Pinamar, Buenos Aires (Agencia Paco Urondo, publicado La Nación, por Carlos Manzoni) La reactivación económica, el encarecimiento de Brasil y de Uruguay, la baja propensión al ahorro, el disímil impacto de la crisis entre los sectores sociales y las mejores expectativas tras la crisis mundial impulsaron la temporada argentina
El sol golpea en las atestadas playas de Cariló y los casi 35 grados invitan a quedarse cerca del mar hasta el atardecer. Carlos Deandrea ensaya jueguitos de pelota con sus hijos, mientras su esposa se broncea en una reposera libro en mano. Hace un año hacían lo mismo, sólo que en Punta del Este, un destino que en este verano se les volvió prohibitivo por la revaluación del peso uruguayo.
A 125 kilómetros de allí, Raúl Vega y su familia se guarecen bajo una sombrilla multicolor de los rayos del sol que caen sobre la multitud que ocupa cada metro cuadrado de la Bristol, en Mar del Plata. El año pasado se refrescaban en alguna pileta de Ezeiza, donde viven, pero esta vez rompieron el chanchito .
El empresario de decoración que disfruta en el balneario Hemingway, de Cariló, y el empleado de seguridad, que vigila que uno de sus chiquitos no se pierda, encarnan dos de las razones que explican el boom de las playas locales en este verano, después de la recesión de 2009, y el hecho de que el fin de semana pasado haya sido el mejor de los últimos cinco años.
Pero el peso depreciado y el desahorro no son las únicas razones que atrajeron mareas humanas a la costa argentina. También influyeron el desigual impacto de la crisis mundial en los sectores sociales de la Argentina, las mejores expectativas de los consumidores, que han relajado los ánimos tras la gran recesión mundial que comenzó a terminarse en el segundo semestre de 2009. Además, se da un contraste respecto de la pésima temporada anterior.
Rodrigo Alvarez, de la consultora Ecolatina, explica por qué más gente se fue de vacaciones y lo hizo dentro del país: "El tipo de cambio alto hace que la opción más conveniente sea la local. Hubo un cierto desahogo en el segundo semestre de 2009, que influyó para que las personas se relajaran y se predispusieran para gastar sus ahorros". Alvarez no descarta el impacto de la inyección de dinero que aplicó el Gobierno a fin de año (la creación de la asignación universal por hijo y un pago por única vez a jubilados): "Si bien no va directo al veraneo, dinamiza un poco la economía".
Un informe de la Secretaría de Turismo muestra que entre el mes pasado y la primera quincena de enero hubo 8,6 millones de arribos a destinos locales, lo que supone un incremento de 6,1% respecto del mismo período de la temporada anterior. Una ocupación hotelera superior al 90% en Mar del Plata, Pinamar, Cariló, Villa Gesell y Miramar, entre otros balnearios, ilustran el aluvión. "Esperábamos un 80 por ciento de ocupación, pero estamos a pleno", comenta Carlos Miranda, del hotel Skorpios, en Mar del Plata.
El boom no abarca a toda la población, ya que, según explicó Agustín Salvia, investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), los segmentos de más bajos ingresos no participan de esta fenómeno de hoteles repletos y playas desbordadas. "Sólo participa de este boom 35 por ciento de la población, que es la porción de sectores medio altos y altos, en los que una leve caída en los ingresos no hizo mella en sus hábitos. El resto sigue igual o pe or que en los últimos años y ni piensa en vacaciones", afirma Salvia. En 2009 la desocupación aumentó de 10,6 a 11,3%, según Salvia, mientras que el empleo formal cayó de 41,2 a 36,5% del total, lo que habla de una migración hacia el trabajo precario o subempleo. Salvia destaca que aquellos sectores que conservaron su trabajo comenzaron a mejorar a partir de agosto. Los empleados formales vieron aumentar su salario de $ 2305 a 2386 promedio, e incluso los de trabajos precarios pasaron de 1562 a 1626. "Parte de esa gente está de veraneo y se suma a la que siempre lo hizo."
Tal vez uno de estos casos sea el de Vega y su mujer, con ingresos familiares por $ 4000 y que sólo gastan 100 por cada uno de sus 15 días en Mar del Plata. "Más el gasto del hotel, que pagamos en cuotas durante el año", añade Vega, de 44 años y rostro curtido. A pasos de su sombrilla, toma sol Nora Bellón, empleada administrativa que junto con cuatro amigas alquiló un departamento por una quincena a $ 1700. "El año pasado fui a Florianópolis, pero este año no puedo. Con decirte que no salgo de noche", acota esta platense, de 35 años, que cobra 3000 mensuales. Jorge Colina, del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), coincide en que la leve recuperación de los ingresos de los que "no se cayeron del sistema" alcanzó para que esa gente pudiera irse de vacaciones.
Cuánto del gasto de veraneo proviene de una alcancía que no volverá a llenarse fácilmente es una pregunta que pocos contestan. Se sabe que desde 2003 hubo una recuperación del ahorro, a la par del consumo, pero se cortó en 2008/09. Según el informe de la Fundación Mercado, el porcentaje de familias que ahorran, que en mayo pasado estaba en 23,2%, cayó en diciembre a 16,6%, la cifra más baja desde diciembre de 2007.
"Si los ingresos no aumentan o lo hacen por debajo del nivel de consumo, lo que sucede es que la gente comienza a comerse lo que guardó. Y eso es menor consumo a futuro", comenta Dardo Ferrer, de la Fundación Mercado. El 24,8% de las familias que ahorran afirman que lo hacen para las vacaciones. El año pasado esa cifra era de 19,2 por ciento.
Según Ferrer, el que no llega a comprarse un auto o una casa, pero tiene un ahorro de $ 10.000, lo gasta en vacaciones. Tanto él como Alvarez coinciden en que aquí juegan la necesidad de la gente de gratificarse luego de un 2009 angustiante, por un lado, y la realidad de un país que desincentiva el ahorro, por el otro. "¿Cómo vas a ahorrar? Si con las tasas de interés de 9 por ciento anual de los plazos fijos, perdés contra una inflación real de 20 o más, y lo mismo pasa si apostás al dólar, que se revaluó 10 por ciento", responde el economista de Ecolatina. "Esto pasa sobre todo en las clases medias que tienen poco acceso a instrumentos financieros más sofisticados para ahorrar", agrega el presidente de la Fundación Mercado.
El encargado del balneario CR, en Pinamar, resalta con un marcador amarillo flúo la última carpa que le quedaba libre. "Enero está a full . Veremos qué pasa en febrero, que es el que define la temporada", dice, levantando las cejas. Más cerca del mar, Ignacio y María, dos de los cuatro hijos de Guillermo Susán y María Eugenia Rossi se divierten con las mismas piruetas que el año pasado repetían en Punta del Este. "Uruguay está imposible, todo te sale el doble que el otro verano. Por eso vinimos acá esta vez. Y también para estar más cerca del lugar de trabajo", cuenta Guillermo, que pocas horas después viajará solo a Buenos Aires. "Josefina, nuestra hija adolescente, también influyó", se sonríe su mujer. Son muchos los que piensan como ellos y eligen una opción más económica. "No es que la Argentina sea barata, porque la inflación sigue su marcha, pero si eliminás los destinos en los que se revaluó la moneda, no te queda alternativa", razona Alvarez.
En diciembre de 2008, con un peso argentino se compraban 7,80 pesos uruguayos y 0,70 reales, mientras que en el mismo mes del año pasado por cada moneda local se podían adquirir 5,12 uruguayos y 0,46 reales. "Gran parte de la gente que acostumbra a vacacionar en el exterior, hoy tiene una mejor opción acá, donde sólo pesa el costo del viaje y el alquiler, ya que traslada el consumo que tiene el resto del año en el lugar en que vive", señala Colina.
Gabriel Prada, relacionista público que reparte sus días entre Punta del Este y Pinamar, arroja algunas pautas de lo que cuesta este año cruzar el charco. "Para 15 días allá, tenés 3500 dólares sólo de alojamiento, más 500 pesos para trasladar el auto hasta allá, más 300 pesos de pasaje por persona, y de comida y movilidad tendrás otros 200 pesos por día. Calculá que un litro de nafta está a 6,50 pesos", detalla.
Estos valores explican el gesto de Deandrea cuando se le preguntó por qué no viajaba este año a Punta del Este, como estaba acostumbrado. El empresario, que tiene casas de decoración en el Buenos Aires Design y San Isidro, frotó los dedos índice y pulgar de su mano izquierda, mientras que apuntaba el pulgar de la mano derecha hacia abajo. "Simple", remató, con una sonrisa de circunstancia.
Miguel Kiguel, socio de la consultora Econviews, coloca a la revaluación de las monedas de los países vecinos como una de las principales causas que hicieron que este verano mucha gente abandonara la idea de veranear en el exterior. "En la medida en que esa tendencia continúe, este factor seguirá influyendo en futuros veranos", opina.
Valeria Alvarez y Daiana Bengargina, dos amigas, de 18 años, cuentan que esto precisamente les sucedió a sus padres, que los últimos seis años veranearon en Brasil, pero esta vez el real los retuvo. Mientras, ellas disfrutan igual de otra tarde espléndida en UFO Point, el balneario fashion preferido por los adolescentes en Pinamar. La contracara de esta conducta está dada por la gran cantidad de turistas extranjeros que eligieron la Argentina para pasar sus vacaciones y se sumaron a la marea vernácula.
Pero también hay algunas razones relacionadas con el índice de confianza de los consumidores argentinos, que tienen que ver con la decisión de tomar este año las vacaciones que se postergaron el verano pasado por la incertidumbre que provocó la crisis internacional y que continuaron truncadas por la gripe A en el invierno. El índice de expectativas positivas que elabora la Universidad Di Tella se ubica este mes en 53,7% del total, la cifra más alta desde febrero de 2008. La esperanza de una excelente cosecha en esta campaña agrícola, que el año pasado se vio empañada por el mal clima, y un panorama menos grave que el que se esperaba en la economía mundial apuntalan este optimismo, que tocó fondo en mayo de 2008, cuando se situó en 43,5 puntos. Claro que ninguno de estos conceptos preocupan a los hijos de Deandrea y Vega, que chapotean entre miles de turistas, como nunca en cinco años. (Agencia Paco Urondo)
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creo q no se tiene en cuenta la ocupacion de los hoteles sindicales.
ResponderEliminarEs decir de los trabajadores de los distintos gremios que vieron mejorar sus salarios y a quienes sus organizaciones les facilitan salir de vacaciones
Buena observación anónimo.
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