martes, 10 de noviembre de 2009

25 años del CEMIDA, por Marcelo Speranza

Capital Federal (Agencia Paco Urondo) Una bomba saludó la creación de la organización que nuclea a militares patriotas, democráticos y luchadores por la vida, el 15 de noviembre de 1984.

Duro. Fue duro aguantar que las lágrimas no afloraran. Sobre todo cuando el cronista tuvo por un corto tiempo condición militar, un joven cadete del Liceo Militar General San Martín, imbuido del ideario sanmartiniano y belgraniano. Y luego, a los 16 años, militante del peronismo, visceralmente antidictatorial. Pasaron muchos años desde aquel 1974 cuando inició su actividad política. Y ellos, los valientes del Centro de Militares para la Democracia (CEMIDA) estaban allí, y otros, civiles de distintos estamentos sociales e identidades políticas, estábamos para agradecerles tanto coraje y coherencia. Otros muchos no estaban, pero hubieran querido estar presentes: decenas de organizaciones sindicales, de derechos humanos, sociales, del país, del continente y del mundo.

Ellos, los hombres y mujeres del CEMIDA no transigieron con la ilegalidad, no pactaron con el orden de muerte impuesto por la camarilla que diseñó el dispositivo represivo según el modelo colonialista francés en Indochina y Argelia, la organización de áreas, zonas y subzonas. Verlo después de tantos años al general Jorge Leal, primer presidente del entidad, un ícono de la lucha por la soberanía antártica argentina junto al recordado general Pujato. Escuchar desde la tribuna las palabras firmes del notable periodista Rogelio “Pajarito” García Lupo y el gran Osvaldo Bayer. Oír exponer a la Dra. Mirta Mantaras, una verdadera experta en análisis del esquema represivo, que aprendió, según sus palabras, a conocer el microuniverso de las cadenas de mandos, órdenes y demás mecanismos del aceitado engranaje de la matanza sistematizada, gracias a los militares del CEMIDA, no era un encuentro más. ERA EL HOMENAJE. Ausente con aviso, Nora Cortiñas, presidente de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, por fallecimiento de un familiar.

El coronel Horacio Ballester, por la institución convocante, que al principio del acto se lo notó desenvuelto, apenas podía hablar hacia el final por la emoción que lo embargaba. En el panel también estaba la prestigiosa intelectual Elsa Bruzzone, especialista en geopolítica, defensa nacional y recursos naturales, asesora del CEMIDA. Estaba allí el hijo del mayor Alberte, como él, de nombre Bernardo. Bernardo Alberte, ex delegado personal de Juan Domingo Perón en el exilio, edecán del presidente Perón durante el primer gobierno. Un hombre leal, intrépido, valeroso, primer muerto por la sangrienta dictadura del 76. Arrojado por un grupo de tareas desde el 6º piso de su departamento en Av. Del Libertador horas antes de que los usurpadores de la Junta de Asesinos en Jefe dieran el golpe de Estado, pagó con su vida la defensa de los principios políticos y éticos con los que supo ser coherente en prisión o en libertad.

También algunos de los miembros del grupo “Los 33 Orientales”, oficiales que se opusieron al genocidio de la Junta de Usurpadores y fueron castigados con el apartamiento, el olvido, persecución y la difamación. Nadie del Ejército en representación de la fuerza se encontraba presente. Ni una adhesión llegó del Ministerio de Defensa. ¿Sabe la Ministro de Defensa, Dra. Garré que el CEMIDA existe, que está vivito y sigue marchando por los caminos de la Patria Grande? Nada menos que 25 años de vida cumplió, abriendo un sendero de luz y paz entre tantos infames traidores a la Nación y a su pueblo. La celebración se realizó en la Sala Raúl González Tuñon del Centro Cultural de la Cooperación, el pasado miércoles 4 de noviembre.

Un poco de historia del CEMIDA

En 1984, un grupo de militares retirados, hastiados, avergonzados con conducta de algunas pandillas de delicuentes que habían deshonrado con sus acciones al Ejército Argentino, decidieron crear el Centro de Militares para la Democracia Argentina (CEMIDA). Sus objetivos: Apoyar, fortalecer y propiciar la continuación del esfuerzo de institucionalización en la República, con la certeza de que la democracia constituye el único medio para lograr la profundización de la liberación argentina y latinoamericana; hacer conocer a la opinión pública y en particular a los oficiales de las Fuerzas Armadas, la existencia de un pensamiento militar genuinamente constitucionalista ; según las más puras tradiciones sanmartinianas y propiciar toda acción destinada a recuperar para la Nación Argentina, a las fuerzas armadas con sentido nacional y continental, creadas al calor de las luchas por la independencia y subordinadas a la voluntad soberana de su pueblo.

“En ese camino” -dicen los hombres del CEMIDA- “sufrimos todo tipo de persecuciones institucionales y personales, se nos difamó, se insinuó que estábamos subvencionados por el gobierno y luego, por un movimiento comunista internacional, nuestros directivos sufrieron privaciones de su libertad, increíbles juicios militares, afrentosos “Tribunales de Honor”, amenazas y atentados personales y familiares, colocación de una bomba en la sede de la institución, y otros tipos de agresiones, tedioso de enumerar”. Pese a ello, muchos militares e integrantes de las Fuerzas de Seguridad, se acercaron al CEMIDA, siendo respetados y consultados por sectores populares, y sus representantes, así como por periodistas y estudiosos extranjeros. Claramente, la organización contribuyó a que la opinión pública respaldara los juicios a integrantes de las Fuerzas Armadas comprometidos en las violaciones de los Derechos Humanos, y sus respectivas condenas.

Esta actitud de los militares democráticos permitió que no se confundiera a delincuentes individuales con las instituciones que ellos integraron, y ése fue el servicio más importante que prestó a la Nación el CEMIDA, que aún espera ser reconocido por instituciones armadas. En la actualidad la principal actividad de la organización (además de continuar con el dictado de charlas, conferencias, participación en seminarios, mesas redondas, etc.), es concurrir como testigos, peritos, o asesores en los Juicios por Violaciones de los Derechos Humanos que se realizan en Argentina, Italia, España, Francia, Haití, El Salvador, Perú, Guatemala y Estados Unidos. En el orden nacional participaron en los juicios realizados en las ciudades de Rosario (Santa Fe), Bahía Blanca, Neuquén, Corrientes, San Martín (Provincia de Buenos Aires), Santa Fe y varios en Capital Federal. (Agencia Paco Urondo)

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