jueves, 10 de diciembre de 2009

Pinochet, por Emi Gareca

Capital Federal (Agencia Paco Urondo) Silvio Rodríguez escribió hace ya muchos años “Ojalá pase algo que te borre de pronto, una luz cegadora, un disparo de nieve...” Nadie nunca demostró su desprecio hacia otra persona con tanta belleza, con tanta bronca hecha poesía, con la impotencia y la tristeza devenida en verso para señalarlo y decirle “Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan…

” Ya las hojas no lo tocaran, la tierra no besará sus pasos, ya no podrás tocarlo ni en canciones, ya no tendremos que verlo tanto, no lo veremos siempre, ya nunca más. Se lo ha llevado la muerte, envuelto en la indignidad, porque fue un dictador genocida y torturador. Su golpe de estado del 11 de Septiembre de 1973 se recuerda como uno de los hechos más tristes de la historia chilena y latinoamericana. Ha muerto rodeado de acusaciones, sin honor, sin orgullo, escondiéndose como un cobarde.

Cuánta diferencia con el presidente Allende, quien no huyó ante su vil ataque, le hizo frente y prefirió morir de pie antes de caer arrodillado ante tan infame adversario, cuánta hombría, cuánta dignidad. La historia ya ha condenado a Pinochet al oscuro rincón de los traidores y asesinos. Ningún acto o conmemoración que lleven a cabo en su nombre sus seguidores podrá cambiar eso. “Ojalá que el deseo se vaya tras de ti, a tu viejo gobierno de difuntos y flores”.

El autor es Abogado (Agencia Paco Urondo)

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