Capital Federal Upublicado en Página 12 el domingo 14/2/10 (Agencia Paco Urondo) “Las condiciones del mundo y el salario alto con el que quedó la Argentina me llevan a esperar un dólar nominal mucho más alto, de entre $ 4,30 y $ 4,40 a finales del año que viene.” Miguel Broda, 28/12/08
“Sin duda, antes de las elecciones se va a evitar un movimiento brusco, pero a fin de año el Gobierno se va a ver obligado a hacer un ajuste fiscal y una devaluación, que no superará, a mi juicio, los $ 4,50 y $ 5.” José Luis Espert, 6/5/09.
Como todos saben, el dólar terminó 2009 con una cotización de $ 3,83. Por lo tanto el margen de error de estos economistas tan consultados por empresas y habitualmente requeridos por los medios es muy significativo (recordar cuando el mismo Broda pronosticó un dólar a $ 10 en 2002). Estos son dos casos de entre muchos que se podría haber escogido. Por qué, entonces, permanece la zoncera de seguir apreciando sus opiniones a pesar de equivocaciones tan groseras. Y algo un poco más profundo aún sería plantearse en qué se basan para formular tales aseveraciones.
A esta altura, no tiene demasiado sentido discutir las teorías económicas que sostienen que los agentes son racionales y que por lo tanto toman las mejores decisiones. De cualquier modo resulta interesante repasar de qué se trata: según la teoría económica, el agente económico conoce cómo funcionan los mercados, tiene toda la información necesaria y es maximizador de bienestar. De esa manera se supone que toma la mejor decisión, aquella que optimiza su beneficio.
Por otra parte, se sabe que en realidad la mayoría no conoce cómo funcionan los mercados, mucho menos los modelos económicos, además de no manejar toda la información necesaria. Por lo tanto, estos modelos resultan muy útiles para predecir cómo se comportará la economía, pero sólo para los teóricos, no para el común de la gente. Y son estos teóricos o gurúes quienes supuestamente dicen qué es lo que va a acontecer.
Entonces la mayor parte de la gente se basa en la información que recibe de los especialistas en temas económicos (los llamados gurúes), a quienes escuchan a diario haciendo predicciones. La “profecía autocumplida” se basa en que si todos piensan que algo va a pasar (aunque no estén dadas todas la condiciones para que suceda), va a ocurrir. Si todos dicen que un banco está con problemas, la mayoría retirará sus ahorros y esa entidad indefectiblemente verá comprometida su liquidez.
¿Cómo se relaciona todo esto con la Argentina de estos días? Se vive con un bombardeo cotidiano de pronósticos de desastre económico. La mayoría de los medios de difusión viene pronosticando la hecatombe desde hace mucho: inflación que se desboca, dólar alto, default, etc. Al mismo tiempo, las mediciones con respecto a la imagen del Gobierno indican que la mayor parte de la población no confía en el mismo. Entonces, si no se confía en quienes conducen el destino del país, si no se adhiere al agente racional del que hablábamos y si se cree que el dólar se va a ir a las nubes o que la inflación es insostenible, ¿por qué no ocurre todo esto?
La explicación más razonable que aparece es que tanto esos medios como los gurúes tampoco gozan de confianza, sobre todo porque lo suyo no se basa en cuestiones técnicas o trabajos serios, sino que responden a determinados intereses. Mientras no paguen ningún costo por sus groseros errores continuarán con sus pronósticos para satisfacer a los grupos a los que responden, tratando de instalar esas zonceras.
* Profesores de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (Agencia Paco Urondo)
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