miércoles, 11 de noviembre de 2009

El frente del subdesarrollo y el movimiento nacional, por Federico Bernal

Capital Federal (Agencia Paco Urondo, publicado en diario BAE) Preocupante y valiosa como pocas, la portada del sábado 31. El neoliberalismo en la Argentina avanza y se consolida. Que el “Torito” Alfredo haya sido mediáticamente castrado o que Eduardo Buzzi haya pasado de ser “¿el nuevo sex symbol argentino?” (diario Perfil, 24/7/2008) a un simple dirigente gremial no son indicativos de ningún repliegue sino de todo lo contrario. Se está operando una reestructuración de la estrategia que más y mejores resultados dio al modelo agroexportador: frente antinacional con dirigentes capaces, fieles y consecuentes. Nada de advenedizos. En efecto, el país que tan magistralmente describió Grondona en su último libro se ha puesto de pie. A propósito, bien vale la pena transcribir las palabras de quien mejor personifica el programa neoliberal en la Argentina del Bicentenario: “[…] Durante el milagro argentino (1880-1930), la Argentina fue culturalmente francesa, alemana en su ejército, inglesa en su marina, demográficamente española e italiana, y nuevamente inglesa en su estilo, en el campo y en el comercio, así como victoriana en sus valores éticos y romana en su tradición religiosa. Europa en América” (El poskirchnerismo, Sudamericana, 2009). Refinada y mayúscula expresión del estado de Buenos Aires que no ha muerto todavía. ¡Qué envidiable capacidad de síntesis y lucidez política! Pues bien, el frente político-partidario que tan bien compendió La Nación en su portada del sábado 31 iza la bandera del país de Grondona. Para quienes han perdido el poder político en diciembre de 2001; para quienes han comenzado a perder el poder económico desde 2003, aunque drásticamente desde 2008, perder en 2011 no es una opción. ¿Cuánto tiempo más soportarán convivir con –al decir de Biolcati en IDEA– un “gobierno que se está quedando con la rentabilidad nuestra, con la de ustedes [participantes del coloquio] y con la de las empresas”. No permitieron la continuidad de Yrigoyen, de Perón, Frondizi e Illia; harán lo imposible para truncar la Argentina kirchnerista.

La amenaza a la continuidad y profundización del modelo productivista y redistributivo es manifiesta. Los representantes de la Argentina granero del mundo se han despabilado. ¿Qué hacer entonces? ¿Cómo responder? En primer lugar, debemos colocarnos a la altura de las circunstancias. En segundo lugar, aprender de la gran lección neoliberal: unidad y más unidad. Sea lo que sea, se debe actuar sin más demoras. Contra el frente del subdesarrollo, la urgente conformación de un gran frente nacional y popular que reúna a los sectores y clases sociales oprimidos y excluidos por casi medio siglo de brutal neoliberalismo. Un frente que paralelamente busque y logre los consensos que permitan la incorporación de la mayor cantidad de partidos políticos y agrupaciones sociales no identificados con el país de Grondona. A los indecisos que no han resuelto aún de qué lado ponerse vaya la siguiente frase del emblemático columnista de La Nación, extraída del libro antes citado. Aludiendo al país ideal en el que le gustaría vivir, el comando civil en funciones anhela que las fuerzas armadas vuelvan a ser “como lo habían sido entre 1853 y 1930, un vigoroso sostén de su dignidad externa, ni dominantes ni subyugadas, ni arrogantes ni discriminadas, para que nuestro país vuelva a ser una sociedad bien ordenada también en esta materia, lejos ya de los excesos (sic) del período 1930-1983”. Sin comentarios.

Para impedir el retorno a esa Argentina, un frente nacional como respuesta al frente antinacional. A la contraofensiva mediática y cultural de la Argentina del eje Rosario-Córdoba, la consolidación de las muchas expresiones espontáneas de la intelectualidad popular argentina como son FARO de la Comunicación y Carta Abierta; a la Argentina agroexportadora de 1880-1930 y la que sobrevino después (la de los “excesos” de sus fuerzas armadas), una Argentina democrática y popular, esto es, una que en el año de su Bicentenario defina y comience a ejecutar la versión actualizada del Plan de Operaciones de Mariano Moreno y Manuel Belgrano, escoltada además por unas fuerzas armadas genuinamente sanmartinianas. En suma, una Argentina que piense y obre su desarrollo en función de sus riquezas naturales y humanas, internas y regionales, porque a diferencia de otras épocas de bonanza nacional y popular, no habrá guerra mundial que nos permita acumular más capital. Porque por más normalización que alcancemos con el FMI, los volúmenes de capital requeridos para salir del eterno atolladero del subdesarrollo no habrán de arribar. El capital está adentro, no sólo en la Argentina sino también en la Unasur. La continuidad de las retenciones a las exportaciones de granos y subproductos agrarios, la creciente participación estatal en el sector, la estatización de las AFJP y la nacionalización del fútbol, coronadas todas por la promulgación de una nueva ley de medios de la democracia comienzan a quitar a zarpazos los enormes excedentes y recursos que históricamente estuvieron en poder de una minoría elitista. Ahí está el capital. La nación del eje Buenos Aires-La Quiaca-Ushuaia (como expresión geopolítica de un país para 40 millones de habitantes) comienza a ser beneficiada. No es la hora ni el momento de bajar la guardia. La gran batalla de las nacionalizaciones y las democratizaciones pendientes deberá profundizarse. Las banderas del 17 de octubre que con tanto esfuerzo y sacrificio diariamente arrimamos más y más a la cima del mástil, no podrán ser arriadas ni un centímetro, sino sólo impulsadas hacia adelante. Perder en 2011 tampoco es una opción para el movimiento nacional.

El autor es Director del Centro Latinoamericano de Investigaciones Científicas y Técnicas (Clicet) (Agencia Paco Urondo)

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