defensa de la patria que pasa a segundo plano en determinadas condiciones es de principal importancia en otras.

La patria misma como categoría histórica varía con las épocas. Y la defensa de la patria que pasa a segundo plano en determinadas condiciones es de principal importancia en otras: “En mi opinión-escribe Lenin – el reconocimiento de la “defensa de la patria” en una guerra general está completamente de acuerdo con el marxismo”….Consideraba que por norma, toda guerra militar o económica contra el país opresor era justa…. V.I.Lenin ha establecido con precisión este punto en que el nacionalismo y el internacionalismo pueden y deben coincidir. Proceso para el cual debe darse una serie de condiciones; una de ellas, la conformación de una alianza social de base nacional, que pueda pujar con éxito con las oligarquías locales y los intereses imperialistas, que subordinan a las anteriores, pero que les garantizan su hegemonía local.

Breves Conclusiones:

Como hemos podido apreciar, el abordaje de Hernández Arregui al problema de la dependencia, abarca diversas facetas.

Por un lado el escenario internacional, pero no como algo estático, sino dinámico, en el que cada fase del mismo es histórica y como tal sujeta a cambios en el futuro. En el caso que lo compete, este escenario esta caracterizado por la emergencia de un imperialismo de nuevo cuño, ligado específicamente a una fase determinada del capitalismo y que hace que las bases sobre las que se asienta la dependencia no puedan ser plenamente comprendidas sin historizar las mismas (Hernández Arregui, Juan José; op. cit, pags 94 -97).

Si bien es cierto que desde la conquista castellana y europea de los territorios americanos se estableció una relación colonial y de dependencia entre estos territorios y los centros imperiales esto no implica un continum a lo largo de los siglos.

Este dominio imperial, si bien tiene sus raíces históricas en el pasado, como la toda concepción dialéctica supone, es radicalmente distinto al anterior. Un adecuado abordaje de este proceso es una de las claves para dar con la praxis necesaria para revertir esta situación. Pero como hemos visto el análisis de la dependencia, la relación imperio – colonia, no se agota en la dimensión internacional, pues esta necesita siempre de un correlato local.

Las diversas oligarquías locales, socios subordinados pero no menos importantes para la expansión del imperialismo, son parte de este entramado.

Asentadas en el control de los recursos ligados por lo general a la producción primaria, o como socios minoritarios en algunos emprendimientos industriales en manos de los grandes monopolios, las mismas necesitan obturar cualquier tipo de desarrollo capitalista independiente y se valen de diversas armas para ello.

El manejo de la educación, la prensa y los medios de comunicación masivos, cumplen un papel relevante al momento de explicar la hegemonía de esta clase social y el sometimiento a la misma de otros sectores sociales, en general representados por la pequeña burguesía, que le sirven de sustento.


Una oligarquía dominante que ha logrado crear una conciencia antinacional que ha penetrado en amplios sectores sociales, más allá de que los intereses materiales de estos no correspondan con la misma.

Este frente antinacional, en el que solo la oligarquía asociada de manera subordinada a los intereses imperialistas, solo da cuenta de los intereses materiales de las clases dominantes, que sin embargo ha logrado universalizar sus intereses. Pero al ser parte de un proceso histórico no es algo “natural” ni dado para siempre y como tal puede revertirse en determinados momentos de la historia.

Este anclaje local del imperialismo, estas fuerzas antinacionales tienen tres componentes básicos, en orden de jerarquía según el autor. Dejemos hablar al mismo cuando se pregunta, ¿cuáles son las fuerzas antinacionales?.

1) La oligarquía terrateniente que gravita sobre el poder por vías indirectas, como supervivencia de la Argentina agropecuaria en la industrial, hecho que se expresa, bajo la presión de los dos imperialismos, en el carácter proyanqui, pero contra
dictorio, de una política derivada del mayor peso de los Estados Unidos y de la decadencia británica como gran potencia mundial, de la presencia interna de una burguesía comercial dependiente del comercio de importación y exportación, vale decir, del imperialismo, particularmente norteamericano, y de un sector de la burguesía industrial que también entrelaza sus intereses a las compañías petroleras, etc, de nacionalidad extranjera.

2) Amplios sectores de la clase media en sus estratos superiores – profesionales, intelectuales, funcionarios de empresas extranjeras – adicionados en formas diversas al imperialismo y mentalmente disformados por el aparato educativo de la oligarquía, en particular por la Universidad.

3) Los restos de los partidos tradicionales, parte de la masa estudiantil, etc.

En esta descripción del denominado frente antinacional por el autor podemos apreciar la complejidad de su análisis. Un frente en que la oligarquía debe redefinirse de manera constante sin abandonar su principal fuente de acumulación y dominio. Los cambios que se procesan en el escenario internacional que obligan a la redefinición referida. Un sector de la burguesía industrial que forma parte de esta oligarquía y que reproduce, con los cambios pertinentes, la dependencia del país.

No todo “desarrollo” industrial encamina al país hacia la rotura de los lazos de dependencia, como podría suponerse de forma mecánica.

Y una burguesía comercial, también parte de esta oligarquía, que desde siempre fue un vehículo de penetración imperial. Tras esto los eslabones secundarios, pero no menos importantes para el mantenimiento de las dependencia en el país y sin los que a las oligarquías dominantes y las burguesías imperiales les sería mucho más dificultoso y costoso, lo que no quiere decir (Hernández Arregui, Juan José; op. cit, pags 344 -345) imposible, su dominio: sectores medios, intelectuales, estudiantes, partidos tradicionales en descomposición. Quizás su eslabón más débil y cuya ubicación podría ser objeto de cambios en las alianzas sociales correspondientes.

En un momento histórico como el que vivimos hacia fin de la primer década del siglo XXI, con los cambios acaecidos y los aún por acaecer en el escenario mundial, análisis como del J.J Hernández Arregui se hacen imprescindibles, no solo para comprender las diversas causas que han generado la dependencia, como vimos un complejo entramado de relaciones sociales, y de la dimensión histórica de las mismas, sino, quizás, para encontrar algunas claves para revertir esta situación
(Agencia Paco Urondo)

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