Capital Federal (Agencia Paco Urondo) El sistema bancario argentino presenta distintas características que fue adquiriendo particularmente a partir de la reforma financiera introducida por Martínez de Hoz en 1977 en plena dictadura militar, entre ellas podemos destacar la privatización del sistema bancario y la concentración tanto en términos de la cantidad de bancos existentes como en la localización regional.
En este sentido, en las últimas décadas los grandes perdedores fueron los bancos públicos y las pequeñas y medianas entidades financieras a favor de los grandes bancos privados que casi monopolizaron el sistema financiera nacional. Sin embargo, una tercera característica importante que adquirió el sistema bancario argentino fue su fuerte proceso de extranjerización. En efecto, los bancos extranjeros en los últimos años verificaron un aumento considerable en la economía argentina. Este proceso que se inició a mediados de la década del setenta se profundizó con el modelo de Convertibilidad en los años noventa.
Mientras que los depósitos de los banco extranjeros pasaron de representar del 17,0% de los depósitos totales en diciembre de 1990 al 52,4% en diciembre de 2001, los créditos de los mismos se incrementaron del 5,0% al 49,3% durante el mismo período. Entre las causas que promovieron la fuerte extranjerización del sistema bancario argentino podemos mencionar en primer lugar las facilidades que se otorgaron durante este período para la constitución de “conglomerados financieros” alrededor de los bancos internacionales, como por ejemplo, fondos de pensión, fondos mutuos y compañías de seguro.
A esto debemos sumarle el proceso de desregulación del sistema financiero que se llevó a cabo durante la década del noventa junto al mayor acceso al financiamiento internacional que se verificó durante estos años. En efecto, las autoridades monetarias eliminaron las funciones de prestamistas de ultima instancia y estimularon la inversión extranjera directa en el sistema bancario con el objetivo de trasladar la función de prestamista de ultima instancia a las casas matrices de los bancos extranjeros. Es decir, se esperaba que las casas centrales de los bancos internacionales respondieran ante un incumplimiento de las obligaciones de las filiales locales para evitar la perdida de reputación de la entidad financiera.
Asimismo, se eliminó el régimen de seguro de deposito reemplazándolo por la imagen de solvencia de la banca internacional para lograr la confianza de los ahorristas. En otras palabras, se estimuló la extranjerización del sistema bancario por parte de las autoridades monetarias argentinas con la idea de lograr una mayor estabilidad del sistema financiero en su conjunto a partir de la contribución de los bancos extranjeros. Por tal motivo, durante el modelo de Convertibilidad se aplicaron regulaciones permisivas con el objetivo de lograr incrementar el ingreso de nuevos bancos extranjeros a la economía argentina, por la vía de la instalación de nuevas entidades o la adquisición de bancos ya existente. Por ejemplo, en algunos casos se financió con fondos del sector público, mediante el Fondo Fiduciario de Capitalización Bancaria, la compra de bancos locales por parte de entidades financieras extranjeras.
La extranjerización del sistema bancario tuvo algunas consecuencias favorables para el sistema financiero argentino. Entre ellas podemos destacar que gracias a la contribución de los bancos extranjeros se produjo un aumento en los volúmenes intermediados, es decir, se verificó una importante expansión de los activos financieros en pesos y dólares como proporción del Producto Bruto Interno. Asimismo, se incrementó la utilización de los servicios bancarios por parte de la población. Por otro lado, se produjo una mejora sustancial en la infraestructura física y tecnológica del sistema bancario argentino como importantes avances en la funcionalidad y seguridad del sistema de pagos.
Sin embargo, y a pesar de lo esperado por las autoridades monetarias, el aumento de los bancos extranjeros no eliminó, y en algunos casos los acentuó, los problemas en el funcionamiento del mercado financiero argentino. En primer lugar, el sistema bancario argentino siguió experimentando una elevada vulnerabilidad debido a la gran dependencia de los volátiles flujos de capitales internacionales. En segundo lugar, se acentuó la fragilidad del sistema financiero, debido a que la inexistencia de las funciones de prestamista de última instancia no fue reemplazado por el respaldo de las casas centrales a sus subsidiarias locales. En tercer lugar, la existencia creciente de bancos extranjeros no generó una reducción de la tasa de interés local. Por el contrario, el costo de crédito local para el sector privado era superior a la rentabilidad media de las firmas. Incluso a partir de la ultima crisis del modelo de Convertibilidad iniciada a mediados de 1998 las altas tasas de interés reales provocaron un incremento en la morosidad e incobrabilidad de las deudas bancarias que generó el quiebre de una gran cantidad de pequeñas y medianas empresas.
En cuarto lugar, se profundizó la segmentación del mercado de crédito debido a la creciente concentración de los préstamos bancarios hacia las grandes empresas extranjeras y locales, lo cual provocó una reducción significativa de los créditos hacia las pequeñas y medianas empresas. Asimismo también se verificó un importante racionamiento del crédito para las economías regionales. Por su parte, los sectores no transables recibieron la mayor parte del crédito bancario en desmedro de las actividades transables; respondiendo de esta manera a la estructura de precios verificada durante este período. El colapso bancario que se produjo con el fin del modelo de Convertibilidad fue la mejor demostración de las debilidades del sistema bancario argentino que se profundizaron con la expansión de los bancos extranjeros durante la década del noventa.
Incluso el comportamiento de las actividades financieras extranjeras durante la crisis bancaria de 2001 contribuyó a profundizar los problemas del sistema financiero argentino colaborando al agravamiento de la crisis económica y social. En efecto, los banco internacionales durante la crisis final del régimen convertible comenzaron a remitir beneficios de manera anticipada y a cancelar líneas de créditos del exterior. De esta forma, en lugar de actuar las casas matrices como prestamistas de ultima instancia de las filiales locales como esperaban las autoridades monetarias, los bancos extranjeros ante el evidente colapso del modelo de Convertibilidad tuvieron un comportamiento exactamente opuesto. Además una vez desatada la crisis bancaria algunas instituciones financieras internacionales optaron por abandonar la economía argentina sin preocuparse por el destino de sus clientes.
Por lo tanto la presencia de bancos extranjeros resulto ineficaz para superar la reducción de la liquidez internacional durante la crisis del régimen de Convertibilidad. Pero además durante la crisis el Banco Central de la República Argentina otorgó a los bancos extranjeros una gran cantidad de volúmenes de asistencia. De esta manera, la extranjerización del sistema bancario incrementó la volatilidad en las variables financieras y redujo la capacidad para superar los shocks externos, lo cual condujo a un aumento en la fragilidad del sistema financiero argentino. En definitiva, la mayor presencia de bancos extranjeros sumado a la fuerte concentración bancaria y al retroceso de los bancos públicos que se produjo a partir de mediados de la década del setenta y que se profundizó en los años noventa son uno de los grandes obstáculos que atraviesa la economía argentina para profundizar el nuevo modelo de desarrollo iniciado a partir de 2003.
Es decir, el modelo de valorización productiva que condujo a un proceso de reindustrialización y a la generación de puestos de trabajo necesita una nueva ley de entidades financiera. En otras palabras, la economía argentina requiere la mayor participación de la banca pública y de los pequeños y medianos bancos de origen nacional que permitan los siguientes objetivos:
a) Profundizar el proceso de reindustrialización a partir de privilegiar los créditos productivos en lugar de los prestamos al consumo o para la especulación financiera.
b) Aumentar la competencia otorgándole mayor cantidad de créditos a las pequeñas y medianas empresas, rompiendo de esta forma con la concentración económica que caracteriza a la economía argentina.
c) Aumentar la nacionalización de la economía a partir de beneficiar con créditos más barato a las empresas de origen nacional.
d) Estimular a las economía regionales a partir de la desconcentración territorial del sistema bancario.
e) Colaborar con la distribución del ingreso otorgándole crédito a las cooperativas de trabajo y con los préstamos para la vivienda a una reducida tasa de interés.
Por lo tanto, la discusión sobre la nueva ley de entidades financiera no debe pasar sólamente por cobrarle impuesto a la renta financiera. La tarea debe ser la reconstrucción del sistema bancario que permita al Estado realizar nuevamente una importante política crediticia a partir de poder direccionar el crédito y, por lo tanto, el ahorro nacional, para profundizar de esta manera el modelo de valorización productiva con inclusión social.
El autor es economista del Grupo de Estudio de Economía Nacional y Popular (GEENaP) www.geenap.com.ar (Agencia Paco Urondo)
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