Capital Federal (Agencia Paco Urondo, publicado en Cash, suplemento económico de Página 12) Existe la creencia generalizada de que la función principal y casi excluyente de los economistas heterodoxos es oponerse a la visión neoliberal y que, por lo tanto, propugnar por un Estado intervencionista, por la integración latinoamericana, el proteccionismo, el aumento de salario para los trabajadores y el fortalecimiento del mercado interno debe ser la misión principal de dichos economistas.
En este sentido, los economistas heterodoxos están convencidos de que lo peor del “vendaval” neoliberal fueron sus políticas económicas y sus nefastas consecuencias económicas y sociales.
Las políticas aplicadas a partir de mediados de la década del setenta y profundizadas en los distintos gobiernos democráticos posteriores hasta el 2003 se caracterizaron por la apertura comercial, la desregulación de los mercados, el programa de privatizaciones y la flexibilización laboral. Las consecuencias del modelo rentístico-financiero-neoliberal son bien conocidas: fuerte proceso de desindustrialización, primarización de la economía argentina, crecimiento de la deuda externa y la fuga de capitales, vulnerabilidad económica frente al sistema financiero internacional, la concentración económica como resultado del quiebre y desaparición de una gran cantidad de pequeñas y medianas empresas y el aumento de la exclusión social a partir del incremento de la desocupación, la subocupación, el trabajo no registrado, la pobreza y la indigencia y la desigualdad social.
En otras palabras, la aplicación del paradigma monetarista-neoliberal impulsado por los organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional en representación de los países centrales y de los sectores dominantes internos implicó para la Argentina una pauperización económica y social.
En este contexto, los economistas heterodoxos se oponen a la concepción monetarista de la economía y desarrollan una disputa intelectual con los economistas ortodoxos acerca de la necesidad de la intervención del Estado para la aplicación de distintas políticas públicas para incentivar el desarrollo económico y social.
Es decir, según los economistas heterodoxos, las funciones más importantes son básicamente dos. Por un lado, la disputa académica a partir de la participación en jornadas, seminarios y congresos, la publicación de distintos artículos en revistas especializadas y la ocupación de funciones en diferentes cátedras de la universidad. Por otro lado, la ocupación de cargos estratégicos en el sector público para así de esta manera influenciar en la aplicación de las políticas públicas para poder revertir los efectos del neoliberalismo en nuestro país.
La primera función la desarrollaron a partir de la misma aplicación del modelo neoliberal. Pero con la llegada del kirchnerismo y la instauración de un nuevo modelo de desarrollo de valorización productiva a partir del proceso de reindustrialización con inclusión social, gran parte de estos economistas heterodoxos pudo efectivamente acceder a distintos puestos en la administración pública.
En efecto, con la asunción de Néstor Kirchner a la presidencia en mayo de 2003 se empezó a aplicar buena parte de las políticas recomendadas por la heterodoxia. Esta coincidencia ideológica permitió la llegada al Estado de los economistas que se opusieron intelectual y académicamente en las décadas anteriores a la aplicación del paradigma neoliberal.
Este nuevo modelo de desarrollo estructurado a partir de la intervención del Estado en distintas áreas permitió el inicio de la reconstrucción económica y social de la Argentina, a partir de la recomposición del aporte manufacturero, la reducción de la deuda externa, la disminución del desempleo y subempleo y la baja en la pobreza y la indigencia.
Sin embargo, luego de haber transcurrido seis años y acercándose las próximas elecciones presidenciables en 2011, se percibe una sensación de fragilidad del nuevo modelo de desarrollo. En efecto, se intuye que si gana la oposición no encontrará gran resistencia para la aplicación nuevamente de las políticas ortodoxas.
En este sentido, que los sectores dominantes, a los cuales beneficiarán estas políticas neoliberales, no se opongan es lógico. Pero existe la sensación de que gran parte de los sectores populares y medios, a los cuales ese modelo perjudicará, tampoco se van a oponer. La defensa del modelo de valorización productiva con inclusión social por parte de los sectores medios y populares es débil y, por lo tanto, la sostenibilidad del mismo depende casi con exclusividad del triunfo del oficialismo en las elecciones de 2011.
Pero entonces surge una pregunta central: ¿Por qué si este modelo redujo el desempleo, la subocupación, el trabajo en “negro”, la pobreza y la indigencia, mejoró la distribución del ingreso, reindustrializó y aumentó la sustentabilidad económica, entre otras cosas, su perdurabilidad depende de una elección presidencial?
Para responder esta pregunta entonces es fundamental entender la consecuencia más perversa de los economistas ortodoxos. Es cierto que una de las peores herencias que nos dejó el paradigma neoliberal fueron sus consecuencias económicas y sociales. Pero si sólo fuera esto, la solución es fácil: un gobierno como el de Néstor Kirchner que comience a aplicar políticas distintas.
Sin embargo, la tarea para los economistas heterodoxos es más difícil, debido a que el peor legado de la ortodoxia fue la privatización de la ciencia económica. Uno de los grandes triunfos de la ortodoxia fue crear la concepción de que la economía es una ciencia oculta e inalcanzable para el individuo común. Por lo tanto, según esta visión, la discusión económica es sólo para expertos, quedando excluidos de dicho debate los sectores no autorizados por la academia.
En este sentido, el economista, en última instancia, les explicará a los “no entendidos” sobre economía (el hombre vulgar debe escuchar y preguntarle al economista, pero nunca opinar sobre las problemáticas económicas, debido a que son temas sumamente complicados y que llevan mucho tiempo de análisis).
La matematización de la economía propuesta por la ortodoxia va en esta dirección. La introducción de derivadas, logaritmo y funciones para la creación de modelos económicos en base a las matemáticas contribuyó a la reducción del debate económico y al alejamiento de los sectores populares sobre la discusión económica. Los neoliberales junto con los sectores dominantes excluyeron del debate económico a los sectores populares para quitarles de esta manera una herramienta fundamental en la defensa de sus propios intereses.
Gran parte de los economistas heterodoxos contribuyó con el proceso de privatización de la ciencia económica. Al utilizar las mismas herramientas y metodologías para demostrar las ideas contrarias, contribuyen con la visión de la economía como una ciencia oculta.
Este proceso se agravó con la situación educacional que nos dejó el neoliberalismo. La pauperización económica de los sectores medios y bajos a partir de la instauración del modelo neoliberal implicó la exclusión de los sectores populares de la educación formal en general y de las universidades en particular. Por lo tanto, es imposible que los sectores más vulnerables accedan en la actualidad a los debates económicos por vía de la educación y la universidad pública.
De esta manera, escribir artículos en revista especializadas, presentar trabajos en congresos y seminarios, ocupar cargos estratégicos en el sector público y en las cátedras de las universidades no rompe con la consecuencia de la ortodoxia, es decir, el alejamiento de los sectores populares y medios del debate económico.
La disputa ideológica, intelectual y de cargos es importante y debe ser sostenida. Pero la función central en la actualidad de la heterodoxia debe ser la popularización de la ciencia económica. Esto es, volver a introducir en el debate económico a los sectores medios y bajos. Este es el único camino que puede permitir que los sectores que se perjudicarían con el régimen neoliberal defiendan el nuevo modelo de desarrollo instaurado en 2003. Pues nadie defiende lo que no conoce.
El autor es miembro del Grupo de Estudio de Economía Nacional y Popular (GEENaP), www.geenap.com.ar (Agencia Paco Urondo)
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