Londres, Reino Unido (Agencia Paco Urondo, publicado en La Nación, por Graciela Iglesias) En Londres admiten preocupación por el respaldo que obtuvo la Argentina en América Latina.
El apoyo latinoamericano a la posición argentina en la disputa por la exploración de petróleo en torno a las islas Malvinas no tomó al Foreign Office de sorpresa, como aseguró ayer el viceministro de Relaciones Exteriores, Chris Bryant, pero no caben dudas de que causó consternación en el gobierno británico.
La inquietud quedó en evidencia cuando Downing Street convocó a la prensa británica para expresar su reacción de inmediato y -lo que es sumamente inusual tratándose de un vocero del primer ministro- también on the record a la noticia de que el canciller argentino, Jorge Taiana, se aprestaba a hacer valer el respaldo recibido de los 32 países del Grupo de Río durante una reunión prevista con el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon.
"Es totalmente una cuestión de los argentinos si quieren ir a las Naciones Unidas -sostuvo Simon Lewis, uno de los portavoces de Gordon Brown-. Nosotros seguimos respaldando el derecho de los isleños de desarrollar su sector de hidrocarburos. Su actividad comercial es totalmente compatible con buenas relaciones con el gobierno argentino."
Su declaración fue realizada en el contexto de una extensa cobertura del tema (tapa y dos páginas interiores) realizada por The Times, cuya jefa de la sección Exterior, Bronwen Maddox, advertía que "Gran Bretaña puede encontrar difícil la defensa de su reclamo de las Falklands (Malvinas)" si una resolución destinada a sancionar a Gran Bretaña es discutida en la asamblea general de la ONU.
"Hay dos razones por las cuales Gran Bretaña puede encontrar su argumento difícil de defender si los dos países, ridículamente, rehúsan aceptar que el negocio del petróleo puede ser de interés mutuo, y si la Argentina realmente presiona sobre la cuestión -estimó Maddox-. La primera es que Chile, y el resto de América latina, está esta vez del lado de la Argentina. En 1982, Chile apoyó a Gran Bretaña, un favor del general Pinochet que a Margaret Thatcher no le pasó desapercibido. La segunda es que el clima diplomático ha virado en forma tan dramática en contra de los dominios coloniales que es fácil mostrar a las Falklands como una vieja anomalía."
Horas más tarde, las ediciones online de los periódicos británicos, así como las cadenas de radio y TV, se hacían eco de este análisis, al tiempo que transmitían declaraciones del presidente brasileño, Luiz Lula da Silva, críticas de la ONU por no haber avanzado en el tema de la soberanía a favor de la Argentina porque "Gran Bretaña tiene un asiento en el Consejo de Seguridad".
Los británicos saben que Brasil aspira desde hace tiempo a ocupar un asiento permanente en el Consejo de Seguridad, pero no suponían que esa ambición podría ser a sus expensas. El giro de Lula tomó desprevenido a Brown. No sólo porque el líder laborista lo creía un aliado ideológico, sino porque durante una visita a San Pablo, en marzo, Brown había adelantado el respaldo británico a la candidatura brasileña en el proceso de reforma de la más alta instancia de la ONU. (Agencia Paco Urondo)
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