Mar del Plata (Agencia Paco Urondo)
Indudablemente, el acto eleccionario de ayer domingo en Honduras (con aproximadamente 70% de abstención), permite determinar con absoluta claridad, cual es el tipo de “democracia” que defiende los Estados Unidos.
Cuando el usurpador Micheletti habla de defender a la democracia de Honduras de “doctrinas extrañas”, no está de más aclarar que se está refiriendo a aquellas doctrinas que no vienen procesadas desde el imperio del norte (y que por lo tanto, no están al servicio de sus intereses económicos), más concretamente, cuando habla de “doctrinas extrañas”, se está refiriendo a la doctrina bolivariana de Hugo Chaves, a la revolución ciudadana de Rafael Correa de Ecuador, o al estado plurinacional impulsado por Evo Morales en Bolivia, o a la existencia de la UNASUR o a la pertenencia de Honduras en el ALBA, etc.
Hablando claro, Micheletti entiende como “doctrinas extrañas a la hondureñidad”, al actual proceso de construcción de la Patria Grande soñado por San Martin, Bolívar, O’Higgins, Túpac Amaru, Túpac Katari, Artigas, Sandino, Morazán y otros grandes de nuestra América.
En cambio, la “doctrina de la hondureñidad” que defiende Micheletti, es la versión actualizada de la “Doctrina de seguridad Nacional” que los EEUU elaboraron y aplicaron durante los años sesenta y setenta, mediante la promoción e instalación de dictaduras militares en todo Latinoamérica (a través de la alta oficialidad formada en la Escuela de las Américas), dictaduras estas, que actuaron como fuerzas de ocupación de sus propios pueblos y territorios para poder aplicar impunemente, los planes económicos brutales, pergeñados en la famosa Escuela norteamericana de Chicago (Chicago’s Boy), no casualmente, el presidente constitucional Manuel Zelaya, fue sacado brutalmente y en paños menores de su domicilio presidencial y llevado a la base aérea norteamericana de Soto Cano (Palmerola) antes de entregarlo al cómplice del imperio: Oscar Arias.
Luego de esta maniobra golpista, el gobierno estadounidense, procedió a aplicar un doble juego en el que, mientras formalmente defendía a Manuel Zelaya como presidente constitucional de Honduras, por debajo de la mesa, desde el Departamento de Estado, se aplicaron tácticas dilatorias, con la complicidad del secretario General de la OEA Miguel Insulza y el premio nobel de la paz (en calidad de impostor), el presidente Oscar Arias de Costa Rica, con el fin de darle tiempo a la dictadura, para que pudiera implementar las elecciones fraudulentas del 29/11/09.
En los setenta, mientras las dictaduras del cono sur latinoamericano destruían sus economías, se endeudaban con el FMI o el Banco Mundial y hacían desaparecer las economías regionales y la infraestructura tecnológica, lo hacían en nombre de la defensa de “la Civilización Occidental y Cristiana” o en defensa de la “Patria, la Religión y la Propiedad Privada”
Cuando en realidad, la ejecución de este plan, permitió concretar el saqueo de las materias primas de Latinoamérica, destruir las industrias locales, la perdida de la propiedad de cientos de miles de pequeños productores en beneficio de la concentración del capital en manos de grandes multinacionales y cuyos antecedentes remotos, lo podemos encontrar en el ejército de Cipayos al servicio del colonialismo británico en la India y posteriormente o por ejemplo, durante la ocupación militar francesa en Argelia.
Los argentinos, conocemos (junto a muchos pueblos hermanos) lo que esta “democracia” instalada en Honduras por EEUU significa:
Libertad para elegir entre los candidatos que la dictadura (en representación del imperio) autoriza, mediante el armado de un menú de títeres elegibles y que se prestan para instalar un “circo” electoral de “fachada democrática”.
Asesinatos selectivos, para ir “purificando” el padrón de dirigentes de la resistencia y promoción mediática de dirigentes traidores (estos últimos, suelen robar contenidos de los discursos elaborados por los militantes del pueblo, para poder mimetizarse y confundir a la opinión pública).
Complicidad de la corporación mediática para legitimar al menú de traidores que garantizaran el saqueo en caso de resultar electos.
Tenaz campaña de difamación contra todos aquellos dirigentes honestos que no se presten al juego de legitimar una dictadura bajo fachada de democracia, estigmatización de dirigentes y militantes populares mediantes objetivos comunicacionales de desprestigio, (tales como acusación de corruptos, traidores a la patria o narcoterroristas)
Para cumplir este objetivo comunicacional, se concertarán agendas coincidentes entre los miembros de la corporación mediática (unificación del discurso de los distintos medios, que dan la sensación de provenir de una opinión pública generalizada).
Asesoramiento de las potencias del G7 más Israel, en técnicas de torturas y terrorismo de Estado.
Asesinatos de dirigentes populares, bajo la fachada de supuestos enfrentamientos con la fuerza pública (inexistentes)
Asesinatos de dirigentes y acusación falsa de que fue un ajuste de cuenta entre “sectores de la oposición”.
Posible implementación de la guerra de baja intensidad, consistente en autoatentados y asesinato de militantes de ambos bandos para crear las condiciones de la guerra contrarevolucionaria (que luego servirá de justificativo para perpetrar el secuestro masivo en altas horas de la madrugada, tortura y posterior asesinato de los militantes populares secuestrados)
Tareas de inteligencia por parte de las fuerzas armadas y de seguridad, infiltrando agentes encubiertos en las organizaciones del pueblo.
Táctica consistente en “plantar” pruebas falsas que permitan acusar y encarcelar a militantes populares, para “pruebas” basta un “botón”, el presidente “democrático” Álvaro Uribe.
Chantaje moral contra todos los grupos que se atreven a protestar contra la injusticia social: si se movilizan campesinos u obreros, el periodismo nunca le preguntara por que motivo protestan, por el contrario, le preguntaran a los conductores de los vehículos demorados, “que opinan del corte de calles” y si paran los maestros, igualmente, no dialogaran con ellos, sino que le preguntaran a los padres de alumnos, “si le parece bien, que sus hijos no puedan asistir a clase” porque los maestros están en huelga.
Frente a este tétrico escenario, el pueblo hondureño deberá estar preparado para:
Desconfiar de todos los candidatos a cargos electivos que aparecen con bastante frecuencia invitados en programas televisivos de opinión (la oligarquía los está promocionando)
Aunque no se esté en periodo electoral, desconfiar de aquellas personas que empiezan a ser invitadas de manera asidua a programas de opinión, los medios simplemente, están fabricando una “imagen” de estos futuros candidatos, imagen que no tiene absolutamente nada que ver con lo que son sus personalidades reales, el pueblo debe saber que existen “consultoras de imagen” que asesoran a estos “comodines” sobre lo que deben decir en público, como deben vestirse, a que lugares concurrir, como presentarse y que temas deben tratar. Generalmente, en estos casos, el pueblo se da cuenta de quién es realmente el candidato, cuando ya es demasiado tarde y desde el gobierno hizo todo al revés de lo que dijo que iba a hacer.
Desconfiar de todos aquellos invitados por los medios de comunicación, que opinan en calidad de “expertos” o “especialistas”, ya sean “economistas”, “constitucionalistas”, “analistas internacionales”, etc., generalmente son buhoneros (vendedores ambulantes) que “venden” ideas neoliberales y que cobran por decir lo que dicen.
Desconfiar de todos aquellos medios que sospechosamente, insisten en presentarse como “periodismo independiente”, en realidad, es “periodismo empresario” al servicio de los grandes grupos económicos multinacionales (generalmente, orgánicamente asociados a estos).
El pueblo no debe acostumbrarse a convivir con el asesinato de dirigentes populares como si fuera algo “normal”, por el contrario, debe salir masivamente a repudiar tales hechos.
Cuando un dirigente estadounidense o europeo habla en nombre de “la comunidad internacional”, el pueblo hondureño debe entender, de que en realidad habla en nombre de los “cuatro vivos” que pretenden defender el Statu Quo y seguir saqueando al tercer mundo, jamás los medios le preguntaran a los presidentes de los países del Magreb o del África Subsahariana “que opina la comunidad internacional”, ni siquiera le preguntaran “que opina”
Se debe desconfiar absolutamente, de las campañas de difamación contra determinados dirigentes opositores, por ejemplo, en Chile, un corrupto como el dictador Augusto Pinochet, que robó a manos llenas y estuvo implicado en lavado de dinero, acusaba a Salvador Allende de corrupto, traidor y ladrón, la difamación sistemática es la única arma ideológica efectiva que tienen los vende patria, generalmente, la víctima no tiene chances de desmentir la mentira, ya que los medios son cómplices de esta realidad “virtual” inventada para confundir a la opinión pública.
No debemos olvidar que la CIA elaboró manuales de “acción sicológica” y los dictadores latinoamericanos se capacitaron y fotocopiaron estos manuales y lo aplicaron (y aplican) mediante la contratación de sicólogos y psiquiatras que elaboran dichas estrategias comunicacionales.
Préstele mucha atención a aquellos dirigentes populares que a través de los medios son “demonizados”, “criminalizados” o presentados como “impresentables”, muy probablemente en ellos exista una reserva de patriotismo, moral y un anhelo de justicia social, a los que la elite económica pretende destruir, por miedo a que su accionar amenace la hegemonía del poder oligárquico imperial.
Échele el ojo, a los funcionarios que frecuentan seguido la Embajada (y sus cachorras europeas), nada es casual en este mundo.
Si grupos de trabajadores (manuales o de cuello blanco) protestan, no le crea nada de lo que informan los medios de comunicación, simplemente pretenderán descalificar dichas reivindicaciones (que nunca serán publicadas o a lo sumo, serán distorsionadas)
Si de golpe, por ejemplo, a una figura tipo “madre Teresa de Calcuta”, de la noche a la mañana, los medios la quieren presentar como una “figura que actúa movida por su egocentrismo personal” o empiezan a opinar que es “autoritaria/o con sus subordinados”, o que es “una persona muy rica” (porque controla las finanzas de la orden que preside) simplemente, está siendo víctima de una operación de prensa, para ser descalificada(o) ante la opinión pública (o sea, el pueblo)
Este alerta de los que vienen con chismes descalificativos dirigidos contra miembros de la dirigencia de la resistencia popular, posiblemente usted (o ambos) pueden ser víctimas de una operación de desinformación por parte del enemigo.
(Agencia Paco Urondo)
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